Ante la impotencia de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos(CIA) de asesinar al líder cubano Fidel Castro en nada menos que 638 intentos de atentados en acciones encubiertas desde marzo de 1960 por órdenes del entonces presidente Dwight D. Eisenhower, ahora se trata de eliminarlo de forma virtual con el videojuego Call of Duty Black Ops.

El jueguito, ideado con tecnología estereoscópica por la empresa californiana Activision Blizzard Inc, fue puesto a la venta el martes último con bombos y platillos como una “sana forma infantil de viajar a Cuba en tiempos de Guerra Fría, donde los rusos son los enemigos y la primera misión es asesinar a su aliado: Castro”.

Al parecer, según criterio de algunos adictos, “el final del videojuego no depara toda la satisfacción que al principio prometía, pues cuando el jugador supuestamente elimina a  Castro, este aparece en pantalla y explica que quien fue asesinado era un doble, y entrega el jugador a los rusos”.

Para comprender mejor las consecuencias nefastas que puede ocasionar esta “sana inventiva californiana”, vale la pena conocer los criterios de  psicólogos especializados en trastornos infantiles, ocasionados por la práctica de  opciones recreativas como estas.

Según algunos, tales prácticas “estimulan actitudes sociópatas de los niños y adolescentes norteamericanos, principales consumidores de estos juegos virtuales”.

Otros opinan que “no cabe en la cabeza de personas cuerdas cómo la sociedad norteamericana admite la proliferación de tales juegos, pues estos motivan aberrantes actitudes de violencia, como la de escolares que con auténticas armas de fuego, libremente puestas a la venta, sin motivos aparentes, han asesinado a sus propios condiscípulos y profesores en diversas escuelas”.

En una lógica evidentemente perversa, el “inofensivo juguetico” glorifica los atentados que de manera ilegal planificó el gobierno de los Estados Unidos contra el líder cubano”.

Y esa no es una simple afirmación. Está basada en hechos reales. A manera de ejemplo, bata con rcordar que el martes 26 de junio de 1997, la CIA dio a conocer los detalles  sobre un intento de asesinato al líder cubano, entre algunos de los abusos cometidos por este tenebroso organismo entre los años 50 y 60 del pasado siglo.

De las cerca de 700 páginas de estos documentos desclasificados se plantea que en agosto de 1960 la agencia de espionaje quiso utilizar a un miembro de la maffia, Johny Rosselli, de Las Vegas, para matar a Castro en “una acción tipo gangster”.

La encomienda criminal estaría respaldada por el pago de 150 mil dólares de entonces, pagado por una compañía norteamericana que sufría fuertes pérdidas económicas debido a medidas aplicadas por el Gobierno Revolucionario.

Pero resultó que Rosselli inicialmente no quiso verse implicado en tamaña operación encubierta, por lo que propuso, y fue aceptado, un amigo suyo, llamado Gold, un alias de Momo Salvatore Giancana.
El nuevo “samurai” planteó a la CIA que matar a Castro con armas de fuego podría resultar un problema, por lo que sugirió suministrarle a Castro algún tipo de píldora con veneno altamente letal en la comida o bebida.

Pero resultó que la intentona atentatoria se suspendió debido al fracaso del episodio de Bahía de cochinos, en abril de 1961.

Pero ese es solo un capítulo de la larga lista de los 638 intentos de asesinato fraguados desde el gobierno del presidente Ike Eisenhower.

Vale la pena retrotraernos en el tiempo y recordar que durante la lucha guerrillera del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, hubo un primer fallido propósito de eliminar físicamente al Comandante en Jefe.

Un campesino serrano, quien fungía al principio como guía de los soldados rebeldes, había sido apresado por el ejército de Batista y luego de ser sometido a torturas, estuvo dispuesto a traicionar la causa mediante el pago de tentadoras sumas de dinero.

Al traidor, nombrado Eutimio

A Guerra, se le entregó un salvoconducto oficial para transitar libremente por la serranía y una pistola calibre 45, con la cual debía asesinar a Fidel Castro.

Eutimio tuvo la oportunidad de consumar el criminal hecho, pues una noche de intenso frío durmió al lado del jefe rebelde, pero le faltó coraje para ultimar la acción. Descubierta posteriormente su traición, luego de un juicio sumarísimo, fue ajusticiado.

En la extensa relación de intentos criminales fraguada por la CIA y sus agentes cubanoamericanos, sobresalen tabacos (puros habanos), tanto venenosos como explosivos, empleados por la conocida afición del líder cubano hasta los años 70.

El empleo de una bazuca para disparar sus proyectiles desde  un alto edificio situado frente al Palacio Presidencial, donde Fidel se dirigiría al pueblo, o  hacerle fuego con un arma disimulada dentro de una cámara de televisión, durante la visita  al presidente Salvador Allende, en Santiago de Chile.

De otros propósitos de homicidio se cuenta la utilización de una cápsula de cianuro que un camarero echaría en un helado de chocolate, que Fidel acostumbraba a degustar en la cafetería del Hotel Habana Libre (antes Havana Hilton), pero la cápsula, al congelarse, se quebró, no pudiéndose ejecutar la acción.

Otros casos se asocian a un traje envenenado de cazador submarino, pero que no fue utilizado al recibir Fidel otro como obsequio, o unos polvos echados en los zapatos para que le provocaran la caída de la barba, o rociar un estudio de televisión con LSD para que perdiera la compostura durante su intervención.

El más reciente intento de atentado tuvo lugar en 2000, con el abortado plan que debía ejecutar Luis Posada Carriles y sus compinches con la colocación de fuertes cargas explosivas en el paraninfo de la Universidad de Ciudad de Panamá, durante la presencia allí de Fidel y que, de realizarse, habría ocasionado centenares de víctimas inocentes.

 Como los tenebrosos planes concebidos por la CIA han sido frustrados por la eficaz actuación de los servicios de inteligencia cubanos, ahora queda el consuelo de “matar” a Fidel Castro con el “inocente” videojuego concebido por las comerciales e irresponsables mentes de sus inventores.