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Energia: Prana planetario
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ☼TäRA☼  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2010 11:32

Prana planetario.

Fluido vital que emana de cualquier planeta y constituye su coloración o cualidad fundamental, debido a que se repite dentro del planeta el mismo proceso que tiene lugar respecto al hombre y al prana solar.
El planeta (ya sea la tierra o cualquier otro) absorbe el prana solar, lo asimila en la cantidad requerida e irradia el que no necesita para su bienestar, en forma de irradiación planetaria.
El prana planetario es, por lo tanto, prana solar que ha pasado a través del planeta, ha circulado por el cuerpo etérico planetario, ha sido trasmitido al cuerpo físico denso del planeta y emitido por éste como irradiación, con la misma característica esencial que la del prana solar, además de la cualidad individual y distintiva del planeta implicado.
La repetición del proceso tiene lugar en el cuerpo humano. Las irradiaciones físicas de los hombres difieren de acuerdo a la calidad de sus cuerpos físicos. Lo mismo ocurre con el planeta.
El prana que emana del planeta (como en el caso del prana solar) es recibido y trasmitido por medio de un grupo determinado de devas denominados "devas de las sombras", devas etéricos de matiz ligeramente violado.
Los cuerpos de estos devas están compuestos de materia de alguno de los cuatro éteres, y enfocan y concentran las emanaciones del planeta y de todas las formas que existen en el mismo.
Debido a la esencial similitud de su sustancia corpórea con la sustancia etérica humana se hallan muy íntimamente vinculados con los seres humanos, trasmitiéndole el magnetismo de la "Madre Tierra".
Como vemos, dos grupos de devas trabajan en conexión con el h ombre:
a. Los devas solares le trasmiten el fluido vital que circula por el cuerpo etérico.
b. Los devas planetarios de color violeta, vinculados al cuerpo etérico del hombre, le trasmiten el prana de la tierra o del planeta en el cual actúe el hombre durante una encarnación física.
Aquí podrían formularse varios interrogantes y , aunque no expliquemos plenamente el misterio, hacerse algunas sugerencias.
¿Cuál es la causa de la aparente falta de vida en la Luna?
¿Existe allí vida dévica?
El prana solar ¿produce algún efecto allí?.
¿En qué difiere la Luna, aparentemente muerta, de un planeta vivo tal como la Tierra?.
Aquí nos enfrentamos con un misterio, cuya solución, para quienes investigan - quedará revelada en el hecho de que no existen seres humanos ni ciertos grupos de devas en la Luna.
El hombre no ha dejado de existir en la Luna porque esté muerta y, pòr consiguiente, no pueda sustentarlo, sino que la Luna está muera porque el hombre y los devas se han retirado de su superficie y de su esfera de influencia.
El hombre y los devas actúan en cada planeta como intermediarios o agentes trasmisores.
Donde ellos no habitan resulta imposible realizar ciertas actividades, sobreviniendo la desintegración.
La razón de ese retiro se halla en la Ley cósmica de Causa y Efecto o karma cósmico, y en la historia conjunta, aunque individual, de uno de los Hombres celestiales cuyo cuerpo fue, en un momento determinado, la Luna o cualquier otro planeta.

3. Prana de las formas.
Ante todo se ha de advertir que las formas son de dos clases cada una de las cuales ocupa un lugar diferente en el esquema:
Formas resultantes del trabajo realizado por el tercero y el segundo Logos y las vidas conjuntas de Éstos. Dichas formas constituyen las unidades de los reinos vegetal, animal y mineral.
Formas resultantes de la acción unida de los tres Logos, comprendiendo estrictamente las formas dévicas y humanas.
Existe también una forma más simple incorporada a la sustancia con la cual están hechas todas las formas, siendo estrictamente de materia atómica y molecular, animada por la vida o energía del tercer Logos.
Con respecto al primer grupo de formas se ha de observar que las emanaciones pránicas, emitidas por las unidades de los reinos animal y vegetal (después que han absorbido el prana solar planetario), son lógicamente la combinación de ambos, siendo trasmitidas por medio de irradiaciones superficiales, como el prana solar y el planetario, a ciertos grupos de devas menores de orden no muy elevado, que tienen una curiosa e intrincada relación con el alma grupal del animal o del vegetal que las irradia.
De ello no podemos ocuparnos aquí.
Estos devas tienen también un matiz violado, pero tan pálido que es casi gris;
Están en estado de transición y se mezclan en forma confusa con grupos de entidades que se encuentran en el arco involutivo.
Respecto al segundo grupo, la forma humana trasmite las irradiaciones emanantes a un grupo de devas de grado mucho más elevado.
Estos devas tienen un matiz más pronunciado, los cuales después de asimilar debidamente la irradiación humana, la trasmiten principalmente al reino animal, demostrándose así la íntima relación existente entre estos dos reinos.
Si la expliación que antecede sobre la complicada interacción entre el Sol y los planetas, entre éstos y las formas que evolucionan en ellos y entre dichas formas y aquellas inferiores, sirve para demostrar aunque sólo sea la exquisita interdependencia de todo lo existente, mucho se habrá logrado.
Otro hecho que debe hacerse resaltar es la íntima relación existente entre todas las evoluciones de la naturaleza, desde el Sol celestial a la violeta más humilde, por mediación de la evolución dévica, que actúa como fuerza trasmisora y trasmutadora en todo el sistema.


Por último, todos trabajan con fuego.
Fuego interno, inherente y latente, irradiante y emanante; generado, asimilado e irradiado;
Vivificador, estimulador y destructor;
Fuego trasmitido, reflejado y absorbido, base de toda vida; esencia de todo lo que existe y agente que desarrolla e impulsa lo que se halla detrás de todo proceso evolutivo;
Fuego edificador, preservador y constructor;
Fuego originador, el proceso y la meta; fuego purificador y consumidor.
El Dios del Fuego y el fuego de Dios interactúan hasta que todos los fuegos se fusiones y ardan y todo lo que existe haya pasado por el fuego- desde un sistema solar hasta una hormiga -, surgiendo como triple perfección.
Entonces el fuego emergerá como esencia perfecta del "círculo no se pasa", ya sea la del "círculo no se pasa" humano, planetario o solar.
La rueda gira; todo lo que se halla dentro de ella es sometido a una triple llama, y con el tiempo todo llega a la perfección.
La naturaleza del prana.


Cuando nos ocupamos del cuerpo etérico y sus funciones, como asimilador y distribuidor de prana, lo hemos hecho desde el punto de vista del lugar que ocupa en el esquema de las cosas.
Consideraremos el tema desde el punto de vista de las analogías, indicando dónde se hallan en el sistema, en el planeta y en el hombre.
Hemos visto que constituye el fundamento de la forma física y que es , en sí mismo, el vínculo más importante entre:
a. El hombre físico y el plano emocional o astral.
b. El Hombre planetario y la cualidad emocional esencial.
c. El Logos, el gran Hombre celestial, y el plano astral cósmico.
Podemos ahora limitar el tema a la consideración del cuerpo etérico del ser humano, sin tocar las analogías del sistema o cósmicas; aunque quizás sería conveniente recordar que el estudiante inteligente obtiene la sabiduría por la línea interpretativa; quien se conoce a sí mismo (como manifestación objetiva, cualidad esencial y desarrollo comprensivo), conoce también al Señor de su Rayo y al Logos de su sistema.
Por lo tanto sólo es cuestión de aplicación, expansión consciente e interpretación inteligente; además de abstenerse sensatamente de hacer afirmaciones dogmáticas, y de reconocer que la analogía se encuentra en la cualidad y en el método empleado más que en ajustarse estrictamente a una acción específica en un determinado momento de la evolución.
El material de estudio que es posible dar aquí, si se reflexiona detenidamente, puede inducir a llevar una vida práctica más inteligente, empleando el término "vivir" en su sentido esotérico.
Estudiando dicho material en forma científica, filosófica y religiosa puede conducir también a desarrollar los objetivos del proceso evolutivo en el ciclo menor inmediato.
Por eso nuestro objetivo consiste en hacer más real el cuerpo secundario del hombre y en exponer algunas de sus funciones y la forma en que podrá ser puesto oportuna y conscientemente al alcance de la comprensión mental.
La ciencia, como bien sabemos, está llegando rápidamente a la etapa en que se verá obligada a admitir la realidad del cuerpo etérico, pues las dificultades que surgirán al negarlo serán tan insuperables como admitir su existencia.
Los científicos aceptan ya la existencia de la matería etérica; el éxito obtenido en la fotografía ha demostrado la realidad de lo que hasta ahora fue considerado irreal, porque es intangible desde el punto de vista físico.
Continuamente ocurren fenómenos considerados sobrenaturales que pueden ser explicados por medio de la materia etérica, y los científicos, en su empeño por demostrar que los espiritistas están equivocados, han ayudado a la causa del espiritismo verdadero y superior, apoyándose en la realidad yen la existencia del cuerpo etérico, aunque lo consideren (pues se interesan en los efectos sin haber descubierto la causa) un cuerpo que emana irradiación.
La ciencia médica empieza a estudiar (aunque a ciegas) la cuestión de la vitalidad, el efecto de los rayos solares sobre el organismo físico y las leyes subyacentes en el calor inherente e irradiante.
Atribuye al bazo funciones no reconocidas anteriormente y estudia los efectos de la acción de las glándulas y su relación con la asimilación de las esencias vitales a través de la estructura corporal.
Se halla en el verdadero camino; no pasará mucho tiempo (quizás en el curso de este siglo) sin que la REALIDAD del cuerpo etérico y sus funciones básicas sea afimada más allá de toda controversia y el objetivo de la medicina, preventiva y curativa, pase , entonces , a un nivel superior.
Todo lo que podemos hacer aquí es dar simplemente , y en forma condensada, algunos datos que podrán acelerar el día de su reconocimiento, lo cual despertará mayor interés en el verdadero investigador.
Permítaseme, por lo tanto, enunciar brevemente lo que se tratará en los tres puntos que resta considerar:
Las funciones del cuerpo etérico.
Su relación con el físico durante la vida.
Los males y las enfermedades del cuerpo etérico(teniendo en cuenta el significado original de la palabra "enfermedad").
Su condición después de la muerte.
Lo indicado abarcará aquello que es de utilidad práctica en la actualidad.
Luego adquiriremos más conocimiento si lo trasmitido al público es aplicado cuidadosamente, y si los investigadores estudian inteligente, sensata y ampliamente tan importante tema.
A medida que la naturaleza del cuerpo etérico y su función ocupen en el pensamiento del mundo el lugar que les corresponde, y la gente se dé cuenta de que el etérico es el más importante de los dos cuerpos físicos, el hombre hará contacto consciente e íntimo con otras evoluciones que existen en materia etérica, así como lo hace en el cuerpo físico denso.
Existen ciertos grandes grupos de devas denominados "devas e las sombras" o devas violeta, que están íntimamente vinculados al desarrollo evolutivo del cuerpo etérico humano, y le trasmiten irradiaciones solares y planetarias.
El cuerpo etérico humano recibe prana de diferentes maneras y de diversas clases, que lo ponen en contacto con distintas entidades.
1. Prana solar.
Fluido vital magnético que irradia del sol, y se trasmite al cuerpo etérico del hombre por mediación de ciertas entidades dévicas de orden muy elevado y de matiz dorado.
Pasa a través de los cuerpos de dichas entidades, que lo emiten en potentes irradiaciones, aplicadas directamente a ciertos plexos situados en la parte superior del cuerpo etérico, en la región de la cabeza y de los hombros, desde donde descienden a la analogía etérica del órgano físico el bazo, y de allí se trasmiten enérgicamente al mismo.
Estas entidades pránicas, de matiz dorado, se encuentran en el aire sobre nosotros, y están especialmente activas en algunas partes del mundo, como California y en las regiones tropicales, donde el aire es puro y seco y los rayos del sol son considerados esencialmente benéficos.
Las relaciones que existen entre el hombre y este grupo de devas son muy íntimas, pero aún muy peligrosas para el hombre.
Los devas tienen mucyo poder, y en su propia línea, están más evolucionados que el hombre.
El ser humano que no sabe protegerse está a merced de éstos, y debido a ello y a la incomprensión de las leyes de resistencia magnética o de repulsión solar, está propenso a la insolación.
Cuando el cuerpo etérico y sus procesos asimilativos sean comprendidos científicamente, el hombre se inmunizará de los peligros de la irradiación solar.
Se protegerá por la aplicación de las leyes que rigen la repulsión y la atracción magnéticas y no meramente mediante el vestido y el techo.
Por lo general es cuestión de polarización.
Podría sugerirse que cuando los hombres comprendan la evolución dévica más correctamente, sepan cómo trabajar en ciertas líneas relacionadas con el Sol y se den cuenta de que tal evolución representa el polo femenino, así como el hombre representa el polo masculino (la cuarta Jerarquía creadora es masculina) comprenderán su interrelación y regirán esa relación de acuerdo a la ley.
Estos devas solares reciben los irradiantes rayos del sol, los cuales salen desde el centro y llegan hasta la periferia por uno de los tres canales de acercamiento, los pasan a su organismo y los enfocan allí.
Actúan casi como un vidrio de aumento que concentra los rayos solares. Luego son reflejados o trasmitidos al cuerpo etérico humano, que los capta y asimila.
Cuando el cuerpo etérico es sano y funciona correctamente, absorbe bastante prana para mantener la forma organizada.
Este es el objetivo de la función del cuerpo etérico, cosa que nunca se hará resaltar suficientemente.
El prana sobrante se emite como irradiación animal o magnetismo físico; ambos términos expresan la misma idea. Por lo tanto, el hombre repita, en escala menor, la tarea de los grandes devas solares y a su vez agrega su cuota de emanaciones, repolarizada o remagnetizada, a la suma total del aura planetaria.


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