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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 13/09/2012 20:46

                           

Siento que no soy el mismo

 

                             En ocasiones hemos percibido que por más esfuerzo que hacemos por volver al mismo “nivel”
                             que un día tuvimos hablándolo en sentido espiritual, simplemente no podemos o fallamos en
                             nuestro intento.

                             Quizá en algún momento de tu vida consideraste que el nivel espiritual que tenías era el perfecto,
                            pero por diferentes situaciones o circunstancias que te ha tocado vivir sientes que ya no eres el
                            mismo, quisieras volver a ser el  de antes, pero por alguna razón aunque intentas sientes que no
                            lo logras.

                           Y es que el evaluar distintos episodios de nuestra vida nos lleva muchas veces a comparar y darnos
                           cuenta que en algún momento perdimos quizá aquel deseo de agradar a Dios a totalidad, o aquel
                           deseo de servirle con todas nuestras fuerzas.

                         Conozco muchas personas que un día tuvieron sueños muy hermosos en el Señor, pero que con
                         el transcurrir de los años se fueron olvidando de ellos o el mismo hecho de descuidarse
                         espiritualmente les hizo creer que aquellos sueños que un día tuvieron no se lograrían nunca.

                        Yo también he sentido en algún momento de mi vida que ya no soy el mismo, he sentido como poco
                        a poco algunas cosas que ya no hacia las he vuelto a hacer, he sentido como el fallarle a Dios ya 
                        no me dio tanto dolor como en un inicio y hasta he experimentado lo que se siente acomodarse a los
                       errores que constantemente tenemos sin el menor deseo de superarlos.

                      ¡Es horrible!, saber muchas veces que no nos dimos cuenta en qué momento de nuestra vida
                      dejamos de ser aquellos que un día fuimos y que nos gustaba ser. Es muy duro evaluar y darnos
                      cuenta que muchas veces no somos ni la sombra de lo que un día fuimos o lo que un dijimos que
                      queríamos ser.

                     Ahora bien, ¿Es tu caso?, ¿Sientes que ya no eres el mismo?, ¿Sientes que aunque intentas mejorar
                     en esto o en lo otro terminas siempre en el mismo lugar?, ¿Sientes que te has acomodado a una vida
                     sin el menor deseo de hacer algo por ser mejor para el Señor?

                     Hoy quiero recordarte donde está tu identidad, tu eres un hijo de Dios, fuiste llamado no para acomodarte
                     a una vida sin sentido, fuiste llamado no para dejar de sentir el deseo de agradar a Dios, fuiste llamado
                     para conquistar y no ser conquistado, para ir delante a luchar no en tus fuerzas, sino en las del Señor.

                     ¿Qué pasa contigo?, ¿Hasta cuándo te dejaras dominar por eso que ya muchas veces has podido
                     vencer?, ¡No digas que no puedes!, porque tú mismo sabes que con DIOS de tu lado TODO lo puedes
                      y has sido testigo de eso.

                      ¡Levántate como ese guerrero que eres!, que no se te olvide que eres un guerrero de Dios, que las
                       batallas perdidas no te hagan creer que dejaste de ser ese hombre luchador o esa mujer luchadora,
                       no permitas que el enemigo se siga riendo de tu actual estado, no le des gusto, párate cuantas veces
                      tropieces y vuelve a la lucha, a esa que ganaras con la ayuda de Dios.

                     Cada caída, cada tropiezo, seguramente te servirá para darte cuenta lo vulnerable que eres y para
                    estar atento la próxima vez que seas atacado en ese mismo campo o con esa misma arma.

                    No hay una arma secreta para que dejes de sentir que ya no eres el mismo, solo hay una palabra de
                    Dios que te recuerda que nunca has dejado de ser lo que siempre fuiste desde el día que
                    renunciaste a ti y te decidiste por Dios, TÚ ERES SU HIJO.

 

                                                           ¡Vamos Dios en ti puede hacer hasta lo que tú crees imposible!

                                                                                            Enrique Monterroza

 
 

“A los que triunfen sobre las dificultades y sigan confiando en mí,
les daré todo eso, y serán mis hijos, y yo seré su Dios.”
 

Apocalipsis 21:7 (Traducción en lenguaje actual)

 
 
 
 
 
 

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