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General: Hoy 25 de noviembre día contra la violencia de género
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 25/11/2017 17:09
 
Patria, Dedé y Minerva Mirabal, feministas dominicanas
Por qué el día contra la violencia de género es el 25 de noviembre
        MARÍA R. SAHUQUILLO
El asesinato de las dominicanas hermanas Mirabal en 1960 dio origen a la fecha reivindicativa. Minou Tavárez, hija de una de ellas, habla de lo ocurrido
 
Desde 1981, Latinoamérica conmemora cada 25 de noviembre el día contra la violencia de género. Los movimientos feministas de la región, con una de las tasas más altas de violencia contra la mujer, acuñaron esa fecha en honor a las dominicanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, tres hermanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, del que eran opositoras. Años más tarde, en 1999, la ONU se sumó a la jornada reivindicativa y declaró cada 25 de noviembre Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en honor a las hermanas Mirabal.
 
“Cuando asesinaron a mi madre yo tenía cuatro años. Y también me asesinaron la posibilidad de conocerla”, cuenta Minou Tavárez Mirabal, la hija de Minerva, la más activa de las tres hermanas contra el dictador Trujillo. “Me he tenido que conformar con los recuerdos de otros y tal vez alguna pequeña cosa que yo creo que recuerdo, pero que no estoy segura de que sea del todo real: mi madre poniéndose una especie de traje militar, con una boina; ella mirándose en un espejo, caminando por un pasillo; el día que a ella se la llevaron presa, que yo me aferré a su pierna y ella se molestó conmigo porque me eché a llorar... Yo creo que no quería verse débil frente a quienes se la llevaron”, rememora por teléfono desde República Dominicana Tavárez Mirabal.
 
Este 25 de noviembre se cumplen 56 años de la muerte de Minerva, Patria y María Teresa.
El 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las hermanas Mirabal eran hallados, destrozados, en el interior de un jeep hundido en un barranco, en Salcedo, al noreste de República Dominicana. Horas antes, las tres mujeres, activas militantes contra el régimen de Trujillo, habían sido asesinadas por un escuadrón enviado por el dictador. Los hombres del autócrata las mataron a golpes y las metieron dentro del vehículo para simular un accidente. Pero nunca hubo duda de que se trataba de un crimen. Y el asesinato de las hermanas Mirabal, conocidas como “las mariposas”, fue uno de los detonantes de la caída de Trujillo.
 
"Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte", dijo en más de una ocasión, cuando ya se sabía amenazada, Minerva Mirabal, la más activa de las tres mariposas. Años más tarde, las hermanas Mirabal, nacidas en una familia acomodada de comerciantes, con carreras universitarias, casadas y con hijos, se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la violencia de género. Una lacra global y multiforme de consecuencias devastadoras para el planeta. La trata, la violencia sexual, económica, psicológica, el acoso, la mutilación genital… son graves violaciones de los derechos humanos que afectan al 70% de las mujeres de todo el mundo.
 
“Una sociedad no puede llamarse democrática si tolera que a las mujeres se las está maltratando y asesinando. Y eso se produce, además, con mayor frecuencia, en los espacios donde deben estar más protegidas, sus hogares, su entorno, con las personas con las que se relacionan”, lamenta Minou Tavárez Mirabal, profesora universitaria y fundadora del partido Opción Democrática y que pese a que se siente orgullosa de que el legado de su madre y sus tías den nombre al día contra la violencia de género, lamenta que esta lacra aún sigue siendo un gravísimo problema en República Dominicana —donde se producen unos 200 asesinatos de mujeres por razón de género al año— y en toda la región, donde se registran una media de 12 al día.
 
Su madre, Minerva, que junto a su esposo, Manuel Tavárez —que más tarde también fue asesinado—, lideraba el Movimiento Patriótico 14 de Junio, ya había pasado por la cárcel por su oposición a Trujillo. También sus hermanas Patria y María Teresa. La más conocida era Minerva, pero las tres se habían destacado por sus actividades revolucionarias. “Fue un crimen de carácter político. Las mataron porque llevaron adelante un movimiento de resistencia político, el más importante contra la dictadura de Trujillo. Y él se sentía impotente, pensaba que no lo podía doblegar, así que las mató. El dictador ya había dicho que sus principales problemas eran la iglesia católica y la familia Mirabal”, apunta la hija de Minerva. “Trujillo trataba de no nombrar a las hermanas Mirabal; y menos a Minerva, a quien tenía un odio especial, como si no mencionarlas les fuese a quitar fuerza”, añade.
 
Muchos cuentan que, además, Trujillo tenía marcada a Minerva Mirabal, a quien había intentado seducir sin ningún éxito una década antes. Se habla incluso de que la mujer le rechazó con un bofetón en un baile, organizado solamente para que Trujillo pudiese bailar con ella, que le dejó en mitad de la pista del evento al que fue, directamente conminada a asistir con amenazas a la familia. “Trujillo había intentado poseerla, como todo lo que había en este país, en esta isla que creía que era de su propiedad. Y ella se permitió el ‘atrevimiento de rechazarlo y de rechazar su acercamiento para conquistarla. Y le rechazó también de manera política. Y Trujillo lo sintió. Se cuenta que tras el bofetón, ella le dijo que no le gustaba su Gobierno”, dice Minou Tavárez, que ha crecido junto a sus primos, al cuidado de su abuela y de Dedé Mirabal, la única hermana que quedó con vida y que falleció hace dos años.
 
“Me siento orgullosa como hija, como mujer, como dominicana, de que la fecha del 25 de noviembre sirva para llevar adelante una campaña que es indispensable”, apunta Minou Tavárez. Sin embargo, advierte, no es suficiente con declarar el día contra la no violencia hacia la mujer. “El tema se ha introducido en los discursos como lo políticamente correcto, pero al mismo tiempo puedes apreciar la indiferencia con la que los mismos actores que pronuncian discursos contra la violencia de género, por la igualdad y no discriminación, cada 25 de noviembre u 8 de marzo no creen en lo que están diciendo; no tienen ningún compromiso. Solo un día no sirve. Tienen que ser todos”.
 
Fuente El País
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 25/11/2017 17:14
 
 
                                                                                                   Sherry Johnson, a los siete años de edad  
                   Niñas y esposas de América                                           
Una mujer casada con su violador a los 11 años combate el matrimonio de menores en EE UU
Arreglada con gusto clásico, un vestido morado largo y una chaqueta gris claro, seria pero amable, Sherry Johnson, una mujer que habla corto y sin rodeos, comienza la entrevista con un resumen de su historia que es como un martillazo en la frente: "El primero que me violó fue el obispo de la iglesia. Yo tenía ocho años. A los ocho me violó también mi padrastro. A los nueve me violó el diácono y me quedé embarazada. A los diez tuve una niña suya y a los 11 mi madre me obligó a casarme con él. Con mi violador".
 
"Sigo preguntándome cómo pude tener una hija con diez años de edad", dice Johnson, de 58 años, que hoy libra una batalla porque se prohíban sin excepciones los matrimonios de menores de edad en Estados Unidos. En la oficina de un congresista en la capital de Florida, Tallahassee, la "superviviente y activista", como se define, continua recordando. "Cuando descubrimos que estaba embarazada, mi madre me echó la culpa: '¿Cómo has podido hacerme algo tan horrible?'. Para ella lo más importante era la iglesia y su prestigio dentro de la comunidad", explica.
 
Apenas se acuerda de su infancia antes de las violaciones. Solo que era una niña feliz que disfrutaba de la escuela y del algodón de azúcar. Su memoria desde los ocho años en adelante es "un agujero de días y días cuidando niños y llorando sola. Una pesadilla infinita", dice. "Cuando me preguntan cómo fue, respondo: 'Las niñas tienen bebés de juguete. Yo fui una niña que tuvo bebés de verdad'".
 
Johnson prosigue con la cronología de sus seis primeros embarazos, todos con el diácono, que tenía 19 años la primera vez que la violó. Es de una brutalidad que aturde. "Mi primera niña la tuve a los diez, a los 13 mi primer niño, otro a los 14, otra a los 15 y otro a los 16. A los 17 quedé embarazada otra vez, me divorcié de mi violador y semanas después tuve la última niña suya". Su marido forzoso casi no convivió con ellos. Los abandonaba en cuanto se quedaba embarazada y solo regresaba para volver a embarazarla.
 
Después de él se casó y se divorció otras dos veces. Con el segundo esposo tuvo tres hijos más. Tanto este como el tercero la sometieron a abusos, asegura. "El segundo intentó pasarme por encima con su camioneta". Johnson se reserva los nombres de sus maridos, de su padrastro y del obispo, ya fallecido y que tenía unos cuarenta años cuando la violó. "EE UU es el país de las demandas", dice, "y yo no quiero pasar por eso encima. Lo único que quiero es que mi testimonio sirva para que ninguna niña o adolescente sufra lo que sufrí. Que haya de una vez leyes que lo eviten".
 
Su familia formaba parte de una iglesia pentecostal de Tampa (Florida). Al quedar embarazada los servicios sociales iniciaron una investigación, pero su madre y el obispo para blindar a la congregación decidieron casarla. La niña le preguntó a su madre: "¿Qué es casarse?". La madre no respondió. Se la llevó a un juzgado de Tampa a pedir la licencia matrimonial y el juez se negó. Pero fueron a otro condado, Pinellas, donde "un juez mayor" la concedió.
 
La boda se hizo en la iglesia del obispo y del diácono que la habían violado. Un miércoles por la noche después del servicio religioso. "Mi madre me hizo el vestido, el velo y la tarta". Casi ningún feligrés se quedó a asistir al enlace. Aquella niña no volvió a la escuela. Corría el año 1970.
 
Ni entonces ni ahora, 47 años después, había ningún estado de Estados Unidos que prohibiese por completo los matrimonios de menores. Aún hoy, 27 los permiten sin límite de edad por motivos como idiosincrasias religiosas o culturales o embarazo de la menor, y por lo general con consentimiento paterno y firma judicial. La primera potencia del mundo no tiene resuelto un problema primitivo enquistado a nivel internacional, sobre todo en los países en desarrollo, en los que una de cada cuatro mujeres se casa antes de los 18 y una de cada nueve antes de los 15. En África, Níger es el país con una proporción más alta de matrimonio de menores (76%), el índice más alto del mundo, y en Asia, Bangladesh, con un 65% según Naciones Unidas.
 
Sherry Johnson forma parte de la campaña impulsada por la ONG Unchained Al Last (Al fin sin cadenas) para mover a los legisladores estatales a vetar el matrimonio de menores. Según datos de 38 de los 50 estados recabados por la ONG, de 2000 a 2010 se casaron 167.000 menores de 18 años en EE UU. La mayoría adolescentes, aunque se registrarom casos de niñas de 12 años. En Florida, aún en 2012 hubo tres casos de adolescentes de 14 años casadas con veinteañeros.
 
"Es triste, pero el matrimonio de menores sigue siendo un problema en EE UU. Son los mismos vacíos legales que hicieron posible que casarán por entonces a Sherry", afirma Fraidy Reiss, directora de la organización. "A veces las familias creen que lo correcto es casar a sus hijas por su tradición; otras veces porque está embarazada, aunque haya sido violada. En ocasiones también se hace para que un hombre de otro país consiga visa para entrar a EE UU. Por demasiado tiempo los legisladores han ignorado el asunto".
 
Johnson cuenta que más de una vez se ha encontrado con políticos de Florida que desconocen la realidad. "¡Oh! ¿Matrimonios de menores? ¡Eso no pasa en Florida, no está permitido!", remeda la activista. "Y yo les explico que es posible. Tanto que tienen enfrente a una superviviente".
 
En 2013 publicó sus memorias Perdonando lo imperdonable, cambiando los nombres de los protagonistas pero reproduciendo su historia real. Como la mañana en la que con ocho años el obispo la violó. Dos minutos de terror en los que la niña, dice el libro, "cerró los ojos mientras repetía en su cabeza el salmo vigesimotercero". Sin saber exactamente qué le habían hecho, pero sintiéndose rota, salió de casa del obispo hacia la escuela. "Fue horrible. Sola, sin nadie a mi lado, caminando por un callejón al colegio", cuenta. Ninguno de sus hijos ha querido leer su libro. "No pueden asumirlo".
 
Por Tallahassee, donde vive Johnson, pasa una batalla clave en el combate al matrimonio de menores. En 2018 el Congreso estatal debe votar un proyecto de ley presentado este año para que sea el primer estado del país que cierre las puertas al 100% a este fenómeno. Florida fue el segundo estado con más casos (14.278) después de Texas (34.793) entre 2000 y 2010, y es uno de los que no especifican límite de edad para el matrimonio en caso de embarazo. Eso hace por ejemplo que hombres del vecino estado de Georgia, que prohibe sin excepciones los enlaces por debajo de 16, crucen al municipio floridiano de Escambia para casarse con menores. Los estados con una ratio de matrimonio de menores más alta son Kentucky, Arkansas y Idaho, con amplias zonas rurales y comunidades ultraconservadoras. Hace dos semanas, en Alabama un funcionario defendía al candidato al Senado Roy Moore de la acusación de haber abusado de una chica de 14 años cuando él tenía 32, diciendo: "María era una adolescente y José un carpintero adulto, y fueron padres de Jesús".
 
Si en Florida los congresistas aprueban el veto absoluto al matrimonio de menores –en octubre un comité del Senado estatal aprobó por unanimidad el proyecto de ley– los activistas esperan que sea la primera pieza de un efecto dominó que barra el problema a nivel nacional. Esto sería congruente con la catalogación del propio Departamento de Estado de EE UU del matrimonio infantil como violación de los derechos humanos y la ley federal que clasifica como violación el sexo de un adulto con un menor de edad.
 
Johnson vive sola en una vivienda de planta baja, poco iluminada pero cálida, con bonitos cuadros costumbristas afromaericanos y una leyenda en una pared que dice: "Una casa solo es un hogar cuando hay amor". Nada más entrar se olfatea un guiso sabroso. Con un trabajo de profesora de escuela por la semana y otro de cuidadora de ancianos el fin de semana, además de su intensa labor como activista, encuentra tiempo para la cocina, su pasatiempo "y terapia", y prepara un libro con sus mejores recetas titulado El libro de cocina de Mema (como la llaman sus 34 nietos y dos bisnietos).
 
Días antes de la entrevista, que tuvo lugar un primero de noviembre otoñal y soleado de Tallahassee, una pequeña ciudad administrativa y universitaria, Sherry Johnson había recibido una llamada mientras conducía. Al otro lado escuchó unas palabras inesperadas. Conmocionada, tuvo que frenar el coche y apartarse al arcén. Era su madre, de 78 años, con la que siempre mantuvo contacto pero que nunca hasta entonces le había dicho lo que acababa de oír: "Hija, perdóname".
 
              AUTOR  PABLO DE LLANO  
       FUENTE: EL PAÍS  - 25- 2017
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 25/11/2017 17:22
 
 
 
Hijos del maltrato
DÍA PARA LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
        POR ÉRIKA MONTAÑÉS
Cuando su padre asesina a su madre, se quedan huérfanos por partida doble. En cinco años, la única herencia que han recibido 185 niños ha sido la violencia.

Un juicio por asesinato se demora unos dos años. ¿Qué pasa con los niños, cuyos padres han matado a sus madres durante ese tiempo? La estimación de Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres y responsable de la secretaría técnica de las becas «Fiscal Soledad Cazorla Prieto» que se conceden a niños huérfanos de la violencia de género, es que desde 2004 al menos 500 familias se hallan desestructuradas, enmarañadas aún en cuestiones relacionadas con la tutela de esos niños que han perdido a su madre y cuyo padre está entre rejas. Son huérfanos por partida doble. 185 pequeños en los últimos cinco años.
 
En el mismo lustro, 23 niños ni siquiera lo contaron. Murieron a manos de sus padres que los utilizaron como moneda de cambio o venganza hacia sus progenitoras. Van ocho este año. El dato «es absolutamente intolerable», proclama a este periódico la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, Ángeles Carmona. Hoy, Día Mundial para la erradicación de crímenes sexistas, se conocerán decenas de cifras como estas, mientras la lucha, en casa de los familiares de las asesinadas, continuará para asegurar el bienestar de los pequeños que se quedan sin sus madres cuando aún no tienen constancia de qué significa eso.
 
A David y José Antonio les une este grito común. El pasado marzo, David sacó los colores a los diputados reunidos en la jornada «Huérfanos de la Violencia de Género», celebrada en el Parlamento. David es hermano de una mujer asesinada por su marido en 2013, cuando su hija de 3 años se encontraba en el domicilio. David se hizo cargo de ella y ahora quiere adoptarla. «Les pido por favor que intenten ponernos la cosas un poco más fáciles», arengó a los políticos. Tras el asesinato de su madre, esa niña recibió 234 euros de una beca de la Comunidad de Madrid para el comedor escolar. El agresor hizo lo que estuvo a su alcance para que la pequeña recibiese una pensión de orfandad simple y él una de viudedad, que estuvo cobrando varios meses. La niña afrontaba cada visita autorizada por el juez a su padre «con vómitos». Soleto se congratula de que el Pacto de Estado contra la Violencia sexista recoja que uno de estos niños no pierda la pensión de orfandad al ser adoptado.
 
José Antonio Picazotiene un destino análogo al de David. «El 2 de noviembre de 2013, aquel energúmeno que llevaba 16 años casado con mi hermana, cuando ella se levantó a media noche, la ahogó con su propias manos. Mi sobrina tenía 11 años y mi sobrino, 4», relata a ABC. «Es una vergüenza que haya muertes por violencia de género que no sean juzgadas como asesinato. Al asesino de mi hermana le cayeron 15 años, no 25». Este vecino de Cuenca espera todavía que un juez recapacite tras las dos veces que la Seguridad Social ha rechazado conceder una pensión de orfandad completa (unos 600 euros) a los niños. Desde que Andrea Nieves Picazo pereció, sus dos hijos reciben 72,90 euros (¡al trimestre!).
 
«Una vida no se paga con dinero, pero lo que consiguió el agresor fue rebajar 2,5 años su condena al indemnizar con 150.000 euros a cada niño por haberles quitado a su madre. Es intolerable. Que me devuelvan a mi hermana», brama con desgarro Picazo. En la mayoría de ocasiones, dicen las estadísticas de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, la tutela legal va a parar a la familia materna, aunque, tal y como subraya Marisa Soleto, depende de cada caso. Ambas familias pueden llegar a un acuerdo. «Sí hemos detectado que la situación mayoritaria es que los abuelos se hagan cargo y eso abre otra necesidad, porque sus ingresos son menores y deben hacer frente a la educación de esos menores», añade.
 
«Desde que Andrea Nieves Picazo pereció sus dos hijos reciben 72,90 euros al trimestre»
 
Los psicólogos siempre tienen mucho que decir en ese proceso que comienza tras la muerte de una mujer. «Mi madre es viuda y pensionista. Consiguió ser la tutora legal de los niños –comenta el hermano de Andrea–. Además, la psicóloga recomendó que a mis dos sobrinos no se les sacase del pueblo donde vivían, Villanueva de la Jara».
 
Después del crimen
¿Deben volver a ver a su padre después del crimen? No es fácil encontrar un «sí» o un «no» categóricos. Sí lo tiene claro la directora de la Fundación Mujeres, que mantiene que un hombre que ha quedado inhabilitado como pareja también lo está para el ejercicio de la patria potestad de sus hijos. Hay que lograr, según sus palabras, que los hijos tengan el menor contacto con el maltratador. La vocal del Poder Judicial presidenta del Observatorio recuerda que el reciente Pacto de Estado contra la Violencia de Género incorpora «la imperatividad de la suspensión de régimen de visitas en los casos en que el menor haya sufrido o convivido con manifestaciones de violencia y en caso de orden de protección, la prohibición de visitas de menores a la prisión, impedir que el padre maltratador acceda a las grabaciones de exploraciones de menores, desvincular la intervención psicológica del niño a la patria potestad», entre otras medidas.
 
Sara Gómez, psicóloga de una unidad de atención de la Dirección General de la Mujer en la Comunidad de Madrid, aconseja abordar «un tratamiento individualizado para cada niño», sobre todo, con la mira puesta en que no repitan el patrón de maltrato que han podido vivir en sus carnes. Las posibilidades de que uno de estos hijos del maltrato perpetúen en sus vidas adultas las agresiones son muy altas.
 
En el caso de las niñas aún es peor. El riesgo de sufrirla es 2,5 veces mayor que a otra menor que no ha presenciado palizas o insultos, fija Naciones Unidas. Tras 35 años presidiendo la Confederación Nacional de Federaciones y Asociaciones de Mujeres del Medio Rural (Afammer), la diputada Carmen Quintanilla habla de cuántas mujeres repiten el patrón que han conocido en su infancia. «Han sido hijas de un maltratador, con frecuencia, porque en la niñez se aprende quiénes somos y cómo nos comportamos. Son sumisas, asumen e interorizan el abuso. Han idealizado a su príncipe azul, un amor inexistente que no es real, porque la agresión nace del odio». «La dependencia emocional de estas mujeres es muy fuerte –apostilla Gómez–. Su relación es su única fuente de afecto, aunque les genere ansiedad, miedo, culpa»....
 
Picazo no quiere que su cuñado vea más a sus sobrinos. «Las familias viven un largo proceso caracterizado por la inseguridad jurídica, sometidas a una completa inestabilidad emocional completa. El interés del menor debe estar siempre por encima», advierte Soleto.

FUENTE ABC


 
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