Oración semana 17 al 23 de febrero~

EL RÍO DE DIOS

¡Santo es el Señor, Santo, Santo, Santo! Solo Él es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque a nuestro alrededor todo se destruya.

Como prometiste para Israel, nosotros clamamos que suceda también en Guatemala: que el río de tu presencia alegre nuestra nación y seamos habitados por el Altísimo. Habítanos y nuestra ciudad, la nación, no caerá.

Las tinieblas están por doquier y pareciera que ya no puede estar más oscuro, pero nuestro corazón está confiado porque sabemos que al rayar el alba Tú nos brindarás tu ayuda. Tú dejarás oír tu voz a favor nuestro.

Con tus cuidados fecundas Guatemala, la colmas de abundancia. Los arroyos de Dios se llenan de agua, para asegurarle trigo al pueblo. ¡Preparas nuestra tierra para que nunca jamás volvamos a tener hambre espiritual o física. Por donde corra el río de Dios en Guatemala, todo ser viviente que en él se mueva vivirá.

Señor, el río de tu presencia ha recorrido nuestra nación; lo ha hecho en respuesta al clamor de tus hijos y porque a ti te ha placido. Pero el caudal, además de contaminado, pareciera haberse reducido. Nosotros no hemos sido fieles en mantener la pureza de esas aguas y como Iglesia hemos faltado. Nuestras disensiones, juicios, críticas y murmuraciones han contaminado el agua, lo que ha dejado de despertar sed en los no creyentes. Ha sido gradual y tal vez haya pasado desapercibida la contaminación; sin embargo, hoy ponemos un alto y nos arrepentimos de nuestras acciones y palabras. Perdónanos por dormir mientras debíamos velar, por destruir cuando debíamos edificar, por dividir en lugar de apuntalar y unir.

¡Despierta, Iglesia! Abre tus ojos y úngelos con colirio para recobrar la vista. ¡Despierten, atalayas; despierten ustedes profetas y proclamen nuevamente con renovadas fuerzas las promesas del Señor para esta tierra!

Llévanos, Señor, a tu monte santo, llénanos de alegría en tu casa de oración. Acepta nuestras ofrendas y sacrificios de alabanza y adoración, fluya nuevamente el agua cristalina y refrescante del río de Dios por toda la nación. ¡Guatemala será llamada casa de oración para todos los pueblos! ¡Aleluya!

(Sal. 46:1-5; 65:9; Ez. 47:9; Ap. 3:18; Is. 56:7)