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General: Nasrudín y sus poderosas enseñanzas Liberales Islámicas.
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2010 14:14

Nasrudín y sus poderosas enseñanzas Liberales Islámicas.

Cuando alguien recorre la región central de Turquía,  se puede encontrar flotando por el aire el Autentico Espíritu  Liberal del Sufismo (La Masonería del Mundo Islámico). Ahí en ese zona del Planeta está Akşehir Gölm, que se registra como el lugar donde vivió el Gran Mulla Islámico  Nasrudín, así ese lugar tiene el status de haber albergado al más connotado, y respetado   Sufí, de todos los tiempos.  Desde hace décadas, las enseñanzas del Mulla Nasrudín circulan de Logia en Logia, muchas veces sin saber el origen verdadero  de sus profundas enseñanzas, y así a través de este o otros causes las enseñanzas del Sufí Nasrudín han llegado incluso a los más distinguidos círculos académicos y políticos. En ese lugar podemos encontrar la tumba sagrada del Mulla Nasrudín, en la cual podemos percibir una inequívoca expresión de su esencia. La tumba está protegida por una gran verja de hiero enrejado con adornos propios de signos sufis islámicos, impresionantemente exquisitos, pero que no se prolongaba más allá de unos pocos metros de una puerta de forja cerrada con unas pesadas cadenas y un candado impresionante y sin orificio para una llave.  A unos pasos, a ambos lados  de la verja, se puede pasar al otro lado y estar tocando la tumba de mármol de Nasrudín. Está  es como la última clave para comprender las enseñanzas del Gran Mulla Nasrudín,  como si quisiera decirnos que no podemos acceder directamente a sus secretos. Así la lógica y las filosofías académicas y teológicas son incapaces de comprender el sentido liberal del Verdadero Sufismo.  Constantemente vemos que muchos toman al Gran Mulla del Sufismo a manera de chiste, y otros lo toman analógicamente, pero  uno ni otro comprenden el sentido intrínseco de sus conocimientos. ¿Cuál es la utilidad de una verja que, a pesar de su apariencia, no cumple la función de resguardar  la tumba? Y, otra pregunta ¿Cuál es la verdadera utilidad de un personaje como lo es Nasrudín que, a pesar de las apariencias, no es un Maestro para la Humanidad a la vez que si lo es. Pero, algo si es seguro Nasrudín es la quintaesencia del Sufismo Liberal Islámico, seguro es que Nasrudín ha llegado a muchos lugares con diferentes nombres, pero su enseñanza extrañamente ha llegado intacta y sin modificaciones a prácticamente todas las Logias Masónicas del Mundo,  y es que  cuando nos referimos a Nasrudín nos enfrentamos a uno de los más grandes fenómenos  de comunicación subconsciente, que de forma colectiva ha registrado  la Historia.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 26/03/2015 15:18
'G', the letter of 'God', the 'Great Architect', the 'Geometer', for G is the 7th letter -

    


 
The Star Sirius is a binary star, and the lesser star - Sirius B - is depicted as the smaller star to the bottom left; 'The Pentagon'.  
 
 
 
11. Proverbios 25:11: MANZANA de oro con figuras de plata
Es la palabra dicha como conviene.
 
 
 
 
  
 
 
 
 
La posicion de LA MECA, que segun los arabes esta en el Monte Paran, tambien esta diseñada en funcion al numero de oro.
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Alcoseri Enviado: 08/05/2020 03:26
El Universo no es únicamente aquello que nos muestran los sentidos. No únicamente la escena exterior. En realidad, jamás es únicamente la escena exterior, sino que siempre constituye la combinación de uno mismo con ella. No es la mera percepción de los sentidos, de este duro mundo de la tierra, de aquel distante punto de luz en el espacio, sino la percepción de ideas, la captación de verdades, el darse cuenta de significados, el ver las cosas más familiares bajo una nueva luz, el intuir su esencia, el experimentar sufrimiento y regocijo. Se nos da como pan del cielo y como hecho terrenal. En su escala más grande yace más allá del dominio de los sentidos y se le puede discernir tan sólo interiormente, por medio de la comprensión. Puede, de pronto, abrirse en el corazón o en la mente un reino de experiencia que no corresponde al mundo exterior, pero que puede interpretarlo. Entonces nos baña la luz de la comprensión. Luz sin violencia, experiencia pura, luminosidad sin sombra en la que se desvanece la dureza del propio ser. Y vemos con la autoridad que nos da el significado. Palpamos, pero sin aquel sentido de separación que el contacto físico nos da inevitablemente. Sentirnos en profundidad sin hablar con nosotros mismos, libres del espejo de la personalidad superficial. Cada experiencia de esa luz nos crea profundamente. Es luz creadora que transforma el significado de todas las cosas y que el hombre ha buscado desde el comienzo del tiempo. Luz que a nadie puede hacer violencia. Significado que nos muestra lo que siempre hemos sabido, pero que jamás hemos tenido la fuerza de recordarlo. No sólo nos sentimos creados por cada experiencia de esa luz, sino que decimos que ella es lo que hemos buscado siempre: este significado, esta realidad, esta dicha mal interpretada al buscarla en mil direcciones físicas e inútiles. Esto es lo que todos deseamos y que la luz externa del mundo pretende ofrecemos, pero que jamás da. La unión que se percibe es, en verdad, unión, la idea oculta tras nuestras extrañas vidas de búsqueda, de nuestras vidas incompletas. ¿Cómo se obtiene esta luz? ¿Cómo lograr esa unión con el significado? ¿A través de qué brilla? ¿Dónde hemos de hundir el bisturí para abrirle paso? Siempre se ha hablado de ella. Para hallarla, el hombre ha de diseccionarse, lejos de sí mismo. Tal es, en resumen, la substancia de cuanta enseñanza trata acerca de ella. Y el hombre no podrá hacerlo, a menos que comience a verse directamente, como un nuevo acontecimiento, como el suceso diario de sí mismo; sin analizarse, sin criticarse, ni como motivo de palabrería. Esta calidad de conciencia que conduce a la región por la que se recibe el significado, no es la conciencia que de ordinario tenemos. Muchas son las cosas que nos entorpecen el camino. Primero, la fuerza de la imaginación. Imaginamos que ya la tenemos. La imaginación es el material psíquico con el que puede fabricarse cualquier sustituto de la realidad. Es la fuerza más poderosa de la vida. Luego, hemos de practicar constantemente el proceso en que la conciencia se usa como bisturí de disección. Y esto requiere un esfuerzo que no se precisa para la vida en el mundo. Por eso olvidamos con facilidad y no mantenemos vivo lo comenzado en la empresa. Pero, antes de que semejante cosa nos sea posible, es preciso que se sienta la realidad de un aspecto interno del Universo y que se sepa que este aspecto se capta sólo a través de los sentidos internos. Es preciso darse cuenta de que uno vive volcado hacia fuera, en un mundo de efectos cuyas causas ocultas conducen a misterios más allá de la capacidad humana de solucionarlos. También se ha de dar cuenta el hombre de que lleva en sí mismo estados que le son desconocidos. Cuando vive bajo el dominio de los sentidos, el hombre está al revés. Piensa que el sentido precede a la mente. Y entonces nada de lo interior puede pertenecerle porque ha invertido el orden natural. En última instancia, tratará con todo por medio de la violencia. Pues si se toma el objeto sensorio como la ubérrima y suprema realidad, se le puede aplastar, dañar, violar o matar. Por este motivo es que, psicológicamente, el materialismo es cosa tan peligrosa. No sólo cierra la mente y su posible don de desarrollo, sino que todo lo da vuelta al revés, al extremo de que explica la casa por los ladrillos, el universo por sus átomos y su contenido, con una serie de explicaciones de bajísima calidad. El propósito de toda 'iglesia' ha sido siempre la salvación del hombre. En sí mismo el hombre es la iglesia que se comunica con lo de arriba y lo de abajo. Tiene un aspecto interno y uno externo. Las grandes catedrales no son sino representaciones del hombre, bellas a medias y no acabadas..------------------------ ¡Considerad el conocimiento que las construyó en aquellos tiempos obscuros, violentos, llenos de superstición! Considerad el tremendo esfuerzo, la firme intención. Siempre ha existido algo que se mantuvo vivo y que pasó de generación a generación, de iglesia a iglesia, de religión a religión. Y esto es una idea acerca del hombre, acerca de cada hombre. Una idea acerca de nosotros mismos. Se la expresó asemejando al hombre a una semilla que no puede crecer únicamente por medio de la luz natural, que no puede crecer tan sólo por medio de los sentidos. Y la salvación del hombre, en que se ha insistido siempre como una necesidad para la salud del mundo entero, es el crecimiento de esta semilla. Pero no puede crecer mediante la influencia de una mente que se encuentre del todo gobernada por los sentidos. Y así nos hallamos de nuevo ante el peligro del materialismo con relación al bienestar de la humanidad entera. Si hay una categoría superior en el hombre, no serán las ideas ni las costumbres de una categoría inferior las que le eleven. Tiene, ante todo, que aceptar la existencia de esta categoría superior, e imitarla. De tal modo puede ser que logre hallar, esparcidos entre los documentos históricos, trozos de cierta literatura que trata de los medios y modos de alcanzar dicha condición superior. Y por cierto que las ideas de esta literatura no serán del mismo orden que las que pertenecen al nivel inferior o físico. Nada es cierto hasta que se haya asimilado. La verdad sólo puede ser una experiencia propia. No se la encuentra en los libros. Hay un proceso muy íntimo de semi-pensar y de semi-imaginar. En parte, es algo así como conversar consigo mismo, en parte es el propio ser, en parte es verse y, en parte también, escucharse con los nuevos significados que penetran. Es algo a medias activo y a medias pasivo; y también algo que es puramente uno mismo, ni activo ni pasivo. Rara vez podemos mantenernos invariables en pos de nuestro pensamiento. Nos lo impide el tráfico de la mente. No conseguimos unir de un modo individual una cosa a otra, ni vemos por cuenta propia la verdad de cosa alguna. El desborde de las asociaciones, el continuo reaccionar a la vida, todo resulta muy poderoso. Pocos son los que pueden decir que hayan construido gran cosa interiormente. No hemos re- creado el mundo, no lo hemos vuelto a representar; lo hemos dejado en la forma de una confusa imagen sensoria. Si nos observamos en el acto de leer, notaremos que son tres las personas que se ocupan en ello. El lector, el que interiormente escucha, y un juez. Cuando leemos, tenemos presentes estas tres personas. La que escucha no puede oír lo que dicen los de fuera. Escucha al lector y toma nota de lo que el Juez dice. Para poder re- crear el mundo; es decir, para crear el mundo en uno mismo, para darle un significado, una forma, una interpretación, orden y trascendencia, ha de aprender el oyente, la persona que escucha. Uno toma las propias ideas, sentimientos, el propio poder de la imaginación, y con ellos trabaja interiormente. Y se da cuenta de que, sea lo que fuere lo que otros saben, han dicho, escrito o hecho, en uno mismo no ha ocurrido nada de un valor efectivo. No ha habido una asimilación personal de la verdad; no se la ha descubierto íntimamente; no ha habido una creación en sí. Si nuestra vida emotiva fuese un poco más despierta, la unificación del pensamiento y la emoción aumentaría esta parte más real y profunda de nosotros y sentiríamos la felicidad que proviene de la conjugación del significado y la vida. Nuestra conducta sería muy distinta. Veríamos las cosas con mayor infinidad de diferencias. Estas diferencias no podemos captarlas en tanto recibamos todo de una manera habitual. La vida no nos nutre porque la vemos habitualmente. La vemos por medio de unos cuantos hábitos del pensamiento. Nos limitamos a reconocer, y a muy poco más. Y es a esto a lo que damos el nombre de saber; a veces hasta le llamamos la verdad. No cabe duda de que poseemos poderes de percepción muchísimo más finos que los que ordinariamente empleamos. A veces hasta nos damos cuenta de tenerlos. Y si tratásemos de definir el posible significado del propio desarrollo, podríamos decir que consiste en una recepción harto más consciente de la vida diaria mediante el empleo de esos poderes; una percepción muchísimo más fina y cuyo sentido es tanto interno como externo. Esto significaría hacerse a un lado de los hábitos de la mente y de los sentimientos, por medio de un continuo reconocimiento. Es decir segregamos de nosotros mismos. Tales como son los hechos, dejamos que nuestras vidas no pasen de ser una repetición monótona de todo. Y no vemos la causa de esto en nosotros mismos, sino en las circunstancias externas. No se puede compartir el ser consciente. Vuestra conciencia es vuestra, la mía es mía. Y puesto que la conciencia no puede compartirse, la dirección de la propia vida debería encaminamos totalmente a experimentar todas las cosas por sí mismo, a ser consciente de sí ante sí, a ver por sí mismo y a poder obrar por sí mismo. Esta es la única forma en que se puede crear algo en sí mismo; una vez creado, es propio, permanente y real. Entonces todo es fresco, nuevo, virgen e inmaculado. No lo han tocado otros exploradores. Toda persona se encuentra en cierto estadio o etapa de pensamiento y sentimiento. Es imposible tomar la verdad de prestado a fin de adelantar y hacerse de significado. El que a uno le digan dogmáticamente lo que es la verdad, es como aceptar una verdad populachera. La verdad sólo puede ser una experiencia propia, según el grado de desarrollo propio. Nadie puede saborear una manzana en lugar de uno. Y una descripción de su sabor es asunto harto inútil. Del mismo modo, en todo lo que realmente tiene importancia, nadie puede ayudar a nadie. Únicamente puede ayudarnos nuestra propia capacidad para ver la verdad de cualquier cosa. Pero es justamente este el poder del que tratamos de deshacernos con la esperanza de hallar algo más fácil. Si pudiésemos penetrar a la necesaria profundidad de nosotros mismos, si pudiésemos alejamos de nuestras reacciones habituales, sabríamos qué hacer en cualquier situación o problema, pues haríamos luz sobre un significado completamente nuevo. Veríamos la situación transformada. El primer acto voluntario para marchar hada la intimidad del espíritu es la afirmación. Esta es una voluntad a mantenerse durante toda la vida. Sólo mediante este acto todo lo externo y muerto se conecta con lo intimo y lo vivo. De todos los actos psicológicos, es el más importante. Constituye no solamente el paso preliminar, sino que ha de renovarse constantemente. Por medio de esta afirmación empieza la psicología en su más profundo sentido, como ciencia de la evolución personal. Aunque muy distante, su finalidad es la unidad de uno mismo. El hombre se va uniendo gradualmente a si mismo a través de sí mismo. Y no con lo que la casualidad hizo de él ni con lo que cree ser. Pero la afirmación no ocurre por medio de la disputa, sino por medio del entendimiento. La negación conduce siempre a una destitución interna y, por lo mismo, a una superfluidad cada vez mayor, a la impaciencia, a la pérdida del significado y a la violencia. Siempre se puede negar. ¿Habrá algo más fácil? Siempre podemos seguir el camino de la negación al esquivar todos los actos del entendimiento, calificándolos de sentimentalismos o considerándolos carentes de valor científico o comercial. Sin embargo, sabemos mucho más de lo que discutimos. Sabemos más de lo que creemos saber. Pero en el momento en que se comienza a recorrer el camino de la negación con malicia, como muchos lo hacen en estos tiempos, se encuentran por doquier las pruebas y la corroboración necesarias para negar. ¡Considerad el efecto que en este sentido produce la sospecha! El resultado es una mentira, y lo sabemos muy bien. Los efectos psicológicos de la afirmación van en sentido completamente opuesto. Para creer es preciso afirmar. Como finalidad en sí, la negación es violenta, coercitiva, destructiva. No puede forzarse aquel lado oculto que todos llevamos dentro, aunque lo sentimos únicamente a medias. Por eso los sentidos no nos proporcionan una prueba clara, una afirmación inequívoca, una inteligencia o un significado tras de las cosas o por sobre ellas. Una prueba sensoria, clara e indiscutible seria coercionarnos en la mente; seria obligar a la mente, forzarla. Esto sucedería en el caso, digamos, de un Dios visible en el cielo. Cuando brota de la propia comprensión, el convencimiento de que tiene que haber algo, las reflexiones íntimas no fuerzan a nadie. Todo ello abre la mente en un sentido de vital importancia. El aspecto de la vida visible puede arrastramos a sus profundidades con todos sus horrores, injusticia y sufrimiento. Si tomamos la vida únicamente por los sentidos, tal cual la vemos, no podrá conducirnos a parte alguna. Pero esto bien puede ser una parte de la trama de la comedia. Por nacimiento, el hombre lleva en sí algo superior a los sentidos y a sus derivados. La evolución mecánica no puede explicar el aspecto que el hombre no usa ó que usa muy raras veces. Y si la trama de la comedia es el desarrollo en el campo de la conciencia, si cada ser humano constituye un caso único de desarrollo latente con el empleo de poderes que le son inherentes (y que siempre le son particulares), entonces jamás podría esperarse que la vida, tal cual la vemos y se nos da, fuera de tal naturaleza que no produjese en el hombre un hondo problema y una lucha de toda la existencia. Antes, cabría esperar que le contradijera. El desarrollo ha de significar esfuerzo. Y si la vida fuese toda dulzura y belleza, carente de dolor y de miseria, no habría en ella nada que incitase a una creación propia; no habría lucha en virtud de la cual pudiésemos llegar a reconocer los ingredientes más finos que poseemos, ni los separaríamos de los groseros. Poco a poco vamos aprendiendo que en toda situación lo fino y lo grosero van mezclados. Tenemos en nuestra constitución física instrumentos nerviosos de fino ajuste que rechazan los malos alimentos. También poseemos una máquina digestiva que asimila lo fino y elimina lo grosero. Pero en el reino de la vivencia íntima no contamos con una máquina correspondiente. Precisamos crearla; y al crearla ella nos crea a nosotros. Este es el motivo de que en cada época precisemos una enseñanza de un tipo especial. Por ejemplo, ¿cuál puede ser el íntimo sentido de las parábolas del Evangelio, sino una indicación de cómo crear tal máquina selectiva para, de este modo, llegar a ser hombres? He ahí, en los Evangelios, un método para crearse a sí mismo cuando se entienden las ideas y se las aplica. Puede decirse que sólo entonces el hombre empieza a existir. Comienza a existir cuando, de pronto, se da cuenta de lo que significa vivir conscientemente. Deja de ser una criatura a quien las circunstancias llevan de acá para allá; ya no le arrastra la última moda, ni la más reciente sensación del día. Ya no es tan esclavo de aquella terrible maquinaria de la vida en la que todos dan vueltas y más vueltas. Ya no piensa en términos de una vida que es el engendro de los sentidos. Lleva, otro sistema dentro de sí. Y por medio de este sistema encuentra una nueva relación hacia todo lo que experimenta. Comienzan a penetrarle ideas diferentes de las que adquirió en la vida bruta. Y estas son las ideas que le despiertan la mente. Al escucharlas, su significado despliega grado a grado su entendimiento. Pone en movimiento la primera etapa de un desarrollo de todo su ser. Y cuando conversa en lo íntimo consigo mismo, hablará de una nueva manera. El oyente interior le oirá y comenzará a despabilarse. Los hechos de la vida no nos penetran hondamente. Siempre desvían al oyente. Pero hay ciertas ideas que pueden penetrar a profundidades no conocidas y allí agitan energías que jamás habíamos experimentado.-------------------------- El problema de toda enseñanza esotérica es conectar un nivel superior de, entendimiento con uno inferior. El ejemplo supremo es Jesucristo, nacido de una madre humana y que, sin embargo, fue hijo de Dios. No .podremos entender nada del drama cristiano a menos, que entendamos que, en. cierto modo, era dos cosas a la vez; hijo del hombre e hijo de Dios. Esto quiere decir que estaba en contacto con un nivel inferior y, de alguna manera, también con un nivel superior. Hablando en términos generales, el problema de la enseñanza esotérica que se siembra en el mundo con intervalos precisos es el de mantener un contacto con un, nivel superior de ser. Cuando se pierde el contacto entre lo de arriba y lo de abajo, lo de abajo inevitablemente perece, enloquece y termina violentamente. Cristo llegó como mediador entre el nivel superior y el inferior. En su condición de simple ser humano, expuesto a toda suerte de tentaciones, su tarea fue la de sobreponerse a todo lo que corres­ponde a un nivel inferior, al nivel de lo humano, y unir este nivel humano con el divino. Dios descendió a la tierra como un ser hu­mano, pero en esta condición no podía utilizar, lo divino. A nuestro mezquino modo podemos entender que, de otra manera, su tarea hubiese sido fácil, Y. a menudo nos preguntamos por qué no fue una tarea fácil, siendo de suyo divino, como que ya llevaba lo divino en sí mismo al ser Hijo de Dios. A menos que podamos entender esto, no podremos darnos cuenta de la razón de que estuviera so­metido a tan tremendas tentaciones hasta el último momento. Nues­tra discusión es más ,o menos así: Si fue el hijo de Dios, ¿por qué se le tentó? ¿Por que hubo de padecer tales agonías? ¿Por qué todo le .fue tan difícil? ¿Por qué no pudo, sencillamente, mostrar sus poderes a las gentes? ¿Por qué no convirtió las piedras en pan? Pero está cuestión es infinitamente más extraña y sutil. En la época histórica de' la aparición de Cristo, la raza humana estaba ante el tremendo peligro de perder todo contacto con un grado superior de comprensión. El mundo entero se consumía en la violencia y en la materialidad. Desaparecían todos los valores y algunos ya habían desaparecido del todo. Se había' perdido toda la comprensión de que el hombre es un ser espiritual y no sólo una criatura de la carne. En semejantes circunstancias, alguien tenía que establecer él' contacto entre el nivel de la tierra y el del cielo. Pero cualquiera puede echar de' ver' que si un hombre dotado del poder superior —o del cielo, como se dice en los Evangelios—; mejor dicho, si un hombre que pudiera usar esos poderes en la tierra, los usara, no hubiese podido dar el ejemplo de un ser humano que se eleva me­diante una lucha interna, a través de dudas muy íntimas y frente a tanta tentación humana. Si se escudriñan los Evangelios se verá que Jesús no sufrió sólo muchas tentaciones, sino hartas dudas tam­bién. Aun en la cruz exclamó: "Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" ------------------------ Si comprendemos que la misión de Cristo fue la de conectar lo humano con lo divino, al Hijo del Hombre con el Hijo de Dios, y que por este motivo tuvo que 'sufrir cuanto un ser humano ha de sufrir al ascender en la escala de la evolución interior, podemos entender con más claridad el significado central de los Evangelios. Podemos entender por qué hubo de sobreponerse a su madre, como se muestra en muchas parábolas y milagros. La madre representa el aspecto humano. Al sobreponerse a lo humano, al llevar a cabo su misión, Cristo restableció el contacto entre el nivel superior y el inferior, entre lo espiritual y lo natural. Por esta razón tuvo que someterse a todos los sufrimientos de su existencia y a la muerte de un criminal, sin recibir un ápice de ayuda. Pero, al salvar el vacío entre lo humano y lo divino, restableció el contacto, puso las cosas en orden una vez más e hizo posible que la especie humana volviese a recibir el influjo de lo espiritual. ----------------------------------- Jesucristo era, pues, dos cosas a la vez y su tarea fue la de conectarlas. Por este motivo todo lo que acerca de él leemos es para­ dójico y requiere una suerte de entendimiento que resulta muy poco lógico para el sentido corriente. Descendió, y eventualmente ascendió. Mas este ascenso se debió a su propio esfuerzo. Habiendo partido de su nacimiento en la tierra, y de su madre, hubo de sobre­ponerse a ambos y renacer. Por este motivo los Evangelios están llenos de la idea de un renacimiento. Cuan a menudo dice Jesús:------------ 'Tenéis que nacer de nuevo'. Y qué difícil es entender lo que ello significa. Mas, si logramos siquiera un destello de lo que puede llamarse la idea de Cristo y todo el drama de su muerte y resu­ rrección, podremos entender el motivo por el cual en la extraor­ dinaria parábola o milagro de 'Las Bodas de Cana', cuando con­vierte el agua en vino, dice a su madre: '¿Qué tengo yo contigo, mujer?' Podemos advertir que el significado de este hecho, que constituye el segundo capítulo del Evangelio de Juan, se refiere a una etapa que Jesús había alcanzado en sí mismo; se trata de que se había sobrepuesto ya a su naturaleza humana y había dado un paso preciso en su propia evolución interior. Estaba en poder de otro grado de comprensión en el largo camino de retomo a su natu­raleza divina. Por el momento ha dejado de tener que ver con el aspecto de si que la madre representa. Sin embargo, anuncia a su madre que ella terminará por crucificarle: '¿Qué tengo yo contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.' Podemos vagamente advertir que esto significa que no se ha sobrepuesto a lo humano de una manera completa y que el sobreponerse definitivamente significa que habrá de morir en la cruz. Su cuerpo había nacido de la madre y también tenía que triunfar sobre él, y hasta transformarlo, de modo que aun después de su muerte pudiese usarlo como un cuerpo físico vivo pero cuyo sustento ya no lo recibía de la vida, sino de fuerzas que están enteramente fuera de ella. Esto configuró la perfecta unión de lo humano con lo divino, de lo inferior con lo superior. ----------------------- Empero, semejante transmutación total no había ocurrido aún en la época en que Jesús alcanzó el grado interno de ser en el que pudo convertir el agua en vino. A la transmutación completa la precedió una transformación psicológica que se representa median­te el poder de convertir el agua en vino. Según Juan, este fue el principio de señales que dio Jesús. El milagro fue una consecuencia de la señal. Juan no le llama un milagro, sino una señal. O sea que esto señala, indica, que Jesús había logrado cierto grado de poder interior que podía comunicar a objetos representativos, como el agua. En el antiguo idioma representativo de las parábolas, 'agua' quiere decir 'verdad'. Convertir el agua en vino significa convertir la ver­dad en algo que no es puramente la verdad, sino en algo que es de una categoría superior a la verdad misma. Cuando se capta la ver­dad de LA VERDAD y sus valores, la verdad ya no es simplemente la verdad, sino que se hinche de significados. Lo que antes era la verdad en virtud de la fe, empieza a multiplicarse en un significado infinito, de modo que deja de ser la verdad escueta y se convierte en una continua fuente de significados capaces de embriagar a uno como el vino. Se ha producido una unión, una boda, entre la ver­dad y algo más que la verdad. Podemos llamarla el significado de la verdad o el bien que en ella hay y que nos llega con la verdad como su recipiente. Jesús llama a los sirvientes a quienes la madre ha ordenado que obedezcan sus órdenes, y les manda henchir las tinajuelas hasta arriba; entonces convierte el agua en vino. Esto quiere decir que Jesús puede transformar toda la verdad que ha adquirido, hasta darle todo su verdadero significado. Por experiencia propia solemos, de pronto, ver la conexión que hay entre un número de cosas que antes creíamos separadas e inconexas. Entonces comprendemos con mayor amplitud, de la misma manera que cuando las letras separadas del alfabeto que aprendimos de niños se transforman, como por arte de magia, en palabras y hasta frases. Así penetramos a otros niveles de significado.---------- Repasemos ahora el final de la parábola, cuando Jesús ya ha convertido el agua en vino. Lo presentan al maestresala, quien hace un comentario extraño. Dice que de ordinario, en la vida corriente (pues el maestresala representa la vida corriente y sus métodos) se pone primero el buen vino. Según el texto: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que es peor; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Cana de Galilea y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.' Tomemos nota de que se emplea la palabra 'bueno'. Algunas enseñanzas esotéricas usan las palabras verdad y bueno, o buena, y hablan de que es posible en­lazarlas en una boda tal que el hombre advierta lo bueno de la verdad que ha conocido y de este modo le gobierna lo bueno de la verdad y no la verdad escueta. Tomemos nota también de que el bien, o lo bueno, viene después, al final, a la inversa de lo que ocurre en la vida y como lo acentúa el maestresala. En la vida corriente siempre tendemos a tomar lo bueno primero y lo malo después. Con relación a esta idea, puede decirse que para poder ascender en la escala del propio desarrollo hemos de pagar por anticipado


 
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