Washington, 18 sep (PL) El fantasma de la corrupción deambula nuevamente por los pasillos del Congreso estadounidense, tras destaparse el caso del representante republicano Robert Ney, destaca hoy el diario The New York Times.
En un editorial, el influyente rotativo señala que una de las maniobras puestas en marcha por los legisladores, de cara a elecciones de noviembre próximo, es tratar de convencer a los votantes de que quedaron atrás sus vínculos con lobistas corruptos.
Líderes de la Cámara de Representantes prometieron poner fin a "la niebla" y a "las sombras" con un cambio cosmético en las reglas de cabildeo, el cual no eliminaría los millones de dólares que corren por el Capitolio por concepto de cobro de favores.
Pero los fantasmas políticos del señor Ney y Tom DeLay, ex líder de la mayoría en la Cámara baja, deben asediar este Congreso y en especial a los republicanos, debido a su "negativa deshonrosa" a acabar con la industria del cabildeo, afirma el Times.
La semana pasada, Ney llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia, según el cual reconoció ser responsable de un cargo por conspiración y otro por falso testimonio, implicado en el escándalo del ex lobista Jack Abramoff.
A inicios del verano, el legislador anunció que no se postularía para ser reelegido en los comicios de noviembre próximo, decisión que adoptó bajo presión del Partido Republicano, cuya cúpula temía perder ese escaño debido a la turbia imagen del diputado.
Ney se convirtió así en la primera figura del Congreso en admitir sus nexos con Abramoff, quien en enero de 2006 -también en un arreglo con la fiscalía- se declaró culpable de dos de los seis cargos de corrupción que tenía en su contra.
Abramoff reconoció ser responsable de conspiración para cometer fraude y de evasión de impuestos
El pacto incluyó, además, que el acusado cooperaría con la justicia en cualquier investigación federal seguida en Washington en torno a legisladores beneficiados con sus favores, maniobra que atemorizó a más de un congresista, entre ellos a Ney.
Célebre por sus nexos con conocidos líderes republicanos, Abramoff admitió haber participado en un caso de fraude y corrupción por la compra de Casinos SunCruz, en 2000.
El escándalo estalló hace casi cuatro años, al trascender que el ex lobista y su socio Michael Scanlon cobraron a indígenas 80 millones de dólares por viabilizar ante el Congreso sus intereses favorables a las casas de juego.
La promoción fue realizada a cambio de regalos, favores y viajes pagados. Entre estos últimos sobresalió una excursión para jugar golf en Escocia, de la cual disfrutaron varios legisladores y asesores que trabajaron en proyectos de ley sobre los casinos.
Entre las acusaciones contra Abramoff sobresalió una por la compra de una flotilla de barcos-casino en Florida, para lo cual falsificó documentos sobre su financiamiento.
Uno de sus socios, Scanlon, se declaró culpable en octubre de 2005 y aceptó cooperar con la investigación, también a cambio de una pena reducida, acción que puso contra la pared al ex cabildero.
Además de Ney, entre los políticos bajo escrutinio se encuentra DeLay, obligado a renunciar a su curul en la Cámara de Representantes debido a los cargos que enfrenta en Texas por lavado de dinero.
En la causa salió a flote que Abramoff, a cambio de influencias, canalizó 50 mil dólares a la esposa de DeLay a través de una organización de caridad.