**Una silueta macabra se proyecta al filo del acantilado en la explanada a las afueras del templo sagrado donde los antiguos gobernantes del santuario predicen el futuro del planeta según la posición de los astros, de esa manera consiguen adelantarse a los abrigados planes de los dioses. Situación clave para el orgulloso dueño de aquella portentosa figura, que no refleja nada más que muerte, su esencia es tan fría como un espíritu, aún sin augurar vestigio alguno de su poder, sin duda un hombre de muerte y perversión que oculta en su rostro, inmutable, la serenidad más absoluta. Siendo la helénica armadura de oro que viste y al instante le da su rango entre los 12 sustentos del poder en athenas, el principal y más fiel e irrevocable servidor a las órdenes del Maestro, su Ilustrísima. El Gran Patriarca. Permanece allí, como un fantasma inamovible, solitario, en aquel despoblado lugar que en su pervertida santidad oculta una verdad maligna. El cuerpo sin vida del antiguo gobernante del santuario, el supuesto hermano del ahora sucesor que gobierna sin misericordia y con absoluto poder el refugio atheniense. No hay duda Su presencia obedece a las instrucciones más diabólicas de su autoridad y señor. Evitar que la verdad salga a la luz, nada ni nadie debe interferir y conocer la verdad que se oculta en el templo, de hacerlo, el poder de Arles se verá severamente comprometido.**
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"La definición de justicia e injusticia cambia según sea el momento adecuado, tanto así, que la historia misma lo ha probado. El poder te hace justo a la vista de los demas, si tú pierdes entonces tú serás el injusto".