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Curso de Crecimiento-Nivel 1: Tema 8- Segundo Texto de Apoyo
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De: Ceciliak59  (Mensaje original) Enviado: 14/05/2010 14:39
Quaremead, Ugley, 3 de marzo de 1946
COMENTARIO SOBRE EL ACEPTARSE A SI MISMO

Alguien preguntó recientemente: "¿Es la observación de sí un instante de aceptación de sí mismo o ésta viene después?" La observación de sí difiere del aceptarse a sí mismo. En la observación de sí se subraya sobre todo que ésta debe ser imparcial. Es a través del "Yo" Observante como empezamos a despertar a lo que somos realmente y vemos nuestras contradic¬ciones. Debido al hecho de que son muchas y que nuestro nivel de Ser se caracteriza por la multiplicidad de "Yoes" y así por la falta de unidad —la falta de "Yo" Real— vivimos en fragmentos que no están unidos y nunca vemos claramente que esto es así. Por eso somos, sin discernirlo, todos muy difíciles y contradictorios.
Esta noche voy a hablar de la aceptación. La aceptación viene después del trabajo del imparcial "Yo" Observante. La observación de sí no es acep¬tación sino lo que hace la observación de sí es dar al hombre una más plena conciencia de sí y, por medio del nuevo material que ha recogido en su me¬moria especial, llega a la aceptación de que todas esas cosas son verídicas para él. Sin embargo hay en nosotros un estado curioso debido al cual nos aceptamos a nosotros mismos. Dicho estado es extraño porque aunque sepa¬mos algo sobre nosotros mismos no lo queremos admitir. No pertenece a la estimación general que tenemos de nosotros mismos, a lo que aceptamos sobre nosotros mismos, y una de las razones es que la acción de la Falsa Personalidad con su imagen de lo que pretendemos ser impide que tenga lugar esta clara aceptación introspectiva. Esta es una parte de nuestro sueño hipnótico. Aquí interviene la actividad de la auto-justificación. Pero la raíz de todo el problema está en la cuestión del sueño hipnótico del Hombre, que es mantenido por los topes. Los topes nos impiden ver las contradicciones y así nos impiden despertar de nuestro sueño. Los topes reemplazan a la Conciencia Real. Si tuviéramos Conciencia Real podríamos ver y sentir conjuntamente todos los lados de nosotros mismos. Tal estado destruiría completamente la Falsa Personalidad y todas las formas de imaginación que contribuyen a fortalecerla. Podríamos ser más sencillos, mejores. Todos tenemos topes en cada parte de un centro, pero no los vemos. Los topes ocupan el lugar de la Conciencia moral, de la Conciencia intelectual. Mientras estemos protegidos por los topes andamos por la vida fácilmente y tenemos un buen sentido de nuestro propio valer. Empero, si de pronto los topes fueran destruidos en nosotros enloqueceríamos. Ahora bien, tan sólo a través de la nueva memoria que se forma en torno del "Yo" Observante vemos gradualmente nuestras contradicciones y llegamos a ser más simples. Hace algún tiempo hablé del lado oscuro en nosotros, aquel lado que no admitimos en nuestra conciencia y al mismo tiempo conocemos e ignoramos. El señor O. dijo una vez: "Sólo vemos la mitad de las cosas". Es preciso aceptar ese lado oscuro. Al parecer no corres¬ponde a nuestra estimación de nosotros mismos. Se compara la observación de sí, como todos sabemos, a dejar penetrar un rayo de luz en nuestra oscuridad interior. Así nos damos cuenta gradualmente de que no somos lo que habíamos creído o imaginado ser. Este es el comienzo del cambio de sí. Vemos gradualmente que el "Yo" Imaginario no se ajusta a nosotros exactamente. Tratamos de ser algo que no somos y esto produce una tensión psicológica interior. No nos correspondemos a nosotros mismos. Aquí interviene la idea de la Falsa Personalidad. Dice, por ejemplo: "Gracias a Dios, no soy como ese publicano". Quizá recuerde la parábola. Si lo dice se está mintiendo a sí mismo mediante la acción de la Falsa Personalidad que siempre le miente, y siempre trata de ser superior a los otros. Es usted semejante a aquel publicano. No es ni mejor ni peor que aquel publicano. ¿Cómo puede una persona lograr la paz interior, el equilibrio interior, si todo el tiempo se está diciendo sucintamente: "Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano". E imagínense invocando a Dios a quien se define como "vivo y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". (Heb. IV 12.) Sea lo que entendamos por Dios, podemos tener la plena seguridad de que no podemos esconder nada a esa fuerza suprema de conciencia y todos nuestros topes, todas nuestras imágenes, todos nuestros fingimientos, todas nuestras mentiras interiores, y todo lo que tiene que ver con la Falsa Personalidad, todo ello no es sino lodo. Tal como somos, vivimos en un costado de un círculo. Vivimos frente o tras del círculo. Por eso no podemos dar la vuelta de todo el círculo del Ser. Sólo admitimos una parte de nuestro Ser a la vez. El señor O. dijo que debemos ver los dos lados al mismo tiempo. Porque vivimos en un semicírculo de nosotros mismos, y como el otro semicírculo está oculto por los topes y es no aceptado por la con-ciencia, perdemos fácilmente la cabeza. ¿Cree usted que cuando lo acusan de algo no es hasta cierto punto cierto? No creo que un hombre ya consciente del circulo completo de sí podría perder algo salvo las cosas sin valor de la Falsa Personalidad. ¿Dicho hombre no lograría así una mucho mayor estabilidad interior? Dicho hombre ya no tendría más topes, y permítanme recordarles aquí que una vez que un tope es destruido ya no puede volver a formarse. Me imagino que tal hombre nunca se sentirá impotente por más que le digan cosas, esas cosas que en otro hombre hieren su amor de sí, su vanidad, su orgullo, y producen inacabables odios y recriminaciones y celos.
Cuando las gentes me hablan de sus dificultades personales y de su vida oculta no encuentro nada de sorprendente en ello porque aprendí por el Tra¬bajo que todas esas cosas también están en mí y que es inútil pretender que no están. No recuerdan que la otra persona que oraba decir: "Dios ten piedad de mí porque soy pecador", y se dijo: "Este hombre fue a su casa justificado antes que aquel otro". Observen, no justificado por sí mismo, sino justificado por Dios. Nadie puede sentir su propia nadidad a menos que acepte la otra mitad del círculo. Entonces ya no se hará ilusiones sobre sí mismo y de un modo muy extraño se sentirá en paz. Se sentirá fortalecido, no más débil, y entonces le será mostrado qué es aquello sobre lo cual es preciso trabajar y que debe ser transformado porque ya no construye más sobre la arena de la Falsa Personalidad.

Quaremead, Ugley, 6 de abril de 1946
NOTA ADICIONAL SOBRE EL ACEPTARSE A SÍ MISMO

El Trabajo habla mucho de la practica del Silencio Interior. Es preciso practicar el sellarse uno mismo a sí mismo, en lo que respecta a la charla mecánica —el sellarse al si mecánico, a la charla mecánica, a la difamación, a las malas palabras, lo que tanto dificulta el sellarse a sí mismo—. El Trabajo sólo puede crecer desde lo que está sellado en uno mismo y protegido de la vida. Podemos conocer muchas cosas los unos de los otros, pero nunca hablar de ellas. Una de las reglas de Trabajo es que cuando nos encontramos con otra persona, pero acompañada por extraños, procedemos como si no nos conociéramos. Este es un ejemplo de silencio. Me extenderé más sobre este particular, y cuál es el significado de este proceder, en una reunión posterior. Por lo común —esto es, mecánicamente— cada cual se explaya y dice de qué modo se encontró con fulano o con mengano. Esto es mecánico y por lo ge¬neral chismografía. Esto es lo que significa el versículo en el Libro de los Proverbios: "El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perver¬sidad de boca; que guiña los ojos, que habla con los pies". (Prov. VI, 12, 13.)

En una reciente reunión se dijo que uno no debe trabajar contra el propio Ser mientras no se lo acepte. Es preciso comprender que esto significa algo grande. Claro está que debemos, tal como somos, tratar de trabajar sobre nuestro Ser según lo que nos enseña hacer el Trabajo. Lo encuentro muy difícil de explicar. Permítanme que dé un ejemplo aproximado. Ocupémonos de la charla mecánica acerca de la cual tanto habla el Trabajo. Si no acepto el hecho de que hablo mecánicamente no seré capaz de cambiarlo. Diré que trabajo contra la charla mecánica en mí mismo, que siempre hago lo posible para no hablar mecánicamente, empero al mismo tiempo, si comprenden lo que quiero decir, no acepto que charlo mecánicamente. Sigo trabajando todavía desde la Falsa Personalidad —por lo tanto mi trabajo será irreal—. Algunas personas, el señor Ouspensky dijo una vez, trabajan siempre en una suerte de sueño. No ven en realidad, añadió, aquello sobre lo cual están trabajando. Por esta razón puso tanto énfasis en ver el otro lado que mantenemos en la oscuridad y que no aceptamos en debida forma. Como se explicó, esto se debe a la curiosa acción de nuestros topes que nos impiden ver a que nos asemejamos en realidad y qué tenemos en nosotros mismos. Las cosas deben ser perfectamente entendidas antes de hallar la fuerza necesaria para ver y trans¬formamos. Por eso es a veces tan útil que el maestro nos diga que, por ejem¬plo, hablamos mecánicamente. Esto es un choque, si bien en un sentido ya lo hemos admitido, pero no hacemos nada para remediarlo. Cuando una persona le dice que sabe perfectamente que es una embustera y lo admite con toda facilidad, tenga la seguridad de que no ha aceptado el hecho de que es embustera. Si en verdad ha comprendido emocionalmente que es una embus¬tera, nunca lo mencionaría de este modo. Como dije, la acción de los topes es muy extraña porque nos mantiene en una especie de semi-estado. Al mismo tiempo conocemos y no conocemos. Pero el hecho real aún no ha penetrado en nuestra conciencia, el hecho de que somos embusteros y que en la práctica mentimos cada vez que abrimos la boca. Así como un hombre reconoce que tiene muchos "Yoes" diferentes en él, aunque charle volublemente sobre este particular, no por ello lo acepta. No ve emocionalmente que no es una sino muchas personas diferentes. En tal caso el Trabajo descansa sobre la superficie de dicha persona y aun no ha penetrado y llegado a ser real para ella. Tal vez diga que se observa a sí misma todos los días, pero en realidad no se observa en absoluto. Se imagina observarse a sí misma y así vive en el "Yo" Imaginario. Con el tiempo el Trabajo debe penetrar en todos los cen¬tros. El gran problema que plantea el Trabajo es cómo despertar el Centro Emocional. Cuando el Centro Emocional es despertado cambia toda la perspectiva de uno mismo. Un hombre ve que no se recuerda a sí mismo; ve emocionalmente que miente, que habla mecánicamente; ve emocionalmente que no trabaja sobre sí mismo pero que se pasa el tiempo fingiendo hacerlo. Es el despertar del Centro Emocional lo que hace entender las cosas de modo que comprendamos estas extrañas palabras: "Tú eres aquel hombre". David, luego de haber tomado a Betsabé por mujer, habiendo enviado a su esposo Urías para que fuera matado en el frente de batalla, fue visitado por el pro¬feta Natán que le contó una parábola. La parábola se refería a un hombre rico que-tenía muchos rebaños de ovejas y un hombre pobre que sólo tenía una corderita. Aunque el rico tenía muchas ovejas se apoderó de la corderita del pobre y la mató porque quería convidar a su huésped. Al oír esto David dijo con furor: "Vive Jehová que el que tal hizo es digno de muerte". Dicho lo cual el profeta le respondió: "Tú eres aquel hombre". (II Sam. XII, 7.)
Es sabido que cuando se acusa directamente a una persona, le es muy difícil a ésta soslayar la acusación y justificarse y encontrar excusas. En otras palabras, no puede aceptarla. El Trabajo se convierte en algo muy real y pavoroso a medida que las gentes adelantan en él y por eso es tan necesario aceptarlo. Aceptarlo destruye la Personalidad y toda la imaginación sobre uno mismo y lleva a una nueva base sobre la cual es posible iniciar el Trabajo. Empero, para que esto suceda, es preciso que una verdadera observación de sí ocupe el lugar de la observación de sí imaginaria. Es preciso que algo se rompa en nosotros antes que lleguemos a sanarnos —antes que empecemos a despertar.
Volvamos a examinar brevemente lo que el Trabajo nos enseña sobre el Hombre en esta Tierra. El Trabajo dice que el Hombre está dormido en la Tierra y que el mundo entero está lleno de gentes dormidas y por esta razón nada anda bien en el mundo. El Trabajo dice que este sueño es una extraña forma de sueño y lo llama sueño hipnótico, y aquí referiremos una pa¬rábola del Trabajo que dice que había dos hacendados que tenían muchas ovejas. Como eran muy holgazanes y mezquinos, cuando descubrieron que algunas de sus ovejas se escapaban, resolvieron hipnotizarlas y decirles que todo era muy bello y maravilloso y enseñarles a cantar himnos y hacerles creer que todas irían al Cielo. En realidad, lo que deseaban era la lana de las ovejas para sus propios fines. Ese estado de sueño hipnótico en que yace la humanidad no está fuera de uno sino dentro de uno. Por eso el Trabajo dice que cada cual vive en la Falsa Personalidad y en el "Yo" Imaginario. Si se quiere romper este estado hipnótico tenemos que despertar para nosotros mis¬mos y mientras estemos dominados por la Falsa Personalidad y el "Yo" Imaginario seguiremos dormidos. Es por esta razón por la que el Trabajo hace tanto hincapié sobre lo que debemos hacer, lo que tenemos que obser¬var las cosas contra las cuales debemos trabajar y separamos de ellas.
Hablemos un instante sobre las emociones negativas. Es sabido que el Trabajo enseña que el Centro Emocional es dominado por las emociones nega¬tivas y que este bello y maravilloso instrumento, que si es purificado puede darnos hasta la clarividencia, se vuelve inútil debido a toda las auto-emociones que surgen de la Falsa Personalidad. Cuando las gentes se identifican con la infinita variedad de sus emociones negativas permanecen en un estado de sueño hipnótico y son utilizadas por los dos hacendados que desean simple¬mente su lana y su carne, y por eso conviene estudiar cómo despertar.
Todo despertar comienza con la observación de sí mediante la cual se entiende gradualmente que no se es la persona que se creía ser —esto es, si no se acepta lo que el "Yo" Observante nos enseña gradualmente acerca de uno mismo—. Todo esto es llamado hacer que la Personalidad sea pasiva para que la Esencia pueda crecer. Cuando se llega a aceptar cada acusación e insulto sin reaccionar violentamente, ya se comprende el lugar desde el cual el Trabajo puede crecer y producir otro ser en uno, por eso es preciso observar lo que más trastorna, lo que más indigna, lo que nos hace decir que ya no aguantamos más, porque esto es una muy buena guía para la observación de sí y lo que es preciso observar. Cuando ya se siente la propia nadidad, se recibe la ayuda del Trabajo que reemplaza dicha nadidad con algo. Por eso esa necesario bajar mucho antes que se puede subir.


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