Miraba las reacciones del ojiazul y se mantenía con una leve sonrisa por lo que podía llegar a pensar. Las cosas que se pasarían por la cabeza cuando lo vio casi tildado mirándola.

La besó sin decir ni una palabra, a lo que ella respondió de la misma manera, lento, suave y apasionado, acariciando apenas su labio con la lengua, sutilmente sin parecer osada. Después el beso finalizó con la misma suavidad con el que había comenzado y ella abrió sus ojos también, casi al mismo tiempo mientras veía los ojos azules frente a ella, provocando un pequeño movimiento en su cuerpo, un temblor, un escalofrío, notorio y visible. Obvio.  Incluso el vello de sus brazos se había erizado a lo que ella se acarició apenas ambos brazos mientras oía atentamente la voz ajena -  como estas tan segura de eso… si me lo dices quizás pueda comprender… como esas palabras me han acelerado de tal forma el corazón – Tragó saliva cuando sintió la frente de él sobre la suya en un delicado roce.

Su mirada se clavó en unos ojos amarillos frente a él, sosteniendo su copa con elegancia sacando su vista de las personas que se estaban yendo y otras que se quedaban, demasiado entretenidas para irse de la fiesta. Parejas enamoradas moviéndose levemente en la pista mimoseandose. Yonna suspiró levemente cuando alguien se presentó frente a él, una mujer bella con un vestido delicado y un peinado particular. Colorido y con (a su gusto) demasiados accesorios.

-Muchas gracias por la invitación!-  Yonna asintió levemente en forma de agradecimiento – La fiesta estuvo excelente: la comida, la música, el entretenimiento, el servicio, todo – Miró como la mano de la muchacha tomaba su mano moviéndola y girándola para posar su máscara sobre ella. Yonna sonrió levemente.

Volvió sus ojos a la mirada de la joven aun con esa sonrisa imperceptible –Espero por la fiesta del próximo año! –

Volvió a asentir – Buenas noches – Saludó aunque sabía que el cielo comenzaba a aclararse, y la fiesta estuviera por terminar. Entonces podría relajarse. Sabía que la fiesta no había sido del todo excelente, pero la comida, la música, el entretenimiento y el servicio sí hubiera brindado una buena imagen. Y todo parecía ser perfecto, al menos hasta los momentos en los que su hermana causaba escándalo tras escándalo.

Entonces, con la máscara ajena en la mano volvió la mirada hacia los invitados y se encontró con los ojos de Elioth, confundido, molesto, triste. Profundamente triste. Viendolo después subir las escaleras. Sí, como siempre, solo quien pide ayuda, será ayudado. Por eso Elioth corrió hacia su madre, era evidente y casi de esperarse. Dejando a Yonna solo, solo como siempre. Eh?.

Después de que su ‘hermano’ la dejara recostada en la cama, con su vestido intacto, su belleza excepcional y el maquillaje marcando cada suave rasgo de su rostro perfectamente conservado; Yessika cerró los ojos dejándose llevar por la voz, ronca, masculina pero suave de Yonna y junto con su locura y esperanza cayó en el profundo sueño que implicaba no saber que afuera de su ventana, decorada con traslucidas cortinas blancas levemente mecidas por la brisa propia del segundo piso, la noche culminaba segundo a segundo dejando ver una lámina gris propia de cada comienzo del alba, dejando atrás una noche llena de vaivenes.

Sus ojos se mantenían cerrados. Sin soñar, sin cruzar pensamiento alguno por su mente. Dormida, profundamente dormida.  Como si no cargara culpas de ser una carga para Yonna, como si no le importara lo que Elioth podría pensar al ver a su madre con intensiones de prender fuego a su Io. No cargaba culpas de incendiar el lugar, ni de ahorcar a un invitado, siquiera de arruinar la fiesta que supuestamente había influido para realizarla.

Oyó la voz de Elioth llamarla casi con desesperación, como si tuviera miedo y acabara de despertar de una pesadilla… Yendo a su cama por la noche evitando por todos los medios  llorar, aunque su rostro expresara que estaba a punto de colapsar.  Se despertó de un leve sobresalto encontrándose con la pared de su habitación, y girando su rostro automáticamente hacia la puerta para mirar a Elioth parado allí, completamente asustado.

-Elioth… Hijito mi amor…- sonrió mostrando sus dientes sentándose en la cama. Apoyó una mano en la cama palmeándola levemente- Ven… -pidió con suavidad, y una voz dulce cargada de sentido materno, delicada, tranquilizante sin dudas, super femenina.

Cuando el rubio se acercó, tomó su mano y lo sentó en la cama, acariciando su rostro  y su cabello, como si quisiera encontrar allí algo que estuviera molestándolo, llegando incluso a parecer molesta entre tantos toqueteos.  Su rostro era calmado y su mirada llena de amor – Que pasa Othi-chian? Porque esa carita de perrito abandonadito? Uhm?....-Sonrió al preguntar empujando lentamente a Elioth hacia atrás, recostándolo en la cama. Y al ponerse a la par, rozando la piel de su rostro con la yema de sus dedos, volvió a hablar para tranquilizarlo- Tuviste pesadillas?.... extrañas a mami? … -su codo en la cama y su cabeza sostenida por su mano, miraba a su hijo con una tranquilidad que, quien la observara podría sospechar hasta una tercera personalidad en la fantom- Querés dormir conmigo? Que es lo que te pasa mi cielo?...-

Cabe destacar que Kio no se conocía a si mismo de esta manera. Su grito fue rotundo pero su voz temblososa e infantil contrarrestaba completamente con lo que intentaba decir. Su mano se mantenía en el cuello temblorosa igual que su cuerpo. Sus ojos se mantenían cerrado con fuerza tratando se sacarse la sensación de la lengua ajena en su cuello. Le daba mucha impresión. Mucho terror. Insoportable terror.

-No quería llegar a esto, Caramelo. No me dejas otra opción~ - No sabía a que se refería, porque no lo estaba mirando, porque no sabía de que hablaba ni a que “esto” se refería. Pero estaba seguro que, no era nada bueno. Temía hacer enfadar a los demonios, pero no tenia otra opción. La situación era… ser comido, o luchar y ser comido igual.

Cuando levantó la mirada la lanza del teufel ya estaba dirigiéndose hacia él. Abrió los ojos lo más grande que pudo antes de caer al suelo de la impresión de ver la punta filosa a centímetros de su rostro. Que vergüenza. Sin duda su Taicho estaría profundamente decepcionado de él. Con tanto poder, sin usarlo. Kio seguramente estaba por debajo de la línea de “Shattenmaske Competente”.

Cayó al suelo apoyándose con sus manos instintivamente, mirándolo aterrado. Malditos Teufels.

-Las sombras con las sombras, y tu ya sabes el resto verdad? No te preocupes! La próxima llegará a ti~-

De nuevo recuperó la lanza y de nuevo estaba a punto de arrojársela nuevamente. Pero Kio no estaba preparado. Simplemente lo miraba normal. Su cara de miedo ya no estaba, ninguna de sus expresiones podían admirarse en su rostro joven. Simplemente esperaba el ataque, pestañeando una vez, dos veces, con tranquilidad.

Nelius no lo sabía. En ningún momento alguien pudo notarlo. Y eso sin duda era una habilidad que, como shattenmaske que era, le habían enseñado con precisión. La discreción y el disimulo. Unas ramas provenientes del jardín espeso en vegetación, se acercaba asechadoramente a los pies del Teufel. Enredandose en sus zapatos y subiendo por sus piernas sin tocarlo, preparadas para aferrarse a ese cuerpo cuando Kio lo decidiera. O mejor dicho, cuando el instinto de Kio lo decidiera.

Pero el demonio parecía abandonar su postura de ataque y se relajó. Aunque las ramas en sus pies no se relajaban. Estaban dispuestas a sostenerlo con fuerza o incluso a penetrar en su carne si se llegaría a mover. Y Kio lo miraba mientras lo oía hablar.

-Ah~ la fiesta ya terminó~. Y se está haciendo de día~ Acaso no tenías que irte a dormir temprano? Hahaha! –

Kio se mantenía mirándole.

-No, aún no me olvido de ti-

T.E.R.R.O.R.R.

Cuando pensó que no había algo más tenebroso que la sonrisa de un demonio, Nelius hizo desaparecer su rostro simpático y lo cambió por uno sombrío.

El castaño temblo, casi como una hoja de papel cuando lo oyó decir algo como eso, con una mirada como ésa, y después mostrando una sonrisa como ésa. No sabía de que manera podía escapar de esa situación y estaba seguro que esa noche moriría sin piedad.

-Dudo que alguien te ayude. Y tu.. Pff, me haces reír demasiado~ Mira que te doy este chanse de salir en una pieza~- Estiró su mano hacia él y Kio lo miraba casi endurecido.

Se puso de pie por si mismo y dejó la mano del teufel tenida en el aire. Se acarició el pecho como si estuviera limpiándose el chaleco rosado, y sin mirarlo esta vez, dio un paso en dirección a la salida solo para toparse con un sirviente que justo acompañaba a un anciano reconocido a la reja principal. Kio tocó su hombro llamándolo. Una solución, una pequeña esperanza para salir de la tortura que significaba permanecer cerca de ese teufel.

-Disculpe, creo que me torcí el…el ….to-tobillo podría…?- No podía hablar de los nervios, no podía mirar a Nelius ni siquiera al mismo sirviente.

-Llamar a un medico? –Preguntó

-no…no… solo acompañarme a la salida - No podía mirar otra cosa que no sea el piso.

El sirviente contestó sonriente- Claro.. porfavor, tenga cuidado – Dijo el hombre sosteniéndolo de la cintura mirando su pie para comprobar que no se lastimara de más.

Kio se dejó llevar junto con el anciano que enseguida fue escoltado por sus propios sirvientes y el castaño miró hacia atrás. Vigilando que el demonio azul no se le ocurriera seguirle. Y por las dudas manteniendo sus hierbas amenazando las piernas del mismo por si intentara algo.

Algo que Kio sospechaba que haría. Seguirlo hasta el mismísimo cansancio.