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Respuesta  Mensaje 1 de 51 en el tema 
De: Gabriel Yulian  (Mensaje original) Enviado: 05/10/2011 14:52
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

*** Continuación - Adiectio - Palacio Imperial 


Llegaron frente a la gran mansión. Una mansión completamente abandonada. No solo porque ningún inquilino habitaba allí, además de Sam, claro. Sino porque no había ni un suspiro de vida en ese lugar. El desierto vasto, propio del Cardinal, las nubes oscuras de la noche que parecía comenzar a llover en cualquier momento, aunque en realidad jamás pasara eso, la oscuridad de las ventanas, la luz de la luna que iluminaba con esfuerzo a través de la espesura del cielo. Parecía un lugar abandonado incluso por Gaia, incluso por el mismísimo príncipe del Hades. Una soledad extrema, una tristeza extrema, un misterio extremo. La gran mansión sobre una colina, con una torre no muy alta y tres pisos que estaban para nada conectados entre sí. Un lugar con arquitectura gótica, podía verse una cúpula en una de las torres, arcos ojivales,  las pilastras. Quizás obra de algún mercader con la buena suerte de poder solventar aquellas infraestructuras pero con la mala suerte de irse al infierno por su propia avaricia.

Avaro Sam? No… Pero si podía asesinar a un niño desobediente, porque no llevarse el alma de un mercader egoísta? Corrijo, de un mercader egoista y toda su penosa familia. Caminó hacia la entrada como si nada, como si no se diera cuenta que aquella escena era ensordecedoramente maldita. Pero Sam se veía tan bien en ella, con su cabello azabache dejándose mecer por la brisa, su ropa negra mezclándose entre las sombras, su aura misteriosa de espaldas a Hisoka, subiendo los pocos escalones que necesitaba pisar ante de empujar con ambas manos las puertas de la mansión y abrirlas haciendo un sordo ruido.

Entró y miró a Hisoka a través de las puertas que se iban cerrando lenta y silenciosamente. Pero el rubio pasó por esos portones y Sam sonrió levemente. Llegar hasta aquel lugar solo, un lugar abandonado por  todos, y siquiera sabiendo el camino de regreso, era valiente, era suicida, era cautivador.

En el interior les recibía dos escaleras oscuras, que se encontraban en un primer piso permitiendo el paso a un pasillo profundo y oscuro, donde seguramente existirían puertas que darían a habitaciones que jamás fueron abiertas por Sam. Habitaciones que todavía seguirían con los muebles cubiertos por sabanas blancas.
Las puertas se cerraron por completo y de repente las luces de los candelabros fueron prendidas. Velas por todos lados, incluso las del pasillo que podía visualizarse en el primer piso también encendieron sus luces. Y se pudo ver, los pocos muebles sin ser descubiertos por las telas. La chimenea y los cuadros también se encontraban tapados y en los rincones de la casa podían verse telas de araña amontonadas, espesas y antiguas. Sin embargo los pisos brillaban debajo de ellos, reflejando las luces, las sabanas blancas y los cuerpos parados en el recibidor.

Los pasos de Semhiazza comenzaron a verse para cualquier lugar, sin sacar la mirada de los ojos verdes frente a él, hacia atrás varios pasos, a la derecha unos pocos y girar sutilmente mirando por la gran vidriera de colores que daba afuera. En el otro ventanal, del otro lado de la puerta podía verse un sillón bordó con detalles dorados, que no estaba cubierto por las sabanas, era el único que al parecer era usado. Y frente a ese sillón, que miraba hacia la ventana, unos cristales rotos, que a juzgar por las formas, antes había sido una copa. En el piso, la sangre se encontraba seca, la sangre de un ratón atravesado por un cilindro de vidrio, que seguramente debía ser el tallo de la copa que acabó con la vida del animal, sin motivo aparente.

Sin embargo Sam, no dijo ninguna palabra. No sospechaba que hubiera algo que decir, aquella mansión hablaba muy bien de él. Misteriosa, maligna, oscura y llena de muerte. Pero a la vez se veía desolada, triste, fría, sin la calidez de una familia, sin la armonía de la voz de un mortal, sola, y principalmente con mucha necesidad de atención



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Respuesta  Mensaje 2 de 51 en el tema 
De: Shounen Kait Enviado: 07/10/2011 03:47
Suyo para siempre. Ese hombre era un alíen... tan extraño, tan diferente y tan único como un extraterrestre en medio de la humanidad. Alteraba sus sentidos y le hacía vivir cosas que no podría vivir con nadie más. Él ya pertenecía a ese "alíen" desde la primera vez en que sus ojos se encontraron fijos y sus labios se hablaron. Desde hacía tiempo definitivamente. No supo cómo ni cuando, pero en tan solo un parpadear y ya no se encontraba frente al lago en el palacio imperial, ahora sus ojos estaban justo en medio de la nada, frente a una gigantesca mansión, tan colosal como tétrica y mugrosa. El paisaje daba escalofríos y la vestimenta del rubio, o casi desnudez, era lo único que resaltaba de rojo en toda aquella negrura y suciedad. Observó cómo se veía el "dueño" de la casa subir los escalones, se le quedó mirando un momento con los labios entre abiertos pero enseguida los cerró para dar lugar a sus propios pasos, siguiendo al demonio. La seda del kimono se acariciaba con lo escalones cada de vez que el ojiverde daba un paso al frente. Sem entró y dio vuelta para mirar a Hioka, sonriendo de forma pensativa, quien sabe lo que estaría imaginando. El rubio no tenía miedo, pero tampoco parecía confiado de lo que hacía, si no más bien arrojándose a él y dejándose llevar paso a paso. Justo cuando oyó las puertas cerrarse, sobresaltándose levemente, todo se iluminó por la luz de los candelabros y entonces - ....Te hace falta alguien que limpie por lo que veo - fue lo único que pudo murmurar, levantando el mentón y mirándole de forma altanera, cruzando sus brazos cómodamente. Por lo menos el piso era limpio, lo miró viéndose reflejado de forma traslúcida en el suelo. No se explicaba las particularidades que existían en la casa. Todo lo que había allí y todo lo que no; hacían a Semyazza. Los ojos verdes, claros, brillantes le miraron fijamente - ...eres muy galán Semyazza... pero no eres bueno con los labores de la casa, no es asó? - caminó al sillón, rodeandolo y rozándolo con las puntas de sus dedos, sus uñas eran levemente largas, apenas rasparon la tela del sillón. Y desde allí los ojos del ribio volvienron a mirarlo.

Respuesta  Mensaje 3 de 51 en el tema 
De: Gabriel Yulian Enviado: 09/10/2011 01:22
-Te hace falta alguien que limpie por lo que veo. Eres muy galán Semyazza… pero no eres bueno con los labores de la casa, no es asi?
Le oyó decir mientras su mirada era fija en el exterior de la casa, en donde habían
estado minutos antes. El viento de la noche se hacia cada vez más ruidoso y hacia volar
la tierra que rodeaba la mansión. Haciéndole ver más tenebrosa de lo que era en realidad.
Lo cierto era, que incluso durante el día la casa aquella parecía ser igual de tétrica.
Cerró los ojos, respirando tranquilamente. Oir su voz, decir cualquier cosa o incluso su respiración
pausada, oírlo, sentirlo, respirar el mismo aire de él e incluso pisar el mismo suelo. Le extasiaba.
Se quedó con los ojos cerrados oyéndole hablar. Y volvió a abrir los ojos, mirando por la ventana.
Suspiró, se sentía tan bien tenerlo ahí. Como explicarle a ese muchacho?, como darle razones por
las cuales no tenia ganas ni interés en limpiar la casa, siquiera en hacerse la comida, ni sacar las sabanas
de los muebles, cuadros, adornos que decoraba el interior de la mansión?. Como demostrarle los días
que pasaba allí? Lástimandose a si mismo, aburrido de la vida, de no poder encontarle un sentido,
queriendo morir pero sin lograrlo. En soledad. Si… .suspiró. Quizas sea hora de un cambio. Giró su rostro
y miró a Hisoka. Miró sus dedos tocar el sillón con esa sensualidad tan habitual en él. Y de nuevo, los ojos
verdes observándolo desde aquella distancia. Sus pasos sonaron en el suelo, lentos, retumbantes, casi amenazantes.
Y se dirigieron hacia la escalera más cercana. Sin apartar la mirada de Hisoka. Subiendo los escalones,
hasta detenerse en la mitad antes de llegar al primer piso. Y se inclinó en la barandilla con ambos codos y le miró
desde la altura. Su mirada penétrate y misteriosa, como si en ella ocultara un universo paralelo, muchos secretos y oscuras emociones.
El rojo que le quedaba tan bien en la piel, que incluso no pudo evitar apretar sus dientes levemente.
-Mi amor – Dijo simplemente, resonando como un eco en el recibidor. Su voz fuerte, grave, retumbante.

- Mi amor – Repitió.

Respuesta  Mensaje 4 de 51 en el tema 
De: Shounen Kait Enviado: 10/10/2011 22:20
Cerró sus ojos cuando le oía, y aquello al rubio le hizo apretar su mandíbula deseando que dejara de comportarse tan insólitamente. Aunque en realidad, no podía evitar verlo tan comestible cuando hacia esas expresiones improvisadas y completamente desubicadas al momento en las que las originaba. Desde aquel lugar, el rubio observó lo pasos ajenos, las piernas moviéndose en dirección a la escalera y empezando a subir con desenvoltura. Subió sus ojos y entonces se encontró con los oscuros, inequívocos, fijos. "Mi amor" los ojos del rubio se suavizaron, siendo asentados pero placenteros por un momento "Mi amor" repitió la boca del moreno, con aquella sutileza en su voz, con tanto sigilo. Y así era como caía por los hombres aquellos que ocultaban cosas, cosas inimaginables y determinantemente impensable. Le llamaban su atención, le atraían, le invitaban. Cualquiera que los observase pensarían que fuesen dos locos buscando que hacer y jugando al drama, al misterio. Aún así, caminó tranquilamente, sin decir nada, pero sin dejar de mirarlo y comenzó a subir los mismos escalones que subía Semyazza, con parsimonia, la tela de su ropa se acariciaba con la superficie y avanzaba con lentitud. Era obvio, quería que subiera con él. ¿Para qué? pregunta difícil de responder, incluso de suponer, cuando se trataba de su Teufel. Lo cierto era que si lo obedecía, seguro le sorprendería.

Respuesta  Mensaje 5 de 51 en el tema 
De: Gabriel Yulian Enviado: 16/10/2011 00:33
Sus ojos se mantenian fijos en los verdes ajenos, acercandose. El caminar del menor, lo cautivaba.
Parecia que volaba sobre el nivel del suelo, y no que sus pasos estaban marcados uno tras otro
con la brusquedad con que caminaban todos. Hisoka era tan grácil para moverse, para todo. Incluso cuando 
los demás podían ver frialdad en su voz, Sam solo veía magia.
Observó sus pies pisar cada uno de los escalones, como la tela acariciaba la alfombra y su miraba subió con lentitud por sus piernas, 
el hueco que formaba la tela en la unión de sus piernas, su vientre, sus manos rozar levemente la barandilla de la escalera. 
Ningun mansión, ningun paisaje de la naturaleza podía adaptarse a la figura exquisita del rubio. Nada podía hacer de un buen fondo para el cuadro 
que se disfrutaba cada vez que alguien lo veia. Sus pasos subieron las escaleras, hacia atras mientras sus ojos se volvian a posar en la 
mirada ajena. Estaban a solo tres escalones de distancia y la sonrisa de Semyazza se vió nuevamente, sutil.
Al llegar al primer piso, los pasos del mayor siguieron caminando, hasta entrar al pasillo. Las luces de los candelabros 
tiritaban sutilmente y era lo unico que se movia en disonancia. 
Guiandolo hacia alguna habitacion, quizas. Sonreía mostrando sus dientes 
al ver que el menor le seguia, como siempre, le seguia. 
Me pregunto... cuanto más continuaras callado antes de preguntar que estoy planeando -Pensó.  

Respuesta  Mensaje 6 de 51 en el tema 
De: Shounen Kait Enviado: 16/10/2011 01:03
- Donde me llevas - preguntó con frialdad en su voz. Siguiendo sus pasos pero siempre manteniendo distancia entre los dos. Nunca demasiado cerca,
tampoco demasiado lejos. Desvió su mirada a los candelabros, fijando sus ojos verdes en ellos. El fuego en su interior hacia parpadear de color anaranjado
y amarillento el pasillo. La raja en la tela que el rubio llevaba como ropa descubría casi por completo una de sus piernas, la cual adelantó un paso más,
fijando sus ojos en Semyazza - ...que planeas - preguntó, sin sonreír, sin siquiera hacer tono de pregunta alguna y sin importarle a donde dirigia sus ojos
ese demonio. Después de ello calló sus labios, manteniendo un rostro sereno. Aunque por dentro se encontrarse completamente confundido,
no se lo demostraría en absoluto
.


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