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CLINICA DEL ALMA: ~~Plantando las Semillas adecuadas~~
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 05/11/2010 16:53

Banbdpt.gif picture by hochie2005

 

Plantando las semillas adecuadas:
«todo lo puro, todo lo amable... en esto pensad»

En la mente humana los sentimientos están en gran parte determinados por los
pensamientos. La forma de pensar es lo que nos hace sentir bien o mal, amar u
odiar, resentidos o en paz. En este sentido, podríamos comparar la personalidad
-el corazón- a un jardín en el que estamos constantemente plantando semillas,
los pensamientos. Las semillas que yo siembre van a determinar qué plantas crecen.
Si es un pensamiento de ánimo, me hará sentir bien, si es un pensamiento de
hostilidad producirá resentimiento, etc. Aun sin darnos cuenta, estamos todo
el tiempo enviándole al cerebro mensajes que influirán mucho en nuestro estado
de ánimo, en nuestras reacciones e incluso en nuestra salud.

En la Biblia encontramos numerosos pasajes que aluden a esta realidad. En
Filipenses 4 tenemos una formidable «vacuna» para evitar el odio y el resentimiento
y transformarlo en paz. Es una perla inestimable que debería adornar todas
nuestras relaciones. Aprehender y practicar el mensaje contenido en este
memorable pasaje es una ayuda inestimable cuando nos sentimos humillados y ofendidos:

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Fil. 4:8).

¡Cuánta tendencia tenemos los humanos a invertir esta exhortación! Si hay algo
negativo, algún defecto, alguna ofensa, algún motivo de queja, algún agravio en
esto pensamos y nos obsesionamos! Y así, al cultivar estos pensamientos negativos,
vamos creando el caldo de cultivo idóneo para que crezcan el odio y el resentimiento.
¡Cómo cambiarían nuestras actitudes y relaciones si aplicáramos este versículo a aquellas
personas que nos han ofendido! Si en vez de pensar «cuánto mal me ha hecho»
logro decirme «¿qué hay de bueno en él/ella,? ¿qué puedo encontrar de noble y de
justo en esta persona?», poco a poco crecerán en el jardín de mi mente las plantas
que llevan al sosiego y la paz.

Es importante observar cómo las ocho cualidades de la lista tienen una clara
connotación moral. Afectan no sólo mis sentimientos y emociones, sino también
mi conducta. El beneficio no es sólo psicológico para mí -relax mental, un efecto
ansiolítico-, sino ético, afectará también a los demás. En la medida que yo cultive
-«pensar en»- esta lista de virtudes, ello influirá no sólo sobre mi mente, sino también
en mis reacciones y en mis relaciones.

El verbo «pensar» en el texto (logizomai) no significa tanto tener en mente o recordar,
sino sobre todo «reflexionar, ponderar, sopesar el justo valor de algo para aplicarlo
a la vida». De manera que su efecto positivo no es fugaz, como el relax que proporciona
un breve rato de meditación trascendental. Va mucho más allá porque afecta a mi vida
de forma profunda y duradera. Se convierte en un hábito que moldea mi conducta.

Paz para mí y en paz con los demás:
«Una paz que sobrepasa todo entendimiento»

Cuando mi mente se ocupa en pensar el bien -lo bueno- ello tiene unas consecuencias
en la vida diaria que se resumen en una sola: la paz. No es por casualidad que, como
majestuosa puerta de entrada a todo el pasaje sobre el contentamiento, aparece esta áurea
afirmación: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones en Cristo Jesús» (Fil. 4:7). No se trata sólo de una paz subjetiva -«me hace
sentir bien a mí»- sino también objetiva -se proyecta a mis relaciones con los demás.

El apóstol Pablo destaca tres observaciones sobre esta paz:

  • Su fuente es Dios mismo. No emana de ningún recurso humano, sino de la relación
    personal con Él a través de Cristo. Hay una relación inseparable entre la paz de
    Dios y el Dios de paz.
  • Sus efectos beneficiosos alcanzan a toda la personalidad. No sólo la mente,
    sino también el corazón (implicando las emociones y la voluntad)
    son guardados por esta paz.
  • Su resultado cardinal es que nos mantiene «guardados» -cobijados- en Cristo Jesús.
    El verbo usado aquí es un término militar que se aplicaba a los soldados que hacían
    guardia para proteger -«guardar»- una determinada plaza. La paz de Dios no es tanto
    un sentimiento como una posición existencial. Pablo mismo describió esta posición
    con palabras muy hermosas: «Quién nos separará del amor de Cristo? ...
    Porque estoy seguro de que ninguna cosa creada podrá separarnos del amor
    de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro. 8:35, 38-39).

 

Pensar el bien -centrarse en lo bueno- y rehusar odiar es el primer
gran antídoto contra el resentimiento. Es el primer paso para
transformar el enojo por la ofensa en paz.

Dr. Pablo Martínez Vila

 

 Fondo hecho por Ho12D2EC1191191.gif image by hochie2005 hie el 14 de Junio 09

 


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