En la “cargada” para tratar de demostrar una fuerza nacional, el PRI vuelve a usar los recursos de los gobiernos estatales, vuelve a usar la fusión antigua del Estado y el Partido. Ningún discurso nuevo, ninguna aportación a la democracia, sólo la personalidad guapachosa de Moreira y su promesa de regresar al poder, algo muy creíble dada la tragedia del PAN donde el presidente Felipe Calderón se abre de capa y sugiere la posibilidad de una candidatura ciudadana.

La interpretación no podía ser más clara: el PAN no tiene un personaje de la popularidad necesaria para competir en las elecciones del 2012. Gustavo Madero el presidente de su partido, lo refuta y contradice: el candidato será de Acción Nacional. Las encuestas ubican a Santiago Creel como el más popular entre los azules pero nada tiene que hacer frente a Enrique Peña Nieto.

En el PRD la tragedia es no poderse sacudir el caudillismo de Andrés Manuel López Obrador. El tabasqueño hace lo que se le pega la gana y amenaza irse porque no le gusta la alianza con el PAN para el Estado de México. El propio Marcelo Ebrard, uno de los mejores gobernantes que tiene el País, está atrapado entre su ilusión de ser candidato y la lealtad a su viejo jefe.

Los tres partidos principales son una desgracia y los pequeños no se diga. El Verde es una franquicia familiar, el Partido del Trabajo es el perro faldero de Andrés Manuel y Convergencia apenas existe.

Cuando vemos eventos como los del cambio de dirigente en el PRI, el alma se nos va al suelo, imaginamos un País irredento que no aprende de la historia, que vuelve sobre los mismos pasos de las derrotas nacionales. La única novedad es el uso fastuoso de los recursos públicos para mover a los líderes en modernos helicópteros de a 4 millones de dólares o más y jets de 40 mil pesos la hora. Dinosaurios alados.

El PAN perdió la brújula y sus presuntos candidatos son personajes menores; la angustia llega a Calderón, obsesionado por no ser quien tenga que entregar de nuevo Los Pinos a un priísta.

López Obrador sigue siendo una amenaza para el PRD y para México. Su populismo y aislamiento lo hace candidato del pasado. Sigue sin salir de México desde 1992, en una extraña fobia a lo universal y al futuro global.

La tragedia para nosotros es que no hay salida por el momento. La ley está diseñada para preservar las prebendas y canonjías de los partidos, para impedir la creatividad política ciudadana, para hacer que sólo haya tres escaleras sucias para acceder al Gobierno.

El lado luminoso es la tecnología de comunicaciones, la fuerza de las redes sociales y políticas en internet y en los medios que no están atados a la ubre del Gobierno y los partidos. Como en el norte de África, puede venir esa ola de inconformidad ciudadana y transformar de verdad al País.

La esperanza está en los jóvenes que dominan los nuevos medios y no se van a quedar tan tranquilos con la falta de oportunidades y la disminución de los ingresos familiares. Con el sufrimiento de un País en guerra que no crece y sigue enfangado en la corrupción. Pronto surgirán esos movimientos en varias partes del País. Lo que nunca se sabe es el día y la hora.