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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 17/11/2010 15:26

Restaurador de tu alma

Dale gracias al Señor por lo que tienes y deja la amargura por lo que has perdido.



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Perla Enviado: 17/11/2010 15:26
Esaú crece con amargura, se pelea con su hermano, no obtiene las bendiciones del padre y después se divorcia de la primera esposa para casarse con otra porque  la amargura lo siguió hasta el nuevo hogar que formó. A las jovencitas les doy un consejo: no se casen con un amargado aunque les diga que son las más lindas, lo dice sólo para enredarlas en su amargura. Una persona que no ha resuelto sus problemas familiares los llevará a su nuevo hogar. Si no ha vivido una buena vida en el hogar de donde viene, su nuevo hogar no será mejor.   
Tres diferentes reacciones


La primera reacción delante de un hogar que ha pasado por momentos adversos es de amargura como la de Esaú. La segunda reacción es la de Jacob que huye y se va a casa del  tío,  se enamora de una linda joven, trabaja por ella siete años y la noche de bodas se encuentra a la hermana que era una solterona, quizá vieja y fea. El tío le dice que debía desposar primero a la hermana mayor para poder casarse con la menor y Jacob se ve obligado a trabajar siete años más para lograr casarse con la mujer que amaba. ¡Al final se encuentra en un hogar con dos esposas que son hermanas  y seguramente ya se peleaban en casa de su padre! Para colmo de males, la esposa amada es estéril y la otra es la que le da hijos. Al primero le puso un nombre que significa “Dios vio mi aflicción”, es decir que nombra a su hijo con el problema que vive. Eso es terrible. Como si te despidieran  antes de que tu hijo nazca y al nacer le nombres: “despido”, para nombrar a los otros: “quiebra” y “deuda”. Lea tuvo cuatro hijos y a todos los nombró con el problema de división que vivía en el hogar: “Dios escuchó mi aflicción”, “Dios vio mi aflicción”, “Hoy si me pondrá atención mi marido”,  “Hoy sí me rio de mi hermana”. Es como si tuvieras un hijo y al llamarlo dijeras: “Hey querido Cáncer, ven”.

Cuando Raquel vio que la hermana tenía hijos, le ofreció a Jacob que engendrara en una de sus sirvientas. Así creció la familia hasta completar doce hijos, cada uno nombrado recordando el problema que arrastraban. ¡Parece que realmente exageraron un poco! Pero no son los únicos porque hoy día también sucede. Yo he visto hermanos pelearse y no hacer las paces durante años. Cada uno hace su vida, tiene su familia pero no se hablan. Es incomprensible.  Algunos son incapaces de ver a la ex novia aunque ya se casaron con otra mujer y tienen hijos. Conozco familias que ya tienen 20 años de divorciados y los hijos deben tener cuidado que los padres no coincidan en alguna reunión familiar. No hagas eso a tus hijos. Aprende a perdonar y olvidar.

El error de Jacob fue vivir en un hogar donde vio la división y no superarla. Ciertamente, él  no se amargó pero tampoco aprendió y triunfó. Simplemente dejó que todo volviera a suceder en su propia familia. Hay muchos así, sanos en su corazón pero que no tienen virtud nueva porque repiten en su hogar lo que vivieron con sus padres. Algunos dicen que es tradición familiar: “Nosotros los López tenemos la misma enfermedad”. Están resignados al destino de amargura que tal vez iniciaron sus ancestros.  

En el caso de la familia de Jacob, sus hijos, nombrados y etiquetados con el problema de división, también se dividieron. Sintieron envidia por su hermano José, el favorito de Jacob, lo vendieron como esclavo y la historia se repitió.

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Perla Enviado: 17/11/2010 15:27
Lo que vives en tu casa puede influenciarte de dos formas. Puede que simplemente imites la vana forma de vivir, como los jóvenes que sufrieron alcoholismo y violencia pero al crecer hacen exactamente lo mismo; o esas jovencitas, hijas de madres solteras que no aprenden a comprometerse con un varón. La otra forma es ser antagonista e intentar hacer lo contrario de lo que sufriste pero con la motivación equivocada.  Esos son los padres que dice: “yo abrazo a mis hijos porque mi padre no me abrazó a mi”.  Esta actitud es errónea porque vivirás siempre con la culpa y cuando te equivoques,  tu conciencia te manipulará haciéndote sentir mal.  Ninguna de estas dos conductas es buena, no hay que imitar ni llevar la contraria. Lo mejor es perdonar, olvidar y aprender lo que se debe hacer.  

La tercera reacción es la de José que no se amargó. Aunque tuvo suficientes razones, superó el dolor, aprendió de las experiencias vividas, llegó a ser gobernador de Egipto, se casó y tuvo a sus dos hijos.

Génesis 41: 49-52 relata: Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.

Poniendo esos nombres a sus hijos, José declaraba que estaba sano, no tenía reclamos, quejas, heridas, cicatrices, ruinas o cenizas, había olvidado y daba fruto con una familia unida. Añadió virtud a su vida y construyó el hogar que siempre deseó.  Eso es precisamente lo que Dios quiere para tu vida, que logres edificar un hogar feliz y estable. La Biblia dice que el Señor nos rescató de la vana manera de vivir que heredamos de los padres. Por medio de la sangre preciosa de Jesús, eres una nueva persona, no tienes que seguir el camino que te trazaron, puedes seguir Su camino porque  la sangre que corre por tus venas es la del Hijo de Dios. Ahora perteneces a la familia del Señor, ves las Escrituras y estás convencido de que Él te bendecirá y obtendrás Sus promesas porque te ha dicho cómo se hacen las cosas.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Perla Enviado: 17/11/2010 15:28
Deja la amargura y sigue adelante

No sé qué vida tuviste y aunque haya sido buena o mala, debes poner tu mirada en el Señor. Puedes imitar las buenas virtudes pero jamás  te veas influenciado por lo malo que te afectó. Planea tu vida diciendo: “viviré como Jesús mandó,  daré fruto en mi hogar”. El Salmo 128 dice que la mujer del hombre que teme a Jehová será como la vid que dará muchos frutos en la intimidad de su casa. En otras palabras, te volverá loco de amores en la intimidad. También dice que  tus hijos serán como el fruto del olivo alrededor de tu mesa, es decir que se amarán y como personas ungidas servirán a Dios, esa es Su promesa. Si fuiste el consentido o la oveja negra, no formes tu vida por lo que hay atrás sino por lo que hay arriba.

Otro buen ejemplo de persona que superó la amargura es Nohemí. Una mujer que perdió a marido y sus dos hijos. Al quedarse sólo con Ruth, una de sus nueras, dijo:”Ya no me llamen Nohemí que significa la mujer bendecida por Dios porque Dios a mi me ha afligido, llámenme Mara que significa amargura”.  En esta situación, ayuda a Ruth para que se vuelva a casar con otro hombre, temeroso de Dios y con dinero. Entonces, Ruth tiene un hijo y le dicen a Nohemí que ese hijo servirá para restaurar su alma ya que: “olvidarás los días de tu aflicción”. Esta mujer que perdió a su esposo y a sus dos hijos, también había ganado a su nuera e hijo. Ella podía ver la muerte de unos y amargarse o ver el nacimiento y sentirse bendecida. Así son las familias, todas pierden y ganan por muerte, abandono, divorcios o traición pero también ganan porque nacen niños, los jóvenes se casan y hay  gente que brinda amor.  

Tú puedes contar con una mano las personas que te han abandonado y con la otra las personas que están a tu lado. Puedes vivir amargado por lo que no te dieron o feliz por lo que sí te han dado. Si sumaras los detalles buenos como cuentas los malos, vivirías feliz. Si agradecieras de la misma forma como te quejas, serías una persona diferente.    Algunos sólo cuentan las palabras feas, los regalos que no recibieron pero no cuentan lo bueno. Si aprendes a ver lo que sí tienes y a quienes sí te aman, verás que hay suficiente para vivir plenamente.

No siguas viendo al novio que te dejó porque eso evita que veas a dos o tres jóvenes que te ven con buenos ojos. No te lamentes por ese hijo rebelde que se fue de casa si tienes otros junto a ti. No pongas tu ánimo en lo que provoca lo malo, ponlo en aquello que provoca lo bueno.  Aprende a ser una persona con buen corazón que da fruto.  Dale gracias al Señor por todo el amor que te ha dado.  Deja atrás el mal ánimo y amargura, decide tener paz porque eres hijo de Dios, formas parte de Su familia y desea bendecir tu hogar.


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