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espiritismo: SISTEMAS / LIBRO DE LOS MEDIUMS
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De: magicman497  (Mensaje original) Enviado: 13/01/2008 18:17

SISTEMAS

36.

Cuando los extraños fenómenos del Espiritismo

empezaron o producirse, o mejor dicho, se han renovado en estos

últimos tiempos, el primer sentimiento que excitaron fue el de la

duda sobre su misma realidad y aun más sobre su causa. Cuando

se ha probado por testimonios irrecusables y por las experiencias

que cada uno ha podido hacer, ha acontecido que todos también

los han interpretado a su manera, según sus ideas personales, sus

creencias o sus prevenciones; de aquí, muchos sistemas que una

observación más atenta debía reducir a su justo valor.

Los adversarios del Espiritismo han creído encontrar un

argumento en esta divergencia de opiniones, diciendo que los

mismos espiritistas no están acordes entre sí. Esta es una razón

muy pobre, si se reflexiona que todos los pasos de una ciencia

naciente son necesariamente inciertos hasta que el tiempo haya

permitido reunir y coordinar los hechos que pueden sentar la

opinión; a medida que los hechos se completan y se observan

mejor, las ideas prematuras se borran, y la unidad se establece, al

menos sobre los puntos fundamentales, sino en todos los detalles.

Esto es lo que ha tenido lugar en el Espiritismo; él no podía escapar

de la ley común, y debía por naturaleza, prestarse más que otra

cosa a diversidad de interpretaciones. Se puede aun decir que bajo

este aspecto ha ido más aprisa que las otras ciencias sus

primogénitas, que la medicina por ejemplo, que todavía divide a

los más grandes sabios.

37.

En el orden metódico, para seguir la marcha progresiva

de las ideas, conviene colocar en primer lugar los que se pueden

llamar

sistemas de negación, esto es, los de los adversarios del

Espiritismo. Hemos refutado sus objeciones en la introducción y

en la conclusión de

El libro de los Espíritus, así como en la pequeña

obra titulada

Qué es el Espiritismo. Sería superfluo repetir lo

mismo; nos limitaremos a recordar en dos palabras los motivos

en que se fundan.

Los fenómenos espiritistas son de dos clases: de efectos

físicos y de efectos inteligentes. No admitiendo la existencia de

los Espíritus por la razón de que no admiten nada fuera de la

materia, se concibe que nieguen los efectos inteligentes. En cuanto

a los efectos físicos, los comentan a su punto de vista y sus

argumentos pueden resumirse en los cuatro sistemas siguientes:

38.

Sistema del charlatanismo. Entre los antagonistas,

muchos atribuyen estos efectos a la superchería, por la razón de

que algunos han podido imitarse. Esta suposición transformaría a

todos los espiritistas en bobalicones y a todos los médiums en

forjadores de patrañas, sin considerar la posición, carácter, saber

y honradez de las personas. Si mereciera una contestación,

diríamos que ciertos fenómenos de la física también se imitan por

los prestidigitadores, y que esto no prueba nada contra la verdadera

ciencia. Además hay personas cuyo carácter aparta toda sospecha

de fraude y es preciso estar desprovisto de toda educación y

urbanidad, para atreverse a decirles en su cara que son cómplices

de charlatanismo. En un salón muy respetable, un caballero, que

se tenía por bien educado, habiéndose permitido una reflexión de

esta naturaleza, la señora de la casa le dijo: “Caballero, puesto

que no está usted contento, se le devolverá el dinero en la puerta”;

y con un gesto le hizo comprender lo que debía hacer. ¿Quiere

decir por esto, que jamás haya habido abusos? Sería necesario,

para creerlo, admitir que los hombres son perfectos. Se abusa de

todo, aun de las cosas más santas: ¿por qué no se abusaría del

Espiritismo? Pero por el mal uso que se pueda hacer de una cosa,

no se debe prejuzgar nada contra la misma cosa; los informes que

puedan tenerse con respecto a la buena fe de las personas están en

los motivos que les hacen obrar. Donde no hay especulación, el

charlatanismo no tiene nada que hacer.

39.

Sistema de la locura. Algunos, por condescendencia,

no quieren sospechar de superchería, pero pretenden que los que

no tratan de engañar, lo son ellos mismos: lo que viene a decir

que son imbéciles. Cuando los incrédulos ponen en ello menos

formalidad, dicen simplemente que uno es loco, atribuyéndose

así, a la brava, el privilegio del buen sentido. Ahí está el gran

argumento de los que no les asiste la razón para oponerse. Por lo

demás, esta especie de atacar ha caído en ridículo por su poca

sustancia, y no merece que se pierda el tiempo en refutarla. Los

espiritistas, por otra parte, no se aturden por eso; toman con valor

su partido y se consuelan pensando que tienen por compañeros de

infortunio bastantes gentes cuyo mérito nadie podría disputar. Es

preciso en efecto convenir que esta locura, si la hay, tiene un

carácter muy singular, y es que ataca con preferencia a la clase

ilustrada, entre la que el Espiritismo cuenta la inmensa mayoría

de sus adeptos hasta el presente. Si entre ellos, se encuentran

algunas excentricidades, nada prueban contra la Doctrina que los

locos religiosos no prueben contra la religión; los locos melómanos

contra la música; los locos matemáticos contra la matemática.

Todas las ideas han encontrado fanáticos exaltados, y sería

menester estar dotado de un juicio bien obtuso para confundir la

exageración de la cosa con la misma cosa. Para más amplias

explicaciones sobre este objeto nos remitiremos a nuestro librito:

Qué es el Espiritismo

y a El libro de los Espíritus. (Introducción

XV).

40.

Sistema de la alucinación. Hay otra opinión, menos

ofensiva porque tiene un pequeño color científico, que consiste

en poner los fenómenos bajo el aspecto de la ilusión de los sentidos;

de este modo, el observador sería de muy buena fe; sólo creería

ver lo que no ve. Cuando ve levantarse una mesa y mantenerse en

el espacio sin punto de apoyo, la mesa no se habría movido del

sitio; la ve en el aire por una especie de ilusión óptica, o un efecto

de refracción, como la que hace ver un astro, o un objeto en el

agua, fuera de su posición real. Esto sería posible en rigor; pero

aquellos que han sido testigos de este fenómeno han podido

acreditar el aislamiento, pasando bajo la mesa suspendida, lo que

sería difícil si no hubiese dejado el suelo. Por otra parte ha

acontecido varias veces que la mesa se ha roto cayendo: ¿se dirá

también que es un efecto de óptica?

Una causa fisiológica bien conocida puede, sin duda, hacer

que se crea ver dar vueltas a una cosa que no se mueve, o que se la

crea girar sobre sí misma cuando está inmóvil; pero cuando muchas

personas alrededor de una mesa son arrastradas por un movimiento

tan rápido que tienen trabajo en seguirla, que algunas son a veces

echadas por tierra, ¿se dirá que todas están atacadas de vértigo,

como el borracho que cree ver pasar su casa por delante de sus

ojos?

41.

Sistema del músculo crugidor. Si esto sucediera con

respecto a la vista, no sería lo mismo en cuanto al oído, y cuando

se oyen golpes por toda una reunión uno no puede razonablemente

atribuirlos a una ilusión. Téngase entendido que hacemos

abstracción de toda idea de fraude, y suponemos que una atenta

observación ha acreditado que estos fenómenos no se deben a

ninguna causa fortuita o material.

Es verdad que un sabio médico ha dado de los mismos una

explicación perentoria, según él (1). “La causa está, –dice– en las

contracciones voluntarias o involuntarias del tendón del músculo

corto peroné”. Con este objeto entra en detalles anatómicos muy

(1) El Sr. Jebert (de Lamballe). Para ser justo es preciso decir que este descubrimiento

es debido al Sr. Schif; el Sr. Jebert ha desenvuelto sus consecuencias ante la Academia de

Medicina para dar el golpe de maza a los Espíritus golpeadores. Se encontrarán en cuanto a

esto, todos los detalles en la

Revista Espírita del mes de junio 1859.

completos para demostrar por qué mecanismo este tendón puede

producir estos ruidos, imitar los redobles del tambor, y aun ejecutar

aires musicales, sacando en consecuencia que los que creen oír

golpes en una mesa son engañados o por una mixtificación o por

una ilusión. El hecho no es nuevo en sí mismo; desgraciadamente

para el autor de este pretendido descubrimiento, su teoría no puede

dar razón de todos los casos. Digamos desde luego que los que

gozan de la singular facultad de hacer crugir cuando quieren su

músculo corto peroné o cualquier otro, y tocar aires por este medio,

son sujetos excepcionales; mientras que la de hacer golpear las

mesas es muy común, y que los que poseen ésta, no gozan todos

ni de mucho de la primera. En segundo lugar el sabio doctor ha

olvidado explicar cómo el crugido muscular de una persona

inmóvil y aislada de la mesa, puede producir en ésta vibraciones

sensibles al tacto; cómo este ruido puede reproducirse por voluntad

de los asistentes en las diferentes partes de la mesa, en los otros

muebles, contra las paredes, en el techo, etc.; cómo, en fin, la

acción de este músculo puede extenderse a una mesa que no se

toca y hacerla mover. Esta explicación por otra parte, si es que lo

fuera, no comprendería más que el fenómeno de los golpes, pero

no puede concernir a los otros medios de comunicación.

Concluyamos que él ha juzgado sin haber visto, o sin haberlo

visto todo, como debe verse. Siempre es posible que los hombres

de ciencia se apresuren a dar, sobre lo que no conocen,

explicaciones que los hechos pueden desmentir. Su mismo saber

debería hacerles tanto más circunspectos en sus juicios, cuanto

más lejos están para ellos los límites de lo desconocido.

42.

Sistema de causas físicas. Aquí salimos del sistema de

la negación absoluta. Concediéndose la realidad de los fenómenos,

el primer pensamiento que naturalmente vino al espíritu de

aquellos que los han reconocido, ha sido el de atribuir los

movimientos al magnetismo, a la electricidad, o a la acción de un

fluido cualquiera, en una palabra, a una causa enteramente física

y material. Esta opinión no tendría nada de irracional, y hubiera

prevalecido si el fenómeno se hubiese limitado a efectos puramente

mecánicos. Una circunstancia también parece corroborarla; ésta

es, en ciertos casos el aumento de la potencia en razón del número

de personas; cada una de ellas podría así ser considerada como de

los elementos de una pila eléctrica humana. Hemos dicho que lo

que caracteriza una teoría verdadera, es el poder dar razón de

todo; mas si un solo hecho viene a contradecirla, es que es falsa,

incompleta o demasiado absoluta. Pues esto es lo que no ha tardado

en acontecer. Estos movimientos y estos golpes han dado señales

inteligentes, obedeciendo a la voluntad y respondiendo al

pensamiento; debían, pues, tener una causa inteligente. Entonces,

desde que el efecto cesó de ser puramente físico, la causa por esto

mismo, debía tener otro origen; así el sistema de la acción

exclusiva

de un agente material ha sido abandonado y solo se encuentra

entre aquellos que juzgan a

priori y sin haber visto. El punto capital

es, pues, el de acreditar la acción inteligente, y esto es lo que

puede convencer a cualquiera que se tomara el trabajo de observar.



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