14/08/06
Fidel Castro, casi sin ropa, rodeado de dos bellezas en actitud sensual. El Pentágono lo iba a llamar operación Buenos Tiempos. Se trataba, según documentos que han sido desclasificados ahora en Estados Unidos, de fabricar un montaje fotográfico y repartirlo en Cuba. “Un obeso Castro con dos bellezas en una situación sexual explícita… sobre una mesa con manjares cubanos y con un cartel en el que se lea ‘mi ración es diferente’”, describía el documento secreto ahora hecho público en Estados Unidos. La tosca idea, comparar los banquetes de Castro con las penurias que atravesaba la población cubana, fue desechada.

Desde 1960 y hasta el 2000, la imaginación de algunos espías estadounidenses no daba para mucho ante la férrea resistencia de Castro y su régimen. Así lo demuestra la operación Dirty Trick. Significa juego sucio, y es que muy limpio no era. En los años de la carrera espacial, en los sesenta, el cohete Mercury fue la respuesta de la NASA a la Unión Soviética. La idea de la inteligencia norteamericana consistía, según otro de los documentos desclasificados, en “suministrar pruebas irrefutables de que el ‘Mercury’ había sido derribado de su órbita. La culpa sería para los comunistas y Cuba”. Se mostrarían incluso en televisión presuntas piezas de la nave para constatarlo. Incluso se podría sacrificar la vida de los siete tripulantes, entre los que estaba el mítico astronauta John Glenn. El falso ataque cubano sería la excusa perfecta para un contraataque por parte del gobierno estadounidense.

El plan recuerda a lo que ocurrió con Cuba en 1898, cuando dejó de ser española después de la misteriosa voladura del acorazado Maine en el puerto de La Habana, tragedia de la que culparon a los españoles. Un siglo después, se ha demostrado que no hubo intervención española en la destrucción del barco.

La misma filosofía presidía otro plan secreto, la operación Bingo. Según explica el documento desclasificado de los servicios de inteligencia, “el objetivo es crear un incidente con la apariencia de que las tropas USA han sufrido un ataque en GMO (Guantánamo)”. El documento argumenta que, para el ataqueprovocación a Guantánamo, habría que contar con exiliados cubanos radicales, a los que llama snakes (serpientes o traidores), que se hicieran pasar por militares castristas. Cuando estos atacaran la base, los marines del interior deberían responder. Inmediatamente después, según el plan desclasificado, el presidente de Estados Unidos daría un discurso a la nación explicando el ataque y la respuesta de su país, una invasión en toda regla, con fuerzas rápidas y paracaidistas. “El plan derribaría al gobierno cubano en cuestión de horas”, afirmaba su ideador con un optimismo desbordante.

Operación Bomba Invisible
Menos sangrientos eran otros planes. Uno de ellos, llamado Bomba Invisible, consistía en crear la impresión mediante sonidos de que bombas aisladas estaban cayendo en Cuba. Se trataría de simular, sólo con sonidos, bombardeos aéreos, especialmente a primeras horas de la mañana, para causar pánico y confusión entre la población.

Otras operaciones pretendían confundir o derribar pilotos cubanos, secuestrar los míticos MIG, aviones de combate soviéticos, de las fuerzas aéreas castristas o difundir rumores de que muchos iban a desertar (operación Heat is On). Uno de los planes más insólitos, el de la operación No Love Lost planeaba incluso que pilotos cubanos exiliados se acercaran a la zona aérea e insultaran por radio a los pilotos castristas: “Os vamos a matar, rojos”.

Otros planes eran puro y duro sabotaje. Así, la operación Full Up ordenaba introducir un “agente biológico” en almacenes de combustible para la gasolina soviética y asegurar que estaba contaminada. El plan Break Up, por su parte, preveía provocar accidentes en barcos y coches cubanos. La operación Free Ride (Paseo en Libertad) planeaba lanzar desde el aire billetes de avión (sólo de ida) con destino a Venezuela, México y otros países (nunca Estados Unidos). Entre los billetes se lanzarían también octavillas con mensajes políticos anticastristas.

Si se descartaban las acciones militares o el terrorismo de baja intensidad, la última salida era simplemente difamar a Castro con cualquier tipo de acusación o, simplemente, insultándole. En esa línea, la principal operación difamatoria diseñada fue la True Blue (Verdad Triste). El documento del espionaje norteamericano que ahora ve la luz contempla que se utilizarían transmisores de alta potencia desde zonas vecinas a Cuba, como la isla de Jamaica y Florida, para interferir en las radios y televisiones cubanas.

Así, en alguna pausa de programas radiofónicos en directo o durante la transmisión de los eternos discursos de Castro, alguien diría en antena mensajes tan sutiles como: “Castro es un lunático y debe ser derribado”, “Castro es la causa de todos nuestros problemas” o “Levantaos contra el cerdo de Castro”. La mente de Inteligencia que dio a luz esta idea podría ser la misma que ideó el montaje erótico con Fidel, porque insistía: “Castro y sus secuaces se dan banquetes y acaban con la riqueza de nuestra tierra, mientras estamos en racionamiento”

637 intentos… y una invasión
La CIA y muchos otros intentaron derrocar a Fidel Castro hasta 638 veces. La cifra fue obtenida por The Guardian tras entrevistar al ex jefe de seguridad de Castro y consultar documentos desclasificados por Estados Unidos, difundidos por la Fundación de Archivos para la Seguridad Nacional y la página en internet thesmokinggun.com.

En 1960, el presidente Eisenhower aprobó un programa de acciones clandestinas contra la incipiente dictadura en Cuba. Kennedy se encontró un año después con el fiasco de la invasión a Bahía Cochinos, dirigida por la CIA. Y en 1962, la crisis de los misiles –la instalación de cabezas nucleares rusas en Cuba apuntando a Estados Unidos– puso al planeta al borde de la Tercera Guerra Mundial. Ese año, uno antes de morir asesinado, Kennedy rechaza el proyecto Northwoods, que consistía en colocar bombas en locales de los exiliados cubanos en Miami y Washington, causando víctimas reales, para culpar a los castristas, creando un clima propicio a la invasión.

El mismo día que murió Kennedy, un agente debía matar a Castro en París con un bolígrafo envenenado. Desde entonces, la CIA no dejó de fracasar: contrató a una amante de Castro para envenenarle con unas píldoras. La propaganda cubana explicó luego que la joven fue seducida por Fidel, que la miró a los ojos y le ofreció incluso su pistola para matarle. Ella, claro, no pudo.

Más conocidos resultaron los intentos de hacer que Fidel fumara un puro con explosivo, o tratar de matarle mientras buceaba, usando moluscos y hongos envenenados. Los asesinos a sueldo tampoco sirvieron, como uno que fue detenido con un rifle en la Universidad de La Habana. El último plan conocido fue desvelado cuando un antiguo terrorista y colaborador de la CIA, Luis Posada Carriles, fue detenido durante la visita del dictador a Panamá, en 2001. Iba a colocar explosivos bajo la tarima donde Castro debía de pronunciar uno de sus discursos.