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Medicina y Salud: MIEDOS, ANSIEDADES Y FOBIAS
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De: Siondra  (Mensaje original) Enviado: 03/12/2009 16:41
MIEDOS, ANSIEDADES Y FOBIAS
Fecha: 13.01.2009 - 16.58    Autor: yoya

Miedos, ansiedades y fobias

 
   

 

Los seres humanos experimentamos miedos desde nuestra más tierna infancia. Estos miedos pueden ir desde los más instintivos y en defensa de nuestra integridad, pasando por los típicos de la edad de la niñez como el miedo a la oscuridad y a los "cucos", hasta llegar a aquellos que se instalan en la adultez y difícilmente nos abandonan, a menos que los combatamos.

¿Qué es el miedo? Es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Los miedos tienen sus componentes y entre ellos figuran experiencias subjetivas -cosas que nos imaginamos-, cambios fisiológicos -transpirar en abundancia, tener el pulso acelerado-, y la presencia de la evitación de lo temido, porque casi siempre tratamos de huir de lo que tememos en vez de enfrentarlo.

Las consecuencias del miedo son muy diversas y pueden involucrar a nuestro cuerpo y también a nuestros pensamientos con respecto a la vida. Por ejemplo, después de experimentar un gran susto podemos creer que el mundo es un lugar peligroso del que hay que protegerse constantemente y desconfiar de las personas.

Dentro de las posibles causas del miedo se cuentan: las experiencias traumáticas; la sumatoria de exposiciones a situaciones menos extremas pero sostenidas en el tiempo; el observar a personas que experimentan miedos, y el cómo se procesa la información recibida.

El miedo se refiere a peligros de carácter tangible. La ansiedad, en cambio, es un concepto más difuso, que presenta muchas veces compromiso corporal, sobre todo en la zona precordial (sentir como un peso en el pecho). Cuando se le pregunta a la persona a qué le teme, responde "no lo sé, sólo tengo la sensación de que algo malo me va a ocurrir."

Si en la niñez le temíamos a la oscuridad, a las casas vacías y a los ruidos desconocidos, cuando avanzamos en edad nuestros miedos van cambiando. En la adultez se nos instalan temores en relación al trabajo, a quedarnos sin sustento, a perder a la familia, etcétera.

Es normal experimentar miedos, pero hay que tener presente que uno que se nos instaure férreamente y sin proporción con la realidad puede volverse una conducta fóbica, en donde el estímulo que la gatilla es insignificante, y menos riesgoso de los que creemos.

Cuando experimentamos una fobia hacia un objeto, situación, persona o animal comenzamos a vivir esclavos de ella y a toda costa trataremos de salir arrancando de la sola posibilidad de encontrarnos en esa situación.

Me ha tocado presenciar conductas fóbicas en personas a las que les produce pavor hablar en público y de sólo pensar en hacerlo comienzan a experimentar claves de tensión e incomodidad tanto fisiológicas como cognitivas.

Todo esto hace que se entre en el círculo vicioso del miedo y de la evitación. Mientras menos probemos acercarnos o ensayar la conducta temida, menos probabilidades tendremos de acostumbrarnos a ella hasta asumir otro significado de aquello a lo que tanto temíamos.

Es por lo anterior que la sicología ha elaborado estrategias de intervención para llegar a inocular los miedos que nos dejan paralizados y que, sin embargo, para otras personas constituyen situaciones normales.

Una técnica que da buen resultado a nivel terapéutico, pero que también se puede ir ensayando de manera casera, es aproximarse paulatinamente al objeto o situación temida ayudándose con relajación corporal y con la introducción de imaginerías placenteras y moldeamientos paulatinos de conductas. De este modo, paso a paso, podemos irnos aproximando a lo que nos da miedo hasta que finalmente, casi sin darnos cuenta, habremos cambiado nuestra percepción y el efecto negativo con respecto a lo temido. Esta técnica se denomina desensibilización sistemática (DS) y puede ayudarnos de gran manera a enfrentar gradualmente los miedos que limitan la vida cotidiana.

Los miedos pueden coexistir con nosotros en la medida en que no se vuelvan unos intrusos y nos quiten calidad de vida. Podemos combatirlos, y esa forma de enfrentarlos seguramente tendrá un efecto de modelamiento e imitación en nuestros seres más cercanos, sobre todo en nuestros hijos. Valiente no es el que no experimenta temor... sino el que lo vence.

 

Por: Javiera de la Plaza Sicóloga




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