Luminosa Bendición

Aceptemos simbólicamente al Plano Físico como una gran Universidad De la Vida Espiritual -la vida verdadera-, proceden los alumnos, o mas propiamente hablando, las criaturas que nacen en los hogares humanos.

Sin embargo, antes de su corporificació n en la cuna terrestre, disfrutando de la facultad de escoger determinadas pruebas y lecciones, solicitan su matriculación en los institutos de la reencarnación, con miras a las realizaciones que consideran necesarias para su propio perfeccionamiento.

Las materias en las que solicitan capacitarse son de lo más variados.

Tenemos aquellos que demandan por un renacimiento en una cura extremadamente pobre, con el fin de que el aguijón de la necesidad les auxilie a descubrir la alegría de trabajar.

Surgen los que piden deformidades en el cuerpo con la intención de encender la luz de la humildad en su interior.

Sorprendemos a los que solicitan molestias congénitas e irreversibles, con los que han de intentar la corrección de hábitos desdichados con los que se desbarrancaron en otras etapas del tiempo.

Están los que ruegan tribulaciones difíciles de soportar, procurando acumular fortaleza en el Espíritu.

Observamos a quienes quieren inhibiciones en el campo afectivo con el objetivo de lograr la purificación de sus sentimientos.

Y existen muchos de quienes implora el retorno ante la presencia de antiguos enemigos, con los que se ligan mediante los lazos de la consaguinidad, intentando aprender a perdonar y tolerar en el ámbito del hogar.

Obtenidas las concesiones, comienzan la providencia para efectivizarlas en beneficio de los solicitantes; sin embargo, muchos aprendices retroceden frente a los obstáculos, entrando en conflictos de conciencia. En lo intimo, se saben carentes de valores espirituales, tales como la paciencia y la humildad, el coraje y la firmeza de carácter, el espíritu de renuncia y la comprensión, mas se vuelven instintivamente hacia los estados negativos con los que se enmarañaron en muchas de las existencias pasadas, mostrándose luego, mas endeudados frente a la contabilidad divina de la vida.

Si te hayas en la Tierra en un proceso similar de perfeccionamiento o de rescate de deudas, serena tu corazón reflexionando en la perennidad de la vida y pide fuerzas a Dios en tus oraciones para que no te aparte jamás del rumbo cierto.

Y, lejos de los trofeos pasajeros de la Tierra, capaces de engañarte con las exterioridades de la vida humana, reconocerás en lo más hondo de tu propio ser que estas conquistando, poco a poco. Por medio del trabajo y el servicio constantes, y siempre con la bendición luminosa de la resignación, los valores imperecederos de la paz y la alegría.

La Verdad nos hará libres

por José de Pizarra