La reciente enfermedad del Comandante en Jefe, ha trastocado los planes imperialistas. La Revolución Cubana sale más fuerte y se consolida.

La política exterior del gobierno norteamericano depende de muchos factores. Los objetivos generales estratégicos de esas políticas poco cambian, como no cambian los intereses del imperialismo que los determina y,  con frecuencia,  permanecen relativamente estables durante largos períodos de tiempo.

Sin embargo las políticas, las acciones prácticas específicas para lograr esos objetivos, lo que vendría siendo la  táctica en lo militar, siempre está sujeta a las posibilidades concretas de lograr los fines que  persiguen, a coyunturas, a percepciones cambiantes, a movimientos en las situaciones fuera de su control, a choques momentáneos de intereses internos y externos, y a otros que obligan a reajustes tácticos.

Los fines estratégicos de las políticas norteamericanas hacia Cuba de los distintos gobiernos norteamericanos, a lo largo del último medio siglo, han sido esencialmente los mismos: Evitar el avance del Socialismo y revertirlo, destruyendo, neutralizando, inutilizando, o mediatizando la Revolución.

El Plan Bush-FNCA, que contiene un capítulo secreto, y otros seis, tiene como enunciados:

“Acelerar o precipitar el fin de la dictadura de Castro: transición, no sucesión”.
“Ayudar a los cubanos a responder a las crítica necesidades humanitarias y sociales”.
“Ayudar a los cubanos a realizar elecciones libres”.
“Ayudar a los cubanos a crear oportunidades económicas basadas en el mercado”.
“El papel de la comunidad internacional”
“El papel vital de los cubanos de afuera”

En ninguna parte del entuerto confeccionado en verdad por la mafia terrorista revanchista, se dice claramente el verdadero objetivo, pero de solo ver los enunciados, los fines de suplantar la actual sociedad cubana que construye el socialismo, por otra capitalista, se muestran con toda su crudeza:  la transición a un “régimen democrático” (léase burgués), “la no sucesión” (no continuidad de la dirección revolucionaria), “elecciones libres” (para intentar cambiar nuestro sistema democrático por el de ellos), “economía de mercado” (léase capitalismo), “papel de la comunidad internacional” (intervención extranjera) y “papel de los cubanos de afuera” (léase regreso al poder de la burguesía dependiente cubano-americana expropiada).

Son los mismos objetivos, fines, perseguidos por todas las administraciones norteamericanas anteriores, solo que adecuados a las circunstancias cambiantes nacionales e internacionales. Ya no existen la URSS y el Campo socialista, verdaderos sostenes internacionales de nuestro proceso en lo económico, político y militar. La Revolución  Cubana está saliendo de la difícil prueba del período especial bajo el doble bloqueo que significó a la caída del campo socialista y el endurecimiento de todas las leyes del embargo, los cuales  objetivamente desangraron nuestro país,  que a duras penas pudo mantener los principales logros de la Revolución en salud, educación y una deficitaria canasta básica que nunca nos alcanza y del que no  creyeron que pudiéramos salir con vida.

Si algo demostró el Período Especial, una nueva versión moderna y ampliada de la Reconcentración de Weyler,** es la capacidad de resistencia infinita que desarrolla  un pueblo en Revolución.

Dadas estas circunstancias, incluyen en su plancito un capítulo dedicado a las “necesidades críticas humanas y sociales”, derivadas precisamente de toda esa situación por la que atravesamos. Este capítulo es  el más cínico de todos, pues al menos los otros no ocultan sus verdaderos objetivos.

Acabados de aprobar su segundo Plan  -tendrán que hacer no dos, sino infinitos planes- ocurre la enfermedad que  obligó al Comandante en Jefe a una intervención quirúrgica y a delegar transitoriamente sus funciones. La reacción unánime del Pueblo ante la Proclama del jefe fue primeramente de tranquilidad, recogimiento, y preocupación por su salud, y en este sentido se puede hablar de unanimidad real, pues la tranquilidad se observó hasta en los aislados grupos de la oposición interna.

El apoyo a la Proclama estaba por descontado, no fue necesario ni manifestarlo en los primeros momentos. La asumimos todos inicialmente, con cierta lógica: enfermo Fidel, Raúl sigue, la Revolución continúa. Luego del momento inicial vinieron las manifestaciones de apoyo, los análisis, las especulaciones callejeras del común cubano, pero  el apoyo mayoritario incuestionable.

Que se conozca, no hay una sola manifestación pública de un solo cubano en nuestro país que se haya alegrado del estado de Fidel, o que se haya opuesto abiertamente a su proclama. No consiguieron las primeras desafortunadas declaraciones de los voceros del gobierno norteamericano y los llamados de la mafia terrorista de Miami  un solo aliado interno, que les secundara. Y tampoco  se ha conocido de un solo acto de repudio, represión, encarcelamiento, o asedio a ningún opositor interno, lo que demuestra que la actitud asumida por ellos respondió a sus propias consideraciones y no a presiones del gobierno ni de sus organizaciones. Los tradicionales voceros de la oposición interna hicieron declaraciones a los órganos de prensa que normalmente acuden, pero en ningún caso secundando el llamado miamense.

La reacción grosera, inhumana, desalmada de grupos fascistoides en Miami, celebrando la enfermedad y eventual muerte del Comandante en Jefe ha terminado por aislarlos totalmente  y puede haber ahondado sus diferencias con la oposición interna y en el propio seno de la emigración cubana. Quedaron al descubierto los ánimos tenebrosos que mueven aquellos intereses. La “disidencia” interna quizás esté tratando de ganar algo con esto.

La reacción del pueblo cubano, y las inmediatas muestras de respaldo internacional al respeto de la soberanía de Cuba, de pueblos y gobiernos de todo el mundo, incluidos aliados de Estados Unidos, inesperadas para el imperio y sus compinches de Miami, paralizó el sentido de las primera declaraciones del gobierno norteamericano, puso en crisis los presupuestos en que se basa toda la estratagema del Plan Bush, y llevó al Presidente norteamericano a declarar el 7 de agosto: "El pueblo de la isla de Cuba debe decidir".

Esta declaración, que no cambiará los fines estratégicos de la politica imperialista hacia Cuba, evidencio un halo de prudencia en la actual Administración en estas circunstancias, se despegó de las que continuaron haciendo funcionarios y congresistas de origen cubano y de la  FNCA y de las propias sentencias contenidas en el “Plan para una Cuba libre”, y parecieron responder a una mejor evaluación de la realidad cubana y de la falta de respaldo interno y externo a las opciones propugnadas por la derecha cubana-americana.

En la sociedad norteamericana, varios órganos de prensa, congresistas, ex funcionarios importantes del gobierno y presumiblemente de la Comunidad de Inteligencia y del Departamento de Defensa, según se desprende de algunas informaciones públicas, instaron a la Administración a asumir la posición pública de no interferencia en el proceso que se desarrollaba en el seno de la sociedad cubana.

Si la frase del Presidente Bush "El pueblo de la isla de Cuba debe decidir" fue solo una muestra de prudencia ante la situación y una nota más del cinismo de esta Administración, elevado a categoría de politica exterior, o refleja en el futuro  que  han interiorizado la necesidad de revisar las bases de su política hacia Cuba, su gobierno  tendrá oportunidad de demostrarlo, tan rápido como quiera y pueda, en las maneras en que siga abordando el lenguaje hostil contra la Revolución, el embargo económico (bloqueo) y las leyes  Torricelli y Helms-Burton,  el “Plan para una Cuba libre”,  la ley de ajuste cubano, el financiamiento de sus organizaciones contrarrevolucionarias y terroristas pantallas, las transmisiones de Radio y  TV “Martí”,  el caso de los cinco cubanos antiterroristas injustamente sancionados, y el asunto de Posada Carrilles, para citar solo algunas de las más irritantes acciones de Estados Unidos.

Mientras, la contradicción principal que vive hace casi tres siglos la nación cubana: Independencia o Anexión, seguirá siendo atizada desde el Norte y casi todo el pueblo cubano, seguirá unido, como se ha demostrado en estos días y preparándose para enfrentar cualquier eventualidad con todas sus consecuencias, y avanzar inevitablemente en su única opción independentista que es el socialismo, pues sabe que cualquier variante de capitalismo en Cuba conduce a la anexión.

De esta prueba la Revolución está saliendo con una fuerza descomunal, en el pleno sentido de la palabra, extraordinaria, fuera de lo común, nacida de lo más hondo de la nación cubana, convencida de la invencibilidad de su proyecto de nación socialista que germinaba en el democratismo martiano. Aquí nadie quiere marcha atrás “ni para coger impulso” 

El sr. Bush no es tan tonto como a veces parece, para no darse cuenta. Sabe que su plancito sólo sirve, a lo mejor ya ni para eso,  de comedero electoral a sus acólitos de Miami, y tendrá que reevaluar sus próximos pasos respecto a Cuba, sin –sabemos- dejar de buscar sus objetivos de revertir el proceso revolucionario socialista cubano.

El imperialismo sabe, porque durante muchos años estudió y trabajó para minar las bases del socialismo que se pretendió construir el Europa, que la reversibilidad hacia el capitalismo de los procesos socialistas es posible mientras no se consoliden, extiendan y predominen en la sociedad las nuevas formas de organización de la producción, la distribución y el consumo propiamente socialistas, que no son las basadas en el trabajo asalariado ni en la concentración de la propiedad, sino en el trabajo autogestionado de los propietarios colectivos asociados y el control democrático del excedente de producción por parte de los colectivos empresariales y que deberá extenderse a toda la sociedad para poder triunfar, descubiertas por  Marx  en el cooperativismo surgido del propio seno del Capitalismo. ***

Mientras el Imperialismo  hace cábalas, buscando encontrar qué y cómo puede hacer para intentar regresar atrás el proceso socialista cubano, nuestro pueblo, que ha dado esta muestra irrestricta de respaldo a Fidel, a Raúl, a su Revolución, sabe que la única respuesta a sus nuevas maniobras, es consolidar la alternativa socialista que escogió hace más de 40 años, la cual necesariamente  solo puede subsistir avanzando. Esta es la forma de hacer imperecedera la lucha iniciada en el Moncada, por nuestro invito Comandante en Jefe.
Con esa fuerza descomunal, seguiremos adelante.

Salud Eterna a usted y a su obra, Comandante, en su cumpleaños.


*Lic. Pedro Campos Santos. Ex funcionario del Servicio Exterior de Cuba. CE perf@disemah.com
**Reconcentración de Valeriano Weyler, política parecida a los campos de concentración nazi, a la que acudió el Capital General de la Isla Valeriano Weyler en 1896-97, cuando las guerras de Independencia, para aislar a la población de los mambises.
** *C. Marx. El Capital, Tomo III, Capitulo XVII. También tratado en la Guerra Civil en Francia.