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General: El hada en el jardín de los niños
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: xania  (Mensaje original) Enviado: 20/02/2014 19:10
 
 






El hada en el jardín de los niños 
--- * ---

Las grandes ciudades suelen tener en su interior callejuelas tan pequeñas que en todo el año no penetra en ellas un solo rayo de sol. Allí viven las gentes en estrechas alcobas, y sus hijos tienen pálidas las mejillas y los ojos desencajados y con cercos morados...
En una de estas ciudades se dejó caer en cierta ocasión una joven sencilla. Sin embargo, y a pesar de su modestia, era un hada milagrosa, aunque nadie lo sabía. La joven dijo a los pequeños:
- ¡Venid a mi jardín para los niños! Entonces se apresuraron a acudir todos, desde los que empezaban a dar pasitos y a hablar un poquito, y hubo un hormiguero de chiquillos en torno al hada milagrosa.
Sin embargo, el que había esperado encontrar un jardín con multicolores flores y verdes árboles hubo de sentirse decepcionado. Allí no había más que una habitación de blancas paredes y unas sillitas pequeñas en el suelo. Pero cuando todos los chiquillos estuvieron allí reunidos y sentados en sus sillitas, el hada tomó la varita mágica en su mano. La hizo pasar por encima de los oscuros cabellos y sonrió a todos los niños.
- ¡Venid! - les dijo -; vayamos a encontrar a Caperucita Roja en el verde, verde, bosque.
Entonces los ojos de los pequeños radiaron gozosos. Las blancas paredes se separaron de repente como las hojas de una puerta. Los árboles rumorearon bajo el viento, y el hada dijo:
- Ahora buscaremos flores.
Se levantaron entonces de un salto, los niños, y se inclinaron, y cada uno de ellos quería tener el más bello ramo. ¡Qué bien olían las violetas! Todos los niños aspiraban el delicioso aroma con sus naricitas.
- ¡Pero ahí viene el lobo! ¡Escondeos, niños, escondeos!
Todos se ocultaron detrás del hada; allí no les podía hacer ningún daño. El lobo corrió a la casita de la abuela, y los niños le siguieron con sus miradas. Luego se deslizaron todos delante de la gran cama cubierta con los cortinajes.
- ¿Qué orejas tan grandes tienes, abuela? 
- Para que pueda oír mejor. 
- Pero, abuela, ¿qué boca tan espantosamente grande tienes?
- Para que te pueda comer mejor
¡Qué espanto y qué griterío! Pronto estuvieron todos los niños en la barriga del lobo muy cerca unos de otros, hasta que vino el cazador que los libertó. Entonces pudieron bailar en torno al pozo. ¡Esto era tan hermoso después del gran susto! Todos respiraron profundamente y llenos de felicidad.
El hada de los milagros bajó la varita mágica. Ahora estaban los niños sentados nuevamente en sus sillitas, y otra vez las paredes allí. Sonó una campanilla, y seguidamente los pequeños pudieron regresar a casa junto a sus madres.
Al día siguiente, cuando todos hubieron regresado de nuevo, el hada pasó otra vez con la varita de los cuentos por encima de los oscuros cabellos.
- ¡Mirad! ¡Mirad! ¡La casita de las golosinas!.
Entonces arrancaron los niños, como Hänsel y Gretel, las almendras de los pasteles. Todos comieron hasta llenarse la barriguita. Entonces salió la bruja. Ésta no tenía más que un solo diente. "¡Hänsel, Hänsel, ten cuidado!" No tardó en estar Hänsel en la jaula y Gretel no cesaba de llorar. Pero cuando la bruja estuvo muerta, pudieron coger los niños oro y plata y piedras preciosas, tantas como quisieron, y llenarse los delantalillos y bolsillos.
Cosas tan maravillosas vivían los niños en el jardín infantil del hada. Lo más bello, sin embargo, era la visita a la casa de la querida Cenicienta. La ayudaban a recoger los guisantes. Lo hacían ligeros, cada vez más ligeros. Los buenos a la ollita y los malos para las gallinas.
Luego se deslizaron con Cenicienta fuera de la casa bajo el arbolillo sobre la tumba de la madre. El arbolillo se estremecía y rumoreaba. Vestidos de oro y plata caían de él, no sólo para Cenicienta, no, sino también para todos los niños. Luego podían ir éstos al palacio del rey y bailar, y comer cosas buenas, y podían ver cómo allí se divertía tanto Cenicienta. Ayudaron al príncipe a buscar el zapatito de oro, y cuando se celebró la boda con todo el esplendor, asistieron también a ella, hasta que sonó la campanilla y vinieron de nuevo las blancas paredes y cubrieron todas estas maravillas.
Estas cosas sucedían en el jardín infantil del hada de los milagros. Todo esto era maravilloso. Los niños de las estrechas callejuelas vivían llenos de felicidad y de alegría. Las personas mayores, sin embargo, creían, que no era más que una habitación de blancas paredes. No sabían que allí había bosques con animales queridos y jardines con palacios, y el mar azul con el palacio de coral de la pequeña virgen del mar.
 
Del libro: Cuentos Populares Suizos 
Ed. Molino, Barcelona - 1948
- originales de Anna Keller -








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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Alicia Ibiza Enviado: 20/02/2014 21:40
Gracias Xania por Compartirlo
Besinesssssss
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: GAMA 6 Enviado: 30/03/2014 17:39
 


 
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