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pensadores: U.G.Krishnamurti: Una vida...4. Trabando cuernos
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De: x-x-loly_ta-x-x  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2003 22:05

U.G.Krishnamurti: Una vida

Biografía, por Mahesh Bhatt


4. Trabando cuernos

Traducido por Alan Goodridge


"La inspiración es algo que carece de significado.
Tantas cosas y personas nos inspiran, pero
las acciones nacidas de la inspiración carecen
de significado; la gente perdida y desesperada crea
un mercado para la inspiración. Toda acción inspirada
eventualmente te destruirá a ti y a tu especie."

--U.G.

A fines de los cuarenta, hacia el final de la asociación de U.G. con la Sociedad Teosófica, J. Krishnamurti llegó a la escena desde los EEUU. Comenzó la cuenta regresiva. Pronto el escenario estaría decorado para que los dos Krishnamurtis trabaran sus cuernos.

Las páginas de mi diario que contienen las grabaciones de aquellos días pasados en Kodai tituladas "Un invierno solitario mirando el fuego", revolotean en mi memoria. Uno de los párrafos dice:

Cuando nos preparábamos a marchar a Bangalore el día siguiente, casi inesperadamente un Sr. Bernard Selby, un cartero de Manchester, Inglaterra, apareció. Para ser un cartero, su mente era muy ágil y su conocimiento me dejó asombrado. Era un "fanático de Krishnamurti". Aquella mañana todos nosotros fuimos a caminar a la orilla del lago. Nuestra conversación se centró alrededor de J. Krishnamurti. U.G. lo criticó duramente. Este fue el ataque más vehemente de U.G. contra J. Krishnamurti que había escuchado.

Más tarde, mientras escuchaba la cinta en la que había grabado aquella conversación, me di cuenta que, a través de los años, uno de los temas que continuamente surgían en mis conversaciones con U.G. era J. Krishnamurti. La siguiente conversación es la más interesante que había grabado en Kodai:

U.G., si yo te pidiera que nombres la persona más notable que has conocido en tu vida, ¿quién es el primero que te viene a la mente?

Jiddu Krishnamurti. Pero...

(El no completó la frase.) ¿Te estás retirando?

Oh, no, protestó U.G.

(Cuando estás con U.G. no sabes con que te va a sorprender, pero esto era explosivo) No te entiendo U.G., esta mañana tratabas el tema de J. Krishnamurti con desdén. ¡Ahora dices que es el hombre más notable que has conocido en tu vida!

Nunca dije algo que no quisiera decir. ¿Sabes la leyenda de Krishnamurti?

No realmente.

La gente de la cual él surgió, "Los Teósofos", lo veían como un Buda del siglo veinte y creían que su enseñanza, "un renacimiento de la fe", duraría quinientos años. Fundaron una organización, La Orden de la Estrella del Este, para propagar sus enseñanzas. Cuando el esperado salvador de la humanidad disolvió la organización y renunció, aquellos que lo habían puesto en el escenario mundial como el Instructor del Mundo, se sintieron traicionados. Naturalmente la disolución de la organización por Krishnamurti tuvo una connotación mágica durante toda mi juventud. Sin duda él lo ha superado. El ahora es considerado como el maestro religioso más sobresaliente de nuestro tiempo. Sin duda que es inmensamente popular.

Él es un animador por excelencia y un maestro de las palabras. Las palabras de Krishnamurti pueden haber sonado muy revolucionarias un siglo atrás pero las ideas dadas por ciertas en el campo de la sicología serán desafiadas con el surgimiento de las nuevas revelaciones en los campos de la microbiología y la genética. La "mente" (la cual asumen las enseñanzas de Krishnamurti), la franquicia exclusiva de los sicólogos y maestros religiosos y todas las conjeturas conectadas con ella serán socavadas. Las enseñanzas de moda y las terapias modernas que están comercializando son como muñequitas coquetas y seductoras muy distintas a los viejos juguetes pasados de moda. Ellas tratan de deslumbrar en vez de saciar a sus seguidores. No tienen gran futuro y caducarán.

Hace aproximadamente diez años acompañé a U.G. a ver un viejo amigo suyo en Thane. Fue una visita extraordinaria. El nombre del hombre era L.V.Bhave. Era anciano, muy gallardo y de buen aspecto, pero triste (Este fue el hombre responsable de juntar a los dos Krishnamurtis). El Sr. Bhave solía organizar charlas de J. Krishnamurti en Bombay a fines de los cuarenta y comienzo de los cincuenta). Uno podía ver claramente que su fin estaba cerca. Para utilizar una frase de U.G., pertenecía al "club de sexagenarios" de Krishnamurti. El Sr. Bhave dijo, "He construido una nueva casa en las cercanías pero no puedo dejar esta vieja casa. ¿Cómo podemos "morir a nuestros ayeres", como en el refrán de J. Krishnamurti?' U.G., para variar, no dijo nada, lo abrazó y salimos. Unos pocos meses más tarde el Sr. Bhave falleció.

A través de los años de mi asociación con U.G., me crucé con gente que tenía diferentes opiniones sobre las embestidas de U.G. contras las enseñanzas de J.K. Aquellos modernos que están enganchados con la jerga sicológica sienten que U.G. está obsesionado con J.K. Los religiosos que ven la relación entre los dos a través de los portales de la tradición dicen que las arremetidas de U.G. contra las enseñanzas de J. Krishnamurti concuerdan con la gran tradición india en la cual el discípulo arrasa con las enseñanzas de su guru.

Cuando estaba en la mitad de sus veinte, U.G., quien cada tanto se prometía abstenerse del sexo y casamiento en adhesión al celibato religioso, razonó que el sexo era un impulso natural, y que no era sabio suprimirlo. El se dijo "Si es una cuestión de satisfacer tu urgencia sexual, ¿porqué no casarse?" Para eso está la sociedad. ¿Porqué tener sexo con una mujer sin compromisos? Puedes tener una expresión natural del sexo en el matrimonio". Tres meses más tarde antes de que U.G. se casara, un amigo cercano había mirado su carta astrológica y dijo "Si esta es tu carta, dí lo que quieras pero te vas a casar el 15 de mayo de 1943". La muerte súbita de la única hija sobreviviente de los abuelos de U.G. creó un vacío en sus vidas. Él sintió que les debía el casarse. Una moneda al aire, como fue el caso en todas las principales decisiones en la vida de U.G., decidió su suerte.

Escogió como su esposa a una de las tres jóvenes y hermosas mujeres brahmines que su abuela había seleccionado para él. Su nombre era Kusuma Kumari. Él diría más tarde: "Me desperté en la mañana posterior a la noche de bodas y supe sin duda que había cometido el error más grande de mi vida". Desde el mismo comienzo U.G. quería salirse del matrimonio. Pero entonces vinieron los niños y el matrimonio continuó. La separación definitiva entre Kusuma y U.G. tuvo lugar diecisiete años más tarde en los EEUU.



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De: x-x-loly_ta-x-x Enviado: 26/10/2003 22:06

Por siete años, entre 1947 y 1953, U.G. escuchaba a J. Krishnamurti cada vez que este venía a Adyar, Madras. Durante estos años U.G. nunca conoció a Krishnamurti personalmente. El personaje de un Instructor del Mundo había creado alguna clase de distancia en su mente. "¿Cómo puede ser creado un Instructor del Mundo?" "Los Instructores del Mundo nacen, no se hacen", se dijo U.G. a sí mismo. Nunca fue parte del círculo íntimo de Krishnamurti.

U.G. encontró huecos a los eruditos, genios y la gente "notable" que conoció en la Sociedad Teosófica. "Habiendo trabajado con todos ellos, encontré que allí también había la misma hipocresía, en el sentido de que no había nada más en sus vidas".

Al final de sus charlas públicas, J. Krishnamurti siempre contestaba preguntas escritas que le enviaban anticipadamente. En 1953, durante una de sus charlas en Madras, U.G. le envió la siguiente pregunta: "Señor, ¿qué es lo que exactamente saca de estas charlas y discusiones? Obviamente Ud. no seguiría por más de veinte años si no lo disfrutara, o ¿es solo por la fuerza del hábito?" Krishnamurti le dio a U.G. la siguiente respuesta:

Es natural lanzar esta pregunta, ¿o no? Porque el interrogador solo sabe o es consciente de que generalmente el orador obtiene alguna clase de beneficio personal. ¿O es solo la edad avanzada? O, fuera joven o viejo, ¿es el hábito? Eso es lo que él está acostumbrado; así que lanza la pregunta.

¿Cuál es la verdad acerca de esto? ¿Estoy hablando por hábito? ¿Por qué estoy hablando por más de veinte años y hablaré por otros veinte hasta que yo muera? ¿Es la comprensión de algo un hábito? El uso de las palabras es un hábito, pero el contenido de las palabras varía de acuerdo a la percepción de la verdad de momento a momento. Si el orador saca algo de eso, entonces te está explotando. Esto es a lo que la mayoría de nosotros estamos acostumbrados. El orador entonces te está usando como medio de realización y seguramente estaría destruyendo lo que es real. Como a nosotros nos concierne encontrar la verdad y lo que es de momento a momento, en eso no puede haber continuidad; todo hábito, todo deseo de realización, todo engrandecimiento personal debe llegar a su fin, ¿o no? De otra manera es otra vía de explotación, otra forma de engañar a la gente; y en eso seguramente no estamos ocupados.


--extraídos de "Charlas de Madras"
13 Diciembre de 1953

Al día siguiente, durante un punto muerto en un período de discusión, Krishnamurti repentinamente se dirigió a U.G. y le preguntó: "¿Qué dice Ud. señor? " Se refería a la cuestión de la muerte y la experiencia de la muerte. A partir de ese día, ambos se involucraban en discusiones acaloradas. Krishnamurti nunca permitió a otros interferir en el intercambio entre ellos. Si alguno lo intentaba, Krishnamurti diría: "No señor, nosotros dos tenemos que resolver este punto". El tercer día Krishnamurti comenzó repentinamente a hablar de los estados conscientes y subconscientes de la mente. U.G. reaccionó diciendo "No veo una mente en mi, y mucho menos una mente consciente o subconsciente". Así que, ¿Porqué estamos hablando de una mente consciente o subconsciente? Krishnamurti respondió. 'Señor, para usted y para mí no hay tal cosa como una mente consciente o subconsciente. Pero estoy utilizando esos términos para aquella gente…". Se estaba refiriendo a las demás personas en la reunión de discusión. U.G. entonces le dijo que lo estaba utilizando a él como caja de resonancia y que él no estaba interesado en esa "clase de juego". Pronto después de esto U.G. dejo de participar en las discusiones públicas.

El señor L.V. Bhave, su amigo mutuo (el único que sabía que U.G había enviado la pregunta a Krishnamurti tres días antes), lo urgió a encontrarse con Krishnamurti personalmente. Él arregló una reunión privada entre ellos aquella tarde.

Esa primera reunión fue muy cálida y placentera. U.G le contó a Krishnamurti al comienzo que él no tenía ningún problema personal y que no estaba buscando una aclaración sobre lo que estaban discutiendo durante esos tres días. Entonces casualmente mencionó su trasfondo con la Sociedad Teosófica y su conexión personal con Annie Besant, Leadbeater, Jinarajadasa y el Dr. Arundale. También mencionó que su abuelo materno había estado relacionado estrechamente con los líderes de la Sociedad Teosófica, incluyendo a su presidente fundador, Olcott. Muchos de aquellos líderes habían visitado su casa en Andhra Pradesh. U.G le contó que había estado dando conferencias para la Sociedad Teosófica por siete años, principalmente en la India y más recientemente en Europa y América. Krishnamurti respondió que había escuchado de su visita a Noruega, Suecia y Dinamarca. Dijo que aquella gente de esos países se había confundido por los nombres que él y U.G tenía en común. Parece que tuvo que escribirles diciendo que no estaba yendo a aquellos países, sino que era otro Krishnamurti que habían invitado.

La conversación duró una hora. Al final de la misma, Krishnamurti pidió a un asociado que arreglara otra reunión con U.G para el día siguiente. Desde ese momento, ellos se encontraron toda vez que Krishnamurti tenía tiempo libre hasta que dejó Madras.

Aquella misma noche, durante su caminata Krishnamurti se topó con la esposa de U.G, Kusuma, sus dos hijas y una niña cargando a su hijo. El próximo día cuando U.G lo fue a ver nuevamente, Krishnamurti le dijo cuan doloroso era ver una niña cargando a un niño ya crecido. Le dijo, "Sr., una niña cargando a aquel niño…" y comenzó a sermonear a U.G. quien le dijo "Krishnaji, es un minusválido. Sus dos piernas están afectadas por la polio. No puede caminar sin un aparato ortopédico. Es por eso que ella lo estaba llevando." U.G le dijo que estaba considerando llevar al niño a los Estados Unidos para un tratamiento médico. "Tienen unos aparatos ortopédicos especiales que le permiten flexionar sus piernas". Entonces Krishnamurti dijo, "Trae la familia entera mañana".

Al día siguiente él trajo a su esposa, dos hijas y su hijo a reunirse con Krishnamurti. Era un domingo a la mañana. Krishnamurti normalmente no veía a nadie los domingos a la mañana siendo que daba charlas públicas los domingos por la tarde pero era el único momento en que los podía ver. Esto se convirtió en un hábito. U.G y su familia veían a Krishnamurti todos los domingos a la mañana mientras el estuvo en Madras.

Aquella primera mañana, después de los cumplidos habituales, Krishnamurti pidió a su anfitrión traer unas naranjas para los chicos. La menor tomo una de ellas, la peló y arrojó la cáscara en el suelo. Krishnamurti se la hizo recoger y le dio una perorata sobre como ella no debía arrojar la cáscara por todos lados y que ella debía levantar prolijamente los trozos y ponerlos en la basura. Él la ayudó en el proceso. U.G estaba observando la escena. Le dijo a Krishnamurti que sus palabras no tendrían ningún efecto en la niña. "Krishnaji," le dijo, "Le das otra naranja y hará exactamente lo mismo que antes. No confío en nadie que no haya criado a sus propios hijos y los eduque o hable sobre como criarlos o educarlos. Si hubieras criado a tus propios hijos, entonces entenderías". Ni bien había dicho esto, la pequeña repitió su falta.

El tema de la conversación giró hacia el tratamiento médico del niño. U.G le dijo a Krishnamurti, "Calculo su costo en noventa mil dólares. Es todo lo que tengo". "Pero eso privaría al resto de los otros niños en la familia de su participación del dinero". Le contestó Krishnamurti, "Noventa mil dólares es mucho dinero. Ud. sabe que solía sanar a gente. ¿Porque no me dejan tratar?" U.G. le replicó, "Soy un hombre escéptico. Escuché mucho acerca de tu trabajo de cura. No funciona en este caso. Las células del chico están muertas. No puedes darles vida. Si lo puedes hacer caminar, te creeré. Jesús caminó sobre el agua porque probablemente no sabía nadar. En la historia de la multiplicación de los panes y los peces, el probablemente cortó el pan en muchos trozos pequeños". Krishnamurti rompió a reír con esta observación.

La esposa de U.G. intercedió, "¿Por qué te pones en el camino si Krishnaji quiere ayudar al niño?" U.G. le contestó "Es tan hijo tuyo como mío". Personalmente no creo que sea de ayuda pero no quiero ponerme en el camino de sus intentos de cura". Así que Krishnamurti intentó su técnica de cura masajeando las piernas del niño por varios días.

Un día, después de una de aquellas cesiones, el niño fue a la habitación de Krishnamurti. Krishnamurti instantáneamente se paró y corrió atrás de él diciendo, "Oh Dios, tengo mi reloj sobre la mesa" Ambos salieron de la habitación, el niño con el reloj en sus manos. Como solía, Krishnamurti comenzó a sermonear al niño sobre como no se debe jugar con cosas costosas que no eran juguetes.

U.G. y su esposa se reunieron con Krishnamurti varias veces. La esposa de U.G era muy reacia a apostar todo el dinero de la familia en la posibilidad de que el niño se pudiera recuperar en América. Ella no quería dejar a las niñas y surgió el tema del derecho de decidir por sí misma. Entonces U.G le dio un ultimátum en la presencia de Krishnamurti, "Tienes el derecho de dejarme e irte por tu lado con los noventa mil dólares o ir a los Estados Unidos conmigo para conseguir el tratamiento del niño. De cualquier manera, yo me voy a los Estados Unidos".

Entonces Krishnamurti dijo, "Amma, si él se pone en tu camino en cualquier cosa que quieras hacer, patéalo, mátalo, bombardéalo, o escápate de él". Su reacción ante sus palabras sorprendió a U.G Ella dijo, "Si pudiera hacerlo, ¿por qué me molestaría venir a ti a buscar tu ayuda?" Krishnamurti estaba desconcertado. Al final persuadió a U.G, "Por favor espera otro año. Me estoy yendo a Grecia y de allí a California. ¿Porqué no postergan sus planes hasta entonces? Estaré de vuelta en diciembre". U.G estuvo de acuerdo.

En Londres, mientras U.G. estaba en la cocina preparando una comida rápida para los dos (es un buen cocinero), le pregunté por sus encuentros con Krishnamurti. Él se había anticipado a mi movimiento. "Tu biografía está obligada a tratar sobre mis encuentros con J. Krishnamurti. No he guardado ningún registro sistemático de mis conversaciones con él; pero si mi memoria me lo permite hablaré de mis encuentros con él". Tranquilamente encendí mi grabador mientras U.G. comenzó a hablar:


Un día durante nuestra conversación le pregunté a Krishnamurti, "Ayer en una respuesta a la pregunta sobre los Maestros, contestaste: "Maestros", dijiste, "En cuanto a los Maestros, nunca he negado su existencia". Mi pregunta Krishnaji, es: ¿Existen o no existen? Y quiero una respuesta directa. Él dijo "Cualquier cosa que diga se convierte en una autoridad". Yo dije, "No estoy impresionado por tus respuestas diplomáticas que no confirman ni niegan. ¿Por qué das estas respuestas ambiguas? ¿Por qué no cuelgas todo en un árbol para que todo el mundo lo vea?" En vez de contestarme, Krishnamurti me preguntó, "¿Cómo está yendo la convención?"

Entonces le pregunté "¿Quieres decir Krishnaji, que el estado en que estás vino por el método que estás indicando a tus oidores? Antes de la guerra estabas utilizando un lenguaje completamente mistificante. Ahora, después de la guerra, vienes con lo que yo llamo la 'jerga Krishnamurtiana'. Tu enseñanza no es más que una mezcla de Freud, Jung, Rank, Adler con un sesgo religioso. ¿Es solo para darle a la gente un nuevo juguete? Las niñas en mi tiempo solían jugar con muñecas de cedro. Ahora les das muñecas que caminan, hablan y bailan". Krishnamurti se rió y dijo, "Si funciona, funciona. Si no funciona, no funciona".

En algún punto la conversación giró hacia el tema "enfermizo" tema del sexo. Estabamos discutiendo las relaciones. Yo dije, "Es solo sexo". "Tiene que haber mucho más que eso", dijo". "¿Que por ejemplo?", pregunté. "Amor", contestó. "Qué tiene que ver el amor con eso" cuestioné.

Entonces mi esposa interrumpió diciendo, "No te voy a comenzar a hacer preguntas sobre el sexo, excepto una. ¿Tuviste sexo alguna vez, Krishnaji?" Yo estaba sorprendido por su coraje. Entonces miré a Krishnamurti. Sus ojos se habían cristalizado con estupefacción. Él contestó quedamente "Amma, esa es una pregunta impertinente".
Durante todas nuestras reuniones y caminatas juntos noté una cualidad singular de Krishnamurti. Solo la puedo caracterizar como el "boy scout" en él. Por ejemplo, un día mientras caminábamos juntos, note que Krishnamurti observaba el suelo cuidadosamente juntando clavos y espinas y arrojándolas al costado. Jocosamente, le mostré un clavo que había olvidado. El se agachó y levantó aquel clavo también.

En otra ocasión, cuando estábamos caminando juntos en la playa en Adyar, Madras, se nos acercó un niño pequeño pidiéndonos dinero. Krishnamurti me preguntó si tenía algo de dinero conmigo. "Disculpame pero no", dije. Entonces Krishnamurti solo abrazó al niño. Yo le dije que el niño necesitaba dinero más que abrazos. El próximo día llevé algo de dinero, y mientras caminaba por la playa, el mismo niño vino corriendo hacia nosotros pidiéndonos dinero. Yo le di al niño un billete de dos rupias. El niño saltó de alegría y se escapó con el billete.

Constantemente entre Krishnamurti y yo afloraban desacuerdos sobre temas básicos. La verdad que no nos llevábamos muy bien. Siempre que nos encontrábamos trabábamos cuernos sobre un tema u otro. Por ejemplo yo nunca compartí su preocupación por el mundo o su creencia de que sus enseñanzas afectarían profundamente los pensamientos de la humanidad por los próximos quinientos años -una fantasía de los ocultistas teosóficos. En una de nuestras reuniones dije a Krishnamurti, "No fui llamado a salvar el mundo". Él preguntó, "La casa esta en llamas, ¿qué harás? "Hecharle más gasolina y quizá algo se levante de las cenizas" le comenté. Krishnamurti dijo, "Eres absolutamente imposible".

Entonces dije, "Eres aún un Teósofo". "Nunca te has liberado del rol del Instructor del Mundo. Hay una historia en el Avadhuta Gita que habla del avadhut que paró en una posada a la vera del camino y fue interrogado por el posadero. "¿Cuál es tu enseñanza?" Él contestó, "No hay maestro ni enseñanza ni aprendiz" y se fue. Tu también repites esas frases y aún estas interesado en conservar tus enseñanzas con pureza prístina para la posteridad".


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De: x-x-loly_ta-x-x Enviado: 26/10/2003 22:07

Un día surgió el tema de mis niños y su educación. Krishnamurti me preguntó, "¿A qué escuela están concurriendo tus niñas?" "A la Escuela Teosófica Besant, naturalmente", contesté. "Como sabes está casi al lado nuestro". "Enseñan religión, señor", me dijo. Yo le repliqué, "¿Qué enseñan en la Escuela del Valle Rishi?" "En vez de llevarlos a una reunión de oración ustedes sacan a los pobres estudiantes reacios a observar las puestas del sol desde la cima de la colina. ¿Cuál es la diferencia? A ti te gustan las puestas de sol. Así que los niños tienen que observarlas también. Sabes, yo pasé tres días y medio en aquella Escuela Nacional Guindy. Recordarás que tu nos dabas charlas en ese entonces." "No hay nada maravilloso acerca de esas escuelas. En cuanto a mí mismo, yo atendí a una escuela común. ¡Y que hay de incorrecto en mi!"

Trató arduamente de convencerme de matricular a mis hijas en la Escuela del Valle Rishi. Más aún, sugirió que yo mismo pasara algún tiempo allí. "Eso es lo último que haría. Ellas tienen que crecer para vivir en este mundo. No quiero que sean unas inadaptadas." Entonces mi esposa se ofreció voluntariamente para ir allí como maestra con los niños. Pero él le dijo, "Amma, tienes que cuidar a ese chico minusválido. Es una tarea de tiempo completo" Volviéndose hacia mí me dijo, "¿Por qué no vas y pasas algún tiempo en la escuela? Si no te gusta, podemos tirarla abajo y volverla a construir piedra por piedra y ladrillo por ladrillo." Entonces le dije, "¿Por qué no dejas de trotar alrededor del mundo y te quedas en la escuela? Entonces consideraré unirme a tí." Él respondió, "Paso un mes cada año en la Escuela del Valle Rishi y otro mes en la Escuela Raj Ghat. Esto es prácticamente todo lo que puedo hacer. Es mi dharma viajar alrededor del mundo y dar conferencias."

Krishnamurti siempre comenzaba sus charlas con el estribillo, "Hagamos un viaje juntos". Un día le pregunté. "¿Dónde estás? ¿Estás ahí? ¿O estás realmente haciendo un viaje con nosotros?". Tomas un tema y nos pides que prosigamos paso por paso, lógicamente, racionalmente, sanamente e inteligentemente. Entonces viene un momento en el cual tu exclamas, "¡Lo tengo!, ¿Alguien más lo tiene?" Es teatro. Es una función. Para exponerlo crudamente, es una burlesco. Tú despegas y hablas de amor, éxtasis, beatitud, inmensidad y así sucesivamente pero nos dejas a nosotros en la pista. Nos estás ofreciendo vuelos falsos".

Toda vez que me encontraba con Krishnamurti, la cuestión que estaba sobre todas en mi mente era esta: "¿Qué hay detrás de todas estas abstracciones que me estás arrojando? ¿Hay algo realmente? No estoy interesado en tus descripciones románticas y poéticas. En lo que respecta a las abstracciones, no tienes comparación con los grandes pensadores que la India ha producido. No les puedes ni siquiera encender una vela. Por la forma en que describes las cosas, me da la impresión de que al menos has visto el azúcar -para utilizar una metáfora familiar- pero no estoy seguro de que las hayas probado."

Le repetí esta pregunta vez tras vez de una manera u otra en cada reunión que tuve con Krishnamurti y nunca recibí una respuesta satisfactoria y directa. La ruptura total vino en Bombay. Esa fue mi última reunión con él por un largo tiempo. Le pregunté otra vez si había algo detrás de las abstracciones que me estaba arrojando, "Sé franco una vez". Entonces me dijo con gran fuerza, "¡No tienes manera de saberlo!" Entonces dije, "Si no tengo manera de saberlo y tu no tienes forma de comunicarlo, ¡qué diablos hemos estado haciendo! He perdido siete años escuchándote. Puedes darle tu precioso tiempo a algún otro. Me voy a Nueva York mañana mismo". Krishnamurti dijo, "Buen viaje y feliz aterrizaje".


U.G estuvo en América por cinco años. Krishnamurti mantuvo un contacto ocasional con él a través de Mr. Bhave. Quería información directa sobre el tratamiento médico y progreso del hijo de U.G A continuación dos cartas típicas, una a U.G y otra a su esposa, escritas durante este tiempo:


13 de Enero de 1956

Mi querido Krishnamurti,

Muchas gracias por tu carta del 4 de Enero. Escuché que estabas dando conferencias en América. Estoy tan contento de haber escuchado acerca de ti y sobre tu hijo diciendo que están dadas las posibilidades para que él pueda caminar en cinco años. Si vas a Ojai, podrás encontrar al Sr. Rajagopal quien estará allí. Como dices, espero que nos encontremos en marzo en Bombay. Por favor dale mis saludos a tu esposa.

Con sinceros deseos,

Sinceramente tuyo

J.Krishnamurti


11 de Diciembre de 1956

Querida Sra. Krishnamurti,

Muchas gracias por tu carta del 14 de Noviembre. Me alegra que me escribieras con algún detalle sobre tu familia y estoy muy contento de saber que tu hijo está mucho mejor y espero que antes de que yo vuelva, él haya podido recobrarse completamente y le sea posible utilizar sus piernas.

Ciertamente estoy muy contento al saber que las dos entrevistas que tuviste fueron de alguna ayuda. No sé cuando iré a América y cuando nos será posible reunirnos. Espero que todo vaya bien con ustedes dos y su hijo.

Con los mejores deseos,

Afectuosamente tuyo,

J. Krishnamurti

Años más tarde, en Gstaad, Suiza, U.G y J. Krishnamurti quedaron atrapados en una colisión frontal. Ambos estaban caminando en la misma vereda en sentidos opuestos. La vereda era tan angosta en un lugar, que solo había lugar para que pase una persona. En ese momento U.G vio a Krishnamurti. No había suficiente tiempo para evitarlo. Mientras se aproximaban uno al otro, los amigos de U.G. se pusieron tensos. Nada sucedió. Cuando se acercaron ambos plegaron sus manos simultáneamente a la usanza india. No pronunciaron palabra. Fue como dos barcos cruzándose en la noche. Ni siquiera se dieron vuelta. El día siguiente, el tema de conversación en el pueblo era, "¿quien saludó a quien en primer lugar? " Esta fue la última vez que U.G vio a Krishnamurti.

Mi crítica del libro titulado, Vidas en la Sombra con J.Krishnamurti, (escrito por Radha Rajagopal-Sloss y publicado por Bloomsbury en Londres) que apareció en The Times of India el 30 de junio de 1991, creó un alboroto. Para citar a U.G en el libro, "¡Ella a descargado un barril de dinamita! La historia de sexo, mentiras y frivolidad de Krishnamurti es mucho más absorbente que sus enseñanzas. El cuadro que emerge del libro nos dice que Krishnamurti ha permanecido exitosamente como un engaño del siglo veinte no detectado. ¡Saco mi sombrero!" A pesar de sus afirmaciones de ser más evolucionados los seguidores de Krishnamurti se comportaron exactamente igual que los seguidores de Rajneesh quienes habían escrito cartas obscenas al editor del Illustrated Weekly of India, reaccionando a un artículo que yo había escrito titulado, "El hombre que se atrevió a jugar a ser Dios". Yo había esperado que ellos manejarían su shock con delicadeza y 'percepción directa'.

El arquitecto de la escuela de Krishnamurti en Brockwood visitó a U.G en Gstaad. Él le preguntó a U.G que pensaba del libro. U.G respondió preguntando, "¿Quién arrojará la primera piedra?, no seré yo." La reacción de sorpresa del arquitecto fue, "¡Qué refrescante modestia! Sobre el tema de Krishnamurti has sido consistentemente irrespetuoso, desagradable, obsceno y ofensivo".

Michael Longinieu quien también estaba presente junto con Alan Rowlands, el pianista, le refirió al arquitecto una lista de palabras descriptivas que expresaban el desdén de U.G por las enseñanzas de J.Krishnamurti. La lista contiene palabras tales como "bobadas", "basura", "tonteras", "farsas", "estupideces", "basura intelectual", "necedades", "invenciones absurdas". "La lista ciertamente parece una página del Diccionario de Roget de palabras y frases inglesas," respondió el arquitecto y agregó "Nadie hasta ahora se ha atrevido a derribar las enseñanzas de Krishnamurti ".

U.G no tuvo piedad de Krishnamurti aún durante aquellos días cuando este estaba en su lecho de muerte. Mi artículo titulado "Dos visionarios" en la Illustrated Weekly of India, (fechado 25 de mayo de 1986) relata una conversación:

Hola, U.G., habla Mahesh.

Hola Mahesh.

¿Recibiste el artículo, " Swamy balsámico", una entrevista con J. Krishnamurti que te envié desde Dubai?

Si, lo hice. Es interesante. Al menos es al fin suficientemente honesto para admitir que el también se ha convertido en parte de la industria del entretenimiento, como un jugador de fútbol. No creo que realmente él se haya quitado su máscara. Sabes que el cáncer se ha desparramado desde el hígado al páncreas. Krishnamurti está muriendo. Es una cuestión de días, sino horas. Lo siento, el acecho de la muerte ha comenzado.

Pero la fundación lo ha negado.

Probablemente quieran hacer un mito sobre su muerte. Tu sabes la tradición que sostiene que los maestros religiosos no mueren de la manera ordinaria, como nosotros los mortales.

Dos días más tarde Jiddu Krishnamurti murió de cáncer al páncreas. El 20 de febrero U.G llegó a Bombay. Mi arreglo para acelerar su salida a través de la sala V.I.P. fue ignorado por él. Pasó por Inmigraciones y Aduana como lo ha hecho siempre. Durante el viaje en auto al departamento de Vijay Anand's Pali Hill le pregunté, "U.G, seriamente. Dime que sentiste cuando escuchaste sobre la muerte de J. Krishnamurti." U.G permaneció en silencio. Cuando lo urgí a hablar, habló del tiempo. Su respuesta fue atípica. El siempre había tratado al tema de J. Krishnamurti con disgusto y hostilidad extremos. Su silencio me intrigó. Estaba determinado de no dejarlo escapar con esa actitud suya de "mejor dejémoslo así" hacia un evento que había sacudido a todos.

"Di algo", insistí. Su respuesta:

¿Que quieres que diga? ¿Quieres que envíe mis condolencias a los adictos a Krishnamurti? ¿O quieres que me una al coro de alabanzas acumuladas sobre Krishnamurti por sus ardientes y devotos entusiastas? No estoy en deuda hacia Krishnamurti en modo alguno. No tengo mucho para decir que no haya ya dicho antes. ¿Porqué azotar a un caballo muerto? Dar una nota discordante en un momento como este cuando le están dando encendidos tributos y cuando está siendo ovacionado como el primer maestro de nuestros tiempos, sería la apoteosis de la vulgaridad.

No estaba impresionado. Sus palabras me sonaban demasiado poco convincentes y evasivas. Y luego un día entré a lo de U.G con un libro en mis manos titulado El fin del tiempo - Conversaciones de J. Krishnamurti con el doctor David Bohm. Había entrado a un campo minado. Cuando le dije a U.G que Krishnamurti dice, "No estoy hablando de permanecer para siempre, aunque no estoy seguro de que [el cuerpo] no pueda permanecer para siempre... Si el cuerpo permanece en un lugar tranquilo, estoy seguro de que puede permanecer una buena cantidad de años más de lo que lo hace ahora…", U.G exclamó:

Esta broma no tiene precio. ¿No se pone demasiado ridículo, llevando las cosas al colmo de lo absurdo, en su insistencia de que el cuerpo puede permanecer para siempre? Para hacer una declaración como esa hoy en día, uno tiene que estar en el valle verde y vigoroso de la senilidad. Aquellos que no están seguros sobre la naturaleza del alma y su inmortalidad son los que se tragan la tontería de la inmortalidad del cuerpo. Tener un afecto reverente por el hombre es una cosa pero dejar pasar declaraciones como esa y fingir acuerdo es otra. ¿Cómo te puedes tragar eso? No pareces tener la inteligencia básica. Si lo aceptas, debés ser un retrasado mental de primer grado. Ciertamente son los gerontólogos, aquellos que tratan con los ancianos y con el proceso de envejecimiento quienes pueden hacer eso posible en un futuro no distante.

"¿Cuál es la contribución de Krishnamurti a la humanidad?" pregunté. Su respuesta:

Por la calidad seductora de sus enseñanzas el debe haber sido más atractivo y convincente que otros en el mercado. No me corresponde a mí decir cual es el lugar que le corresponde en el mundo del pensamiento religioso. Si los historiadores del pensamiento humano quieren ubicarlo al lado de Buda, Jesús o Mahoma, no es asunto mío.



 
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