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ALEXANDRA B. PORTER , Ph. D.: EL NACIMIENTO ESPIRITUAL ...(II)
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 01/12/2009 09:36

 

 LA ESENCIA DIVINA SIEMPRE ILUMINA LA OSCURIDAD 

 

por

 Alexandra B. Porter, Ph. D.

 

Conferencia en tres partes sobre la Muerte y la Agonía

  

SEGUNDA PARTE: EL NACIMIENTO ESPIRITUAL ...(II)

 

Cuando llegamos a la Sexta Esfera, me di cuenta de que los Espíritus

trabajaban allí en armonía. Ninguno de los de nuestros grupos ni ningún ángel se

quedaron en esta Esfera y no se dieron explicaciones. Deduzco que, quizás, yo no

tenía la suficiente capacidad para comprender las razones de la existencia de esta

Sexta Esfera. O, es posible, quizás, que sean las leyes de la Sexta Esfera, las que

esté tratando de perfeccionar en mi vida actual.

Finalmente, en la Séptima Esfera es donde los Espíritus alcanzan el plano

de la exaltación y se hacen uno con el Gran Espíritu que rige el universo. Allí es

donde un Maestro Iluminado iría a vivir en unas circunstancias de perfectas luz

interior y felicidad.

En esta Esfera, la palabra “iluminación” significa completo conocimiento de

todas las cosas, sin modificaciones mentales. Es más fácil alcanzarnos para los

que se encuentran en la Séptima esfera que para los que están en cualquier otra

inferior. Sin embargo, lo harán sólo en caso de emergencia.

Se nos dijo que, cuando nuestros Espíritus pasan de una Esfera a otra, ese

paso se produce mediante una muerte. En ese caso, como en la muerte física, al

individuo se le advierte que la muerte está próxima y tiene tiempo de enfocar su

mente en un plano superior de pensamiento y prepararse así para la nueva vida.

Cuando llega el momento, se le hace dormir con el pensamiento dominante, en su

mente, de que va a hacer un cambio. Cuando se produce el cambio, su hogar deja

de estar entre sus anteriores amigos. El pensamiento lo ha preparado para

progresar y, cuando ese pensamiento que lo mantenía en el plano inferior cesa, la

encarnación de ese Espíritu, que está ligado a su pensamiento, deja de ser visible.

En ese momento uno, simplemente, deja de ser habitante de una esfera y, en un

instante, se convierte en habitante de otra. Cuando el Espíritu despierta, se

encuentra en su nuevo hogar en la esfera inmediatamente superior. Este cambio

es siempre para una vida mejor y más elevada. La única excepción es que no hay

cuerpos viejos que enterrar ni que se descompongan. Progresando de una Esfera a

otra, nuestro Espíritu se hace tan grande y universal que, a veces pensamos que es

excesivo y que ha de perder su personalidad. Debido a que toda la materia astral

deja de existir en el plano espiritual y sólo funciona allí el espíritu puro,

pensamos con frecuencia que su individualidad cambia a otra forma de ser. Y me

sorprendió comprobar que esa presunción no es cierta.

En mi experiencia visual del ataque terrorista que tuvo lugar el 11 de

septiembre de 2001, había también una intensamente lección sobre las víctimas y

los terroristas en general. Aquella visión me mostró muchas de las circunstancias

que prevalecen en la vida post mortem. Espero, a estas alturas, haber impreso en

vosotros que la separación del Espíritu de la forma física es un proceso natural. Y

eso es verdad, incluso cuando la muerta es inesperada o violenta. Sin embargo, en

el caso de un impacto repentino, como comprobé durante el ataque terrorista,

Cristo y Su Gracia infinita jugaron un gran papel en el proceso de la muerte de

muchos.

En un impacto repentino como un shock, un accidente, una catástrofe, un

ataque al corazón o un suicidio, todo el cuerpo espiritual, incluidos los cuerpos

astral y mental, son expulsados, completamente libres, fuera del cuerpo físico por

el impacto. En esos casos, los tres átomos simiente se separaron, alejaron y

descargaron del cuerpo físico en un segundo. En toda muerte violenta, el Espíritu

pasa por cierto grado de shock. El profundo sueño que parece caer sobre la

conciencia de esos Espíritus parece ser muy rápido, casi tanto como la luz.

Debido a esa rapidez, no hay dolor ni sufrimiento. Antes de que la conciencia sea

reasumida en la otra orilla, el conocimiento es bloqueado desde la conciencia,

hasta que el Espíritu ha sido totalmente separado y colocado en un estado de paz.

En cuanto a las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre de

2001, aprendí aquel día que, aunque la salida del cuerpo se produce generalmente

sin dolor, es una cosa terrible el separar un espíritu fuerte de un cuerpo sano,

literalmente arrancándolo de sus cubiertas. Sencillamente, porque no es un

proceso natural. Y porque ese tipo de muerte no es natural, la sensación siguiente

a la muerte fue impresionante. Aprendí que aquellas víctimas sólo podían

progresar mediante la muerte. Las ventajas personales más allá de lo físico eran

mayores que las de este plano.

En esta visión, mientras observaba mi entorno inmediato, me di cuenta

de que no era ni de noche ni de día. No pude ver ni estrellas ni rayos ni luz

alguna. Pero sí pude sentir que nos rodeaba gran lobreguez. Miré cuidadosamente

y vi, entre las víctimas, una densa atmósfera que relampagueaba en rojo y parecía

rodearnos con una densa y pesada niebla. Mientras todos los cuerpos muertos

esperaban con un miedo silencioso, parecí sentir sus pensamientos (podía oír sus

pensamientos). Tras algún tiempo, varios ángeles de rostros amables se acercaron

a las víctimas y les dijeron lo que había ocurrido y les expusieron cuál era su

situación. Les explicaron las leyes y las condiciones que hacen posible un hecho,

cuando ha sido ya establecido. Tras muchas explicaciones, todas las víctimas

comprendieron que, en el choque del avión contra las Torres Gemelas de Nueva

York, sus Espíritus se habían visto forzados a abandonar sus cuerpos físicos.

Pude captar cuándo cada víctima comprendía que había dejado el

mundo físico de los hombres porque, cuando llegaban a esa convicción, su dolor

estaba más allá de toda descripción. Y sentí todo el dolor que cayó sobre ellos

con tal constatación. Era dolor por la esposa, dolor por el marido y dolor por los

niños pequeños, y preguntas sobre si sus pruebas, preocupaciones y sufrimientos

en la vida física fueron necesarios. Vi claro también que, desde el punto de vista

de algunas de las víctimas, el vivir algunos años más o menos era muy

importante. Su gran aflicción cuando supieron lo sucedido los ató y los mantuvo

en esa condición y en ese punto del espacio.

En una muerte violenta de este tipo, la muerte suele ir acompañada de

medidas momentáneas de shock. Recuerdo especialmente haber visto a una

mujer delgada, de ojos almendrados y una sonrisa definida y contagiosa. Cuando

las otras víctimas se le aproximaban, ella decía que se encontraba “perfectamente

bien.” Mientras hablaba, aún me recuerdo pensando cómo se parecía a la mujer

de mi sobrino. Ella no había comprendido que su forma física había muerto y que

había fallecido para el plano físico. Por fin, la visión de su destrozado cuerpo

físico, rodeado por los cuerpos muertos de otros, fue el medio de convencerla.

Lo que ocurrió en este caso fue que, antes del choque del avión con las

Torres Gemelas, las glándulas endocrinas de aquella mujer habían secretado de

repente sus hormonas de transición. La secreción instantánea en el torrente

sanguíneo produjo la suspensión temporal de la conciencia y por eso no se

registró por la mente el shock de la repentina expulsión de los cuerpos astral y

mental, del cuerpo físico. Como consecuencia, la gracia de Cristo entró en juego.

El profundo sueño de la muerte que siguió no es más que el que el anestésico

produce en el cuerpo físico. Bloquea la conciencia del movimiento durante un

tiempo determinado, cerrando el conocimiento consciente del Espíritu, mientras

las formas superiores y las fuerzas espirituales son separadas o retiradas.

Primero, el átomo simiente del corazón descargó las imágenes de su

próxima muerte en el torrente circulatorio y las glándulas segregaron sus

hormonas de transición. Al mismo tiempo, los átomos simiente de la forma física

se prepararon para ser vertidos del cuerpo físico por esas hormonas, así que, tras

el impacto, el cuerpo espiritual fue liberado del físico y la mujer continuó con su

último pensamiento consciente, como si no hubiese existido el golpe fatal

Las víctimas permanecieron en ese estado durante lo que me pareció

un largo espacio de tiempo. Y entonces, varios ángeles de rostros amables

empezaron a hablar fuerte. Esta vez sus palabras no iban acompañadas de una

imagen mental como antes. Esa vez fue como si mis oídos estuvieran grabando

modelos específicos del habla humana. Les decían a las víctimas que “la muerte

sólo había avanzado su esfera de vida, y que eran aún seres vivientes, habitantes

ahora del primer plano más allá de la tierra...” Tras varios comentarios más

terminaron diciendo que “sólo podemos progresar mediante la muerte física.”

Me di cuenta de que, durante el contacto, la víctimas no se movieron

Percibí que no se sintieron felices hasta que los ángeles les hablaron. De algún

modo, la presencia de los ángeles o, quizás, sus mismas palabras, habían curado

sus particulares preocupaciones. Cuando alcanzaron la conciencia completa,

pudieron moverse libremente. Entonces, el ambiente oscuro pareció cambiar a

mis ojos, como la niebla se disuelve con el sol, y un rayo de luz que crecía a cada

instante, lo remplazó.

 

 

 

 
 


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De: moriajoan Enviado: 24/05/2010 20:32
 

 

 LA ESENCIA DIVINA SIEMPRE ILUMINA LA OSCURIDAD 

 

por

 Alexandra B. Porter, Ph. D.

 

Conferencia en tres partes sobre la Muerte y la Agonía

  

SEGUNDA PARTE: EL NACIMIENTO ESPIRITUAL ...(III)

 

Cuando

Los terroristas aparecían apilados en un montón. Cuando conté sus

cuerpos, había diez terroristas. Entre ellos había dos víctimas, que habían sido

parte del mismo equipo terrorista. El montón de cuerpos que vi estaba situado en

el mismo espacio del cordón trenzado de hilo de oro. Su posición o

emplazamiento entre los dos mismos ángeles parecía indicar que su destino final

era ese mismo sitio. Aunque parecían aislados de las víctimas, en un montón, los

ángeles se les aproximaron del mismo modo que a las víctimas. No pude ver,

sentir ni percibir ninguna diferencia en el trato. Los ángeles les dieron la

bienvenida y los trataron de la misma menara humilde y amable que habían

empleado con las víctimas.

La apariencia de los terroristas era sustancialmente la misma que la de las

victimas. Sin embargo, a los terroristas que fallecieron el mismo día, las

emanaciones parecían producirles un efecto diferente. Lo más intenso era su

tangibilidad, completamente oscurecida por el éter rojo oscuro a su alrededor y de

cuyo alcance no podéis haceros idea.

Es ésta una experiencia que quiero compartir con vosotros porque me causó

una profunda impresión. Durante un momento, la primera diferencia aparente fue

que en los terroristas no hubo estado de inconsciencia. No eran pensadores, iban a

la deriva, como si no tuviesen facultades mentales.

Además, aunque pude percibir que ellos sentían el sufrimiento de la

Humanidad, el luto de una madre, el corazón roto de una esposa, un niño

sollozando, las sugestiones mentales que yo sentía, parecían ayudar y sostener a

los terroristas con virilidad y vigor. Con esa fuerza, parecían satisfacer una

ambición que residía en un crudo egoísmo. Me pareció como una ambición

dándoles la autoridad para defender a una nación o la integridad de un país en un

orden divino. Tuve la clara impresión de que, aunque ellos sabían que el final

sería la muerte física, tenían claves para entender lo que era la muerte física. No

era la simple comprensión de lo que era la muerte física, sino una comprensión

más profunda de la que tenían todos los demás muertos. En realidad, en ellos no

había miedo. Para ellos, el vivir en el tiempo presente no era tan importante como

para las víctimas. Así pude comprender cómo se habían liberado de la atracción

del plano físico.

Con mi fondo cristiano, yo suponía, y quizás esperaba, un pequeño

relámpago de remordimiento. Deseaba oír decir a los terroristas, a los ángeles o a

alguien: lo siento. Quería escuchar que algún bien saldría de aquello. Pero no oí a

nadie. Pronto, sobre ellos apareció una nube dorada que tomaba forma y se movía

como siendo dirigida. Cuando pregunté en mi mente, se me respondió, o tuve la

sensación de que se me dijo, que los terroristas estaban concentrando sus

pensamientos. Sin embargo, lo que había sobre ellos no emanaba de sus propios

pensamientos. Parecían estar comunicando con la fuerza de su Dios Interno.

Los ángeles, con rostros amables, se acercaron también a los terroristas

como un rayo de luz que crecía por momentos, y escuché las palabras de estímulo

que inundaron mi mente. Las palabras fueron: “Se nos ha hablado sobre el amor

de Dios apenas hemos sido capaces de aceptar las nuevas condiciones de vida tras

la muerte. Él no es el Dios abstracto que conocen la mayor parte de los humanos

en la Tierra. Hemos de reconocer que Dios está en el corazón de cada cosa. Es la

fuerza que fluye a través de toda la creación. Vosotros sólo podréis conoceros de

veras cuando comprendáis que Dios es la única fuente de la que podéis extraer el

agua de la vida. No hay otra fuente, si tenemos esa idea de Dios.”

Me di cuenta entonces de que se nos enseña cómo extraer esa fuerza. Sin

embargo, hasta entonces, no se nos abandona sin ayuda en un mundo objetivo.

Puede parecernos objetivo a nosotros, pero ha sido creado con la intangible mente

de Dios, con su voluntad fluyendo por cada imagen de su creación y dando la

vida a todo. Entonces comprobé también que los terroristas tenían que aprender y

admitir que, en las tres dimensiones de nuestro mundo físico, nuestros cinco

sentidos no nos explican peor que un ciego. Al final, ellos se fueron con una

especie de promesa de que, pasando a la otra orilla, todas las cosas tales como

adquirir el conocimiento y la luz y la sabiduría serían suyas. Luego, las palabras

terminaron y, de nuevo se hizo el silencio.

Está claro para mí que la gente lleva a la otra vida el mismo espíritu que

tuvo en ésta, despojado de la carne externa. Todo está calculado. Nada se deja al

azar. Por medio de la visión psíquica, pude percibirlos con tanto detalle que eran

tan reales para mí como si hubieran impresionado mi retina. Me llené de felicidad

porque sabía que se había producido un gran cambio. Dios había extraído de los

terroristas todo aquello de lo que ellos querían liberarse. Ellos sentían que se les

había proporcionado una experiencia deliciosa que ellos, en cierta medida, habían

imaginado, pero dudaban de que pudiera ser posible. Me pareció que los

terroristas habían hecho un largo viaje y habían llegado a una casa de reposo. Sin

sueños que alteren su descanso y los despierten como a un gigante refrescado. Lo

que les produjo mayor conocimiento fue el haber ganado lo que creyeron que

habían perdido.

En mis reflexiones de hoy sé que incluso el viento puede ser solidificado, ya

que el viento es atmósfera. Todo en el mundo es sustancia y todo es vida. Ambas

son una y la misma cosa, pues la vida jamás ha existido ni podrá existir sin la

materia. Para mí, el cerebro, por ejemplo, aparece como una máquina admirable

en actividad constante. En esa admirable máquina, cuando un pensamiento se

construye y se envía, nos alcanza por medio del movimiento de la materia.

Cuando nos alcanza, hay una consistencia definitiva de la materia en movimiento,

que penetra en la máquina cerebral. No sólo podemos verlo entrar sino, aunque

limitadamente, podemos verlo también emerger instruido para hacer lo correcto

de un modo que no podemos describir. Si podemos ver entrar esa materia,

podemos entender su suma psíquica total. Es reconocible para nosotros por la

forma perfecta que existe en cada uno.

Entre los dos grupos arriba descritos, el trabajo de las víctimas era el de

construir el carácter. La gran ley que lo hizo posible y es la más elevada para la

Humanidad, es la influencia de la Tierra, que justifica a ambos, a las víctimas y a

los terroristas.

 

 

 

 
 


 
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