Amor pajero

Hasta el momento, jamás había cogido a Silvana. Dormimos juntos, desnudos, nos mostramos pajeándonos, acabamos enchastrándonos entre semen, flujos y sudor, pero nunca su conchita preciosa había recibido mi generosa pija, saludable por las innumerables pajas ofrecidas a la hermosa degenerada que me prestaba sus bombachas y bodys, cuidadosamente manchadas con leches de los machos que la cogían, para que yo me las ponga y me masturbe frente a ella. Mientras ella se masturbaba delante de mí.

Desnuda, tocándose sus tetas redonditas y doradas, acariciándose con suavidad y salvajismo sus depilados labios vaginales, apretando entre sus deditos blancos el clítoris rojo, grande como su pulgar y húmedo como su boca, y su boquita, pequeña, labios finos, delineados, rojos, y una lengüita rosada, larga, delgada, capaz de recorrer sin descanso y por todos los lados pijas y tetas, tal como me había mostrado en los videos que se había filmado con su celular.

Silvana, cuando se aburría de tragarse pijas por todos sus agujeros, también se divertía sexualmente con chicas, tan hermosas como ellas, generalmente morochas. Y así como dejaba secos a los varones que usaba para su placer, hacía delirar a las mujeres que se cogía.

La jugaba de nenita, como siempre; se dejaba hacer lo que ellas quisieran. La he visto, en esos videos que me daba para pajearnos juntos, gozando como perra junto a tres pendejas, mojada y gritando, orgasmo tras orgasmo.

También la vi. bañada en leche por el culo, vagina, boca, pechos, con dos pijas.

Silvana era sexo total. Como me había dicho, bebiendo de un vaso donde mezcló sus líquidos y mi semen para derramarlo sobre su vientre plano: "hice todo en sexo, menos coger niños, discapacitados, y a vos".

Me había olvidado del deseo de meter mi verga en su concha. Porque, ¿para que quería metérsela, moverme adentro de su agujero, preocuparme si lo estaba haciendo bien, cuidándome de no acabar antes, si los orgasmos que gozaba con Silvana al lado, gozando con sus dedos, consoladores, pepinos o zanahorias, nos gustaban a los dos?

Excepto cogerla o besarla, podía hacer todo con mi cuerpo y su cuerpo: tocaba sus tetas, su conchita, su culito. Y ella, excepto cogerme y besarme, pasaba sus senos por mi pija, apoyaba su cuerpo caliente contra el mío, dormía a mi lado, con mi leche seca, de varias acabadas, sobre su vientre, piernas, pecho.

Silvana, la putita deseada de hasta hace un año atrás, había cambiado sus rutinas sexuales. Ahora, cuando cogía con chicos o chicas, después de acabar ellos o ellas, les ordenaba que se fueran. Luego, iba a mi cuarto, en donde la esperaba con la pija levantada, con alguna bombachita suya metida en mi culo. Y comenzábamos a mirarnos en nuestras respectivas pajas.

Sin darse ella cuenta, cada vez cogía menos y se masturbaba más conmigo. Silvana había sido capaz de coger sin parar; su record era, en un día, haberse metido 10 pijas desde la madrugada hasta la siesta, y continuar con cinco pendejas, y terminar con otras 5 vergas. Pero en las últimas dos semanas se había acostado con sólo dos tipos y una mina. Mientras tanto, nos pajeábamos, en promedio, tres veces por día.

Ayer me dijo que estaba asustada: "me gusta más hacerme la paja al lado tuyo que coger. Con vos, pajeándome, siempre acabo, gozo, y te veo disfrutar, acabar, gozar, pajeándote. Creo que esto es amor, amor pajero…"