| Incierto destino del dinero para conspirar http://www.argenpress.info/nota.asp?num=033634 En el primer capítulo del informe complementario del Plan Bush para la anexión de Cuba, dado a conocer en julio último, se enuncia la estrategia y las medidas específicas que la llamada 'Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre' recomienda aplicar de inmediato para precipitar el derrocamiento del Gobierno Revolucionario.
Argumentan la necesidad de este nuevo informe como resultado de los cambios que, según su muy interesada apreciación, han tenido lugar dentro y fuera de la Isla en los dos años transcurridos desde la puesta en marcha del plan, en el 2004.
Ellos mencionan un supuesto incremento de la contrarrevolución, así como el hipotético desaliento de los cubanos en la ínsula.
Según esos 100 funcionarios de Washington redactores del documento, pareció oportuno crear el Fondo Cuba para un futuro democrático, al cual asignan 80 millones de dólares para ser distribuidos en 24 meses.
Tal dinero será invertido como sigue: 31 millones para apoyar a los grupúsculos internos subordinados a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA); 10 para conceder becas y cursos de entrenamientos en universidades de los EEUU y terceros países a individuos, por supuesto, afines a estos elementos; 24 para la propaganda anticubana en medios internacionales, incluido Internet, y 15 para sumar nuevas fuerzas internacionales a los esfuerzos desestabilizadores desde la Casa Blanca.
Curiosamente la mayor partida -31 millones de los 80- serán destinados a pagar salarios, financiar reuniones, cenas, cócteles y actividades afines a las que son tan proclives los diligentes opositores independientes anticastristas del patio.
No pocos observadores y analistas especulan acerca de cuánto de esa asignación cruzará realmente el Estrecho de la Florida y llegará a los bolsillos de sus beneficiarios, y cuántos circulará por las avenidas y playas de Miami.
Las dudas, por supuesto, tienen su fundamento en la práctica de las últimas décadas en que, como se conoce, gran parte del dinero del contribuyente norteamericano se queda allá, entre quienes viven de hacer declaraciones, ofrecer entrevistas, fraguar planes y más planes y adoptar poses de patricios desde oficinas refrigeradas o elegantes bares.
En fin de cuentas, pensarán con cierta lógica, que en Cuba con unos pocos billetes verdes se vive bien, pues no tienen que gastar nada en salud, educación y en alquileres, servicios básicos que a ellos, allá, los obligan a desembolsar grandes cantidades mensualmente.
A la hora de distribuir la plata influye también entre los cabecillas la idea de que la labor calificada corre por su cuenta y los de la Isla solo hacen el trabajo sucio, de lleva y trae, que requiere menos calificación, pues para materializarlo no deben pensar mucho, simplemente seguir al pie de la letra las indicaciones superiores.
Bien pensado lo mejor es no perder la paciencia, dirán para sus adentros estos mercenarios, porque el propio Plan de Bush asegura empleo a largo plazo, pues después de los próximos dos años, cuando se hayan consumido los 80 millones de ahora, habrá 20 más por año. |
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