Los colombianos no sabemos para donde vamos ni adónde nos llevarán los gobernantes actuales del país. Se puede pensar por realismo que la entrega del presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez a los dictados de poder del nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quebrantando con afán la lucha por la unidad de la América Latina y el Caribe que está en marcha, era un gesto débil de un inmaduro conductor político que manifiestamente muestra su afán por llegar a tener un lugar en la historia de América como uno de sus más altos prohombres. Su pequeña estatura física no le permitió reflexionar sobre la verdadera historia de la América Latina para lograr la independencia total, que quedó trunca hace 200 años cuando nos lanzamos con éxito a la conquista de la independencia de nuestras naciones. Por eso el presidente Uribe de Colombia se empeña en parecerse a las castas de dictadores tropicales que se apoderaron de Centro América, el Caribe y algunas naciones de la América del Sur, pese a la lucha heroica y valiente de los pueblos latinoamericanos por lograr realizar su verdadero destino histórico de independencia nacional y de un tipo de nueva sociedad democrática, soberana y apoyada en las mejores características y calidades de nuestros pueblos. Se puede decir que la América Latina y del Caribe es, desde sus luchas por la independencia y soberanía nacional, un esfuerzo constante, heroico e invencible por lograr la transformación profunda de nuestras sociedades y construir un tipo de nueva democracia social que realice las mejores aspiraciones de nuestras naciones.

Como Colombia ha corrido con la mala suerte de que se ha instaurado en el país un gobierno retardatario, represivo, muy similar a los que instauraron y manejaron los famosos dictadores tradicionales de América Central, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Venezuela, Perú, Paraguay, Bolivia y muchas otras de nuestras naciones, que fueron atrapadas por regímenes de fuerza y de enriquecimiento ilícito de las familias gobernantes.

Desde nuestra propia independencia surgieron grandes líderes democráticos que tuvieron una visión profunda de la necesidad de los cambios sociales y de crear sociedades de respeto a la vida y a la condición humana, con vigor para superar todas las expresiones de atraso político de los sistemas coloniales que nos dominaron inicialmente. Por eso, en estos momentos, cuando hay un movimiento vigoroso y lúcido de los pueblos latinoamericanos y del Caribe, incluso de algunos africanos que miran a nuestro propio Océano Atlántico, y a nuestra América del Sur y del Caribe, como el aliado natural para vencer el colonialismo y crear un nuevo mundo democrático y humanista .

Por todo ello resulta que el sistema del gobierno actual de Colombia, políticamente retardatario y regresivo, entregado al viejo dominio de los Estados Unidos de Norteamérica, ha entrado en una crisis profunda como consecuencia de los impulsos renovadores y democráticos de nuestros propios pueblos. Por eso resulta, para mí mismo, interesante la experiencia de haber entrado en contacto con el actual Congreso de Colombia, del que fui miembro como Senador de la República durante ocho años, para sentir, oír y oler los nuevos y viejos vientos de cambios y los empeños retardatarios de quienes pretenden parar la actual marcha democrática de la América Latina y del Caribe para reinstalarnos como naciones dependientes del viejo imperialismo norteamericano, tal como acaba de hacer el presidente de Colombia, quien pasando por encima del Congreso de la República y del espíritu democrático que también está en marcha en Colombia, dio varias vueltas hacia atrás para entregar a Colombia del control del poderío militar de los Estados Unidos. Uribe Vélez firmó el tratado que le trajeron funcionarios civiles y militares de los Estados Unidos, quienes actuaron como representantes del nuevo presidente de ese país Barack Obama , en quien los propios norteamericanos y toda la América Latina habían depositado sus esperanzas de que el siglo XXI fuera para Colombia y toda la América el siglo de completar la tarea de alcanzar la independencia definitiva y una soberanía moderna que nos permita ganar a pasos largos nuevos espacios en el progreso de las sociedades humanas y poner en ejecución ideas políticas sobre una nueva democracia social, tal como la alcanzaron a soñar los grandes conductores de nuestra independencia de hace 200 años: Bolívar, Santander, San Martín, O’Higgins, Sucre, Pedro II, Artigas, Martí, Miguel Hidalgo, Rodríguez de Francia y otros.

Lamentablemente, el actual presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, resolvió entregarse a las peticiones del nuevo presidente de los Estados Unidos Barack Obama y abandonó la soberanía colombiana, para un contrato que le entrega a Estados Unidos el derecho de instalar y manejar 7 bases militares en Colombia y América Latina, con dotaciones para funciones de observación y militares en Colombia, inicialmente por 10 años. Este hecho produjo la protesta no solamente en Estados Unidos sino en el continente americano y en la propia Colombia, pues, pese a la regla para controlar el comportamiento de los soldados norteamericanos destinados a Colombia, siempre habrá problemas. Los colombianos todos volvimos a vivir los impactos históricos por la ocupación y presencia de Estados Unidos con fuerzas militares en Panamá y por sus diversas intervenciones en conflictos internos colombianos.

Reencuentro con el Congreso de Colombia

Revisando todos estos hechos llegué a la conclusión de que era muy importante restablecer mis contactos personales con los miembros del Congreso de Colombia en donde hay notables debates sobre problemas nacionales, y los habrá por la firma del tratado de Uribe Vélez con el gobierno de Estados Unidos. Este hecho es muy importante porque son varias las cuestiones que el Congreso de Colombia examinará respecto de las nuevas relaciones con Estados Unidos firmadas por el presidente Uribe Vélez. Por ello visité la sede del Congreso de la República y me puse en contacto con varios parlamentarios, especialmente los de la oposición del Partido Liberal y del Polo Democrático.