"Mi muy amado niño grande"
por: Silvia Rodriguez.
Un día del año 1983 nació mi niño grande, un día esperado, día de alegría. Al pasar los meses me dieron la noticia, niño siempre sería. Cuanto dolor, desesperación y frustración vino a mi vida. Esto no lo esperaba, ni entendía, la vida me daba vuelta yo lo sabía.
Mi niño crecía y mi corazón más dolía, más tristeza venía, no podía yo comprender todavía. Reclamé al Señor; ¿Por qué a mí, por qué me ha pasado esto?
No entendiendo yo, lo que hacía. Él es soberano y hace como Él quiere, nuestras vidas están en sus manos. Pasan los años y llega a mi vida, la luz, la esperanza, el consuelo. El amor verdadero por el que mi alma siempre latía. Ahora entiendo lo que quizás no entendía.
Pero mi corazón está partido en dos, no hay quien entienda a una madre. Hay un dolor muy grande y alegría también, ninguna madre quiere ver a su hijo, niño grande. Todas soñamos con oír a nuestros hijos hablar y así poder escuchar sus hermosas palabras de amor.
No entiende el mundo una situación como esta, un vivir diario, un dolor permanente, sufrir el desprecio, de aquel que no entiende el dolor de una madre y a un niño grande.
Si ves a uno a tu lado ámalo, quiérelo y no le hagas un desaire, si te extiende la mano, no se la dejes colgando; si te da una sonrisa devuélvesela no lo dejes esperando. No sabes con cuanto amor te lo está dando.
Si ves a alguien por allí tirado, no lo mires con desprecio; puede ser un niño grande muy amado. Si ves al mío acuérdate que es mi hijo muy amado.
Mi niño es un hombre, es un niño grande muy amado, un compañero inseparable, siempre está a mi lado. Amoroso, tierno, siempre me está besando y abrazando, pero también se pone enojado. Es mi niño grande, mi niño muy amado.
Es un ángel que el Señor ha puesto en mis manos para que lo cuide y consienta. Yo lo aseo, visto, corto su cabello y cuido con mucho esmero. El me recompensa con mucho amor y besos.
Espero las promesas de mi Señor y le pido que yo no desfallezca.
Hoy doy gracias a mi Padre celestial por mi niño grande y su amor incondicional. Por mi esposo que ha estado a mi lado apoyándome y alentándome.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Salmos 27:13
Silvia Rodríguez
Dedico esta reflexión a mi hijo Manuel Rodríguez, según los médicos con diagnóstico de: autismo y retraso mental.
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