Divulgaron más fotos de israelíes posando con presos palestinos

En la prensa mundial Israel ha estado en primera línea. La operación “Plomo Fundido” en la Franja de Gaza en el año 2008, que condujo a la investigación encabezada por el juez Richard Goldstone; hace poco el lamentable accidente por la “Flotilla de la Paz” fletada para romper el bloqueo a Gaza y en la cual además de varios heridos, perecieron siete ciudadanos turcos, y que condujo a la creación de la Comisión Turkel; recientemente la sentencia impuesta a dos sargentos de la brigada Guivati por utilizar a un niño palestino como escudo humano durante la incursión a la Franja.
La pregunta que surge es: ¿cuál es el código ético de Tzáhal, el Ejército de Israel? Ya antes de la existencia del Estado fue establecido un código de conducta moral (de la cual es difícil hablar en casos de guerra) que trató de ser lo más humano posible, y al cual adherían los combatientes de Haganá así como los del Palmaj, su fuerza de choque. Este código pasó posteriormente a ser parte de la conducta del Ejército de Defensa de Israel y contiene entre otras cláusulas las siguientes: Triunfar en el propósito; no usar violencia contra civiles; distinguir entre combatientes y no combatientes; evitar el pillaje y la violación de mujeres; no matar a prisioneros; no dejar a camaradas muertos o heridos en el campo de batalla y tratar de rescatarlos aun a costa de la propia vida. Podemos decir que incluso enfrentando situaciones problemáticas, Israel se ha adherido a estos principios durante los 62 años de su difícil existencia.
Cuando nuestros soldados terminan la primera parte de su entrenamiento, tiene lugar la ceremonia llamada “juramento”. Durante ella juran “defender a Israel” y mantener la llamada “pureza de las armas”, noción que básicamente incluye los principios éticos mencionados.

La meta del enemigo es nuestra desaparición
Este código ético fue actualizado a mediados de los '90 y en su redacción participó el Prof. Assa Kasher de la Universidad de Tel Aviv, filósofo laureado con el Premio Israel. El código tuvo que ser revisado en 2003, debido a que la guerra tradicional pasó a ser la lucha contra el terrorismo y contra enemigos cuya última meta es la total destrucción y desaparición del Estado judío.
Por esencia, cualquier guerra en sí es terrible y es imposible que la población civil no se vea afectada entre las facciones en pugna. Cuando un país va a la guerra, con todos sus principios éticos y morales, su finalidad es lograr los objetivos propuestos .Durante la operación “Plomo Fundido” hubo víctimas inocentes, especialmente si el enemigo (como es el caso de Hamás) operó desde zonas densamente pobladas y utilizó a civiles como escudo; soldados murieron accidentalmente por fuego de sus propios compañeros y cayeron accidentalmente bombas en lugares no planeados.
Existe un problema cuando es necesario destruir edificios de apartamentos, mezquitas, hospitales y colegios convertidos en fábricas o depósitos de armas, desde los cuales se lanzan misiles y en los cuales hay población civil. Cuando haya que decidir entre proteger la vida de soldados israelíes o la de civiles del enemigo en sitios desde donde operaban los terroristas de Hamas, tendrá prioridad la vida de los soldados.
Recordemos que las imágenes transmitidas durante la operación “Plomo Fundido” provenían en su mayoría de la red árabe de televisión Al Jazeera. que las utilizó como armas de propaganda política. Nunca se vieron en esas pantallas las imágenes de los cientos de israelíes asesinados cuando terroristas de Hamás se explotaban en cafés, pubs, pizzerías y autobuses. Los cuerpos mutilados nunca fueron exhibidos debido a la ley judía de respeto al muerto (kvod hamet).
El Ejército israelí entró a Gaza con la capacidad y alta certeza de poder pelear contra el terror en esa área tan densamente poblada. Y operó con el respaldo legal de las instancias de poder más elevadas, pero también basándose en la teoría ética desarrollada hace años. No hay justificación alguna en poner en peligro la vida de los soldados para evitar que mueran civiles que viven en la vecindad de terroristas. Aun así, Israel lanzó panfletos, emitió mensajes por altavoces, e hizo cientos de llamadas telefónicas pidiendo a los civiles que desalojaran ciertas áreas. ¿Qué otro ejército hizo algo similar en iguales circunstancias?
El argumento del profesor Kasher es que, en áreas como Gaza, donde Israel no tiene control efectivo, la meta principal es lograr los objetivos militares; en segundo lugar, proteger la vida de sus soldados, y luego evitar, hasta donde sea posible, dañar a civiles enemigos. Ningún ejército del mundo pondrá en peligro a sus soldados para evitar atacar a los vecinos del enemigo. Israel está en primera línea en la lucha contra el terror, lo que le permite establecer reglas en este campo.

Las reglas han cambiado
La Convención de Ginebra está basada en cientos de años de leyes tradicionales de combate, que eran apropiadas para batallas clásicas entre ejércitos, pero ahora esas reglas de combate han cambiado y se están estableciendo internacionalmente nuevas reglas para la lucha contra el terrorismo.
Hoy sabemos que las cifras de bajas proporcionadas por Hamás no son reales: incrementaron el número de muertos civiles y minimizaron las bajas de terroristas palestinos.
Por otra parte, el mundo ha equiparado a Israel con un enorme Goliat (un país con 5,5 millones de judíos) luchando contra un débil David (26 países con 300 millones de árabes). Eso significaría que Israel no debería emplear su fuerza para combatir a un Estado mini terrorista que ha convertido en un infierno la vida de nuestros habitantes del sur por un constante e indiscriminado lanzamiento de cohetes y bombas, con el solo propósito de asesinar al mayor número posible de inocentes. Como cualquier otro país, Israel tiene no sólo el derecho sino la responsabilidad de utilizar toda su fuerza para proteger a sus ciudadanos.
Se nos ha acusado asimismo de una lucha desproporcionada. No existe lógica en comparar el número de civiles y luchadores palestinos muertos con el número de israelíes desaparecidos por ataques de misiles. Desde 2005, cuando Israel se retiró de la Franja de Gaza, más de 6.000 Kasam han sido lanzados hacia el sur.
¿Se alcanzaría una equivalencia si Israel lanzara 6.000 misiles hacia metas exclusivamente civiles en Gaza? La despropoción no se mide por el número de civiles inocentes o combatientes enemigos muertos. Se mide por la dimensión de la amenaza contra su población y los medios que hay que emplear para combatir esa amenaza, o sea la fuerza necesaria para lograrlo. ¿Deberíamos esperar hasta que un cohete Grad cayese en un kindergarten o en un colegio matando a docenas de niños, para que la reacción fuese juzgada como proporcional? El deber de cualquier país es actuar antes de que esas tragedias ocurran y la amenaza se vuelva realidad.
La reacción del pueblo de Israel fue contundente. Se presentaron a Tzáhal el 100% de los reservistas llamados más 20% de voluntarios, de todas las tendencias políticas del país. No tenemos que disculparnos por la guerra sino expresar nuestro dolor ante tantos palestinos que fueron sacrificados por la belicosidad de sus dirigentes, que procuran nuestra total destrucción
Nunca un país fue sometido a un criticismo tan hipócrita. Las acusaciones de que Israel cometió crímenes de guerra en Gaza son especialmente increíbles proveniendo de Turquía, país que realmente llevó a cabo un genocidio contra las armenios, así como el asesinato y deportación de miles de sus ciudadanos kurdos en la década de 1990.
Hablar de genocidio en esta lucha (¡vaya comparación!) es convertir al verdadero genocidio en palabra sin contenido. Pero el uso indiscriminado y los ataques intencionales a inocentes contituyen crímenes de guerra. Hamás y Hizbollah, así como sus socios ideológicos Irán y Siria deben ser condenados por ello, y no Israel, que tiene derecho de defenderse.
En el caso de los soldados de Guivati que fueron condenados por la Suprema Corte por usar a un niño palestino como escudo humano obligándolo a abrir las bolsas en un edificio, pensando que podrían estar cargadas de explosivos, este procedimiento es conocido en el código del ejército como “procedimiento del vecino”. Según Kasher, lo que estos soldados cometieron fue incorrecto, pero aclara: “Existen situaciones en las cuales el uso de población civil enemiga, es no sólo permisible éticamente, sino que puede salvar vidas”. Kasher explicó que muchas veces los vecinos que viven en el mismo edificio que un terrorista sospechoso, tratarán de ayudar a salvarle la vida. El ejército emplea el término “procedimiento de vecino” para describir el uso de la población civil enemiga para realizar actividades que normalmente las lleva a cabo el ejército. Es indudable que bajo las actuales circunstancias, el código ético de Tzáhal habría que actualizarlo.