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pensadores: U.G.Krishnamurti: Una vida...5. A la deriva en Londres.
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De: x-x-loly_ta-x-x  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2003 22:09

U.G.Krishnamurti: Una vida

Biografía, por Mahesh Bhatt


5. A la deriva en Londres.


En 1961 U.G. llegó a Londres solo y sin un centavo. 'No había voluntad para hacer nada. Era como una hoja arrastrada por el viento.' Sus amigos veían que su vida iba cuesta abajo. Pero, según U.G., todo lo que hacía en esa época le parecía perfectamente natural. La frase mística, 'la noche oscura del alma', se ha usado para describir esos años de U.G. a la deriva. U.G. no está de acuerdo. Para él, 'No hubo una lucha heroica contra la tentación y lo mundano, ni demandas del alma, ni éxtasis poéticos sino tan solo un marchitarse de la voluntad.

Para escaparse del frío invierno inglés, U.G. pasaba sus días en la biblioteca de Londres sentado en una silla al lado de donde Karl Marx escribió Das Kapital. El único libro que le interesaba era el Thesaurus of American Underground Slang (Tesauro de la jerga estadounidense del bajo mundo.) Durante la noche vagaba por las calles leyendo los nombres y teléfonos de las prostitutas escritos en los árboles.

Un día U.G. se dijo, 'Esta clase de vida no es buena. Me he convertido prácticamente en un vagabundo viviendo de la caridad de la gente. Esta es una vida miserable. Me he vuelto loco.'

Otro día, después de una noche vagando en las calles, U.G. estaba sentado en Hyde Park cuando un policía lo enfrentó. Le advirtió que se vaya y lo amenazó con encerrarlo si no lo hacía. U.G. tenía solo cinco peniques en el bolsillo. 'Ve a la misión Ramakrishna,' dijo una voz en su cabeza. U.G. tomó el subte hasta donde lo podían llevar los cinco peniques. Luego caminó el resto del camino hasta la misión. Eran las diez de la noche cuando llegó.

'No puedes verlo ahora,' dijeron los miembros del staff de la misión en respuesta al pedido de U.G. de ver al Swami. Por suerte, el Swami mismo apareció. U.G. le dio su libro de recortes de periódicos sobre su trasfondo y sus conferencias. 'Este era yo, y este soy ahora,' dijo U.G. al Swami. '¿Qué quieres?' le preguntó el Swami. U.G. solo quería su permiso para entrar a la sala de meditación para pasar la noche. El Swami le explicó que no podía permitirlo porque era en contra de la política de la misión. No obstante, le dio a U.G. algo de dinero y le ofreció un cuarto para el día siguiente. 'Quédate en un hotel esta noche y vuelve mañana,' dijo.

U.G. volvió al Ashram en las primeras horas de la tarde. Lo invitaron a almorzar. 'Por primera vez en mucho tiempo tuve un verdadero almuerzo. Había perdido hasta el apetito por la comida. No sabía lo que era el hambre o la sed,' dijo U.G., describiendo el estado al que había sido reducido en esa época.

'Soy especialmente incapaz de hacer trabajo literario. Lavaré los platos o alguna otra cosa. Pero no puedo escribir nada,' dijo U.G. cuando el Swami le pidió que lo ayudara a sacar el número sobre el centenario de Vivekananda. El Swami dijo que estaba buscando a alguien con un trasfondo en filosofía india. Su asistente, quien solía hacer el trabajo editorial, había terminado en un hospital mental. El Swami declaró que estaba en apuros. U.G, trató desesperadamente de demostrar que tenía un problema con escribir. Pero el Swami no se rindió.

Mientras trabajaba en el número sobre el centenario, U.G. ganaba cinco peniques por día como los Swamis de la misión. U.G. había perdido el sentido del dinero. Hubo un tiempo en que podía librar un cheque por cien mil rupias. Con esos cinco peniques U.G. decidió ver todas las películas que había en Londres. Se quedaba en la misión, trabajaba en la mañana, comía a las 1 p.m., y se iba a ver una película. Pronto se terminó todo el dinero y había visto todas las en Londres y los alrededores.

'¿Por qué están haciendo todas esas tonterías?' U.G. solía preguntarse, viendo a las personas meditando en la misión Ramakrishna. Él mismo había terminado con todo el juego. Entonces un día, tuvo una experiencia muy extraña en la sala de meditación.


Estaba sentado sin hacer nada, viendo a toda esa gente, compadeciéndome de ellos. 'Esa gente está meditando. ¿Por qué quieren alcanzar el samadhi? No van a lograr nada -- yo he pasado por todo eso -- se están engañando a sí mismos. ¿Qué puedo hacer para evitar que desperdicien sus vidas, haciendo toda esa clase de cosas? No los va a llevar a ninguna parte.' Estaba sentado allí y en mi mente no había nada -- había solo un vacío -- cuando sentí algo muy extraño: hubo algún tipo de movimiento dentro de mi cuerpo. Cierta energía venía subiendo desde mi pene y saliendo de mi cabeza con si hubiera habido un tubo. Se movía en círculos en el sentido horario y luego en sentido antihorario. Era como la publicidad de los cigarrillos Will en el aeropuerto. Era algo tan cómico. Yo era un hombre destruido. Me estaban alimentando, se hacían cargo de mí, no tenía ningún futuro. Aun así algo estaba sucediendo dentro de mí.


Luego de tres meses U.G. le dijo al Swami, 'Me voy. No puedo seguir haciendo esto.' Cuando U.G. dejó la misión Ramakrishna en Londres, el Swami le dio cincuenta peniques. Esta es una interesante carta que U.G. le escribió al Swami poco después de dejar la misión:


7 de Septiembre de 1963

Mi querido Swamiji,

Me acabo de enterar por Maharaj que la operación de la vista ha sido un éxito y que te estás recuperando bien, y que volverás al Centro en una o dos semanas. Esas son muy buenas noticias. Todos esperamos que puedas volver lo antes posible.

Me gustaría poder visitarte, pero no lo haré de ninguna manera si eso te causa alguna molestia. Si no fuera mucha molestia, me gustaría poder verte en el hospital, y te aseguro que sería una visita corta.

Por Dios que me gustaría saber qué mano oculta me guió al Centro. Cuando me sugeriste ayudarte con algún trabajo de edición, no dudé ni por un momento en aceptar tu sugerencia. Lo que no sabía era que pasaría los mejores momentos de mi vida allí en el Centro. No es necesario agregar que ha sido un gran privilegio haberme asociado contigo, y que me siento renovado tanto en mente como en cuerpo.

Mi estadía continuada en el Centro y la necesaria atmósfera para la atención y el discernimiento en la meditación me han ayudado grandemente. La oculta agonía de mi vida que ningún ser humano podría comprender se ha disuelto en el aire, como si fuera, y eso me ha despertado de lo que podría llamarse un sonambulismo espiritual. Me he salvado de lo que se veía como el borde de un abismo.

Tu sabes que hay muy raras ocasiones en la vida de la mayoría de nosotros en que tenemos experiencias cortas de existir más allá del tiempo. Yo también he tenido varias veces esos momentos. Pero ha sido más que algo pasajero y se ha vuelto de hecho una certeza permanente. Sin embargo las tensiones de ajustarme a una nueva forma de vida resultaron en un peculiar estado mental de cierta indolencia, quizás una forma de soberbia, la cual solo significó más y más tristeza y no dejó otra cosa que una expectativa vacía. Podré haber adquirido cierta calma, pero esa clama fue una languidez como de muerte. Pero yo siempre he sentido que uno tiene que superar sus problemas por sus propios medios.

No obstante, toda mi atención enérgica y dirigida no me ha ayudado mucho a romper el círculo vicioso. Bueno, ahora, con el toque del inescrutable poder Divino de Sri Ramakrishna, he sido bendecido más allá de las palabras con la claridad de percepción. Y esta calma es una calma sin una traza de languidez o conformismo o de pura expectativa sino una de plenitud y totalidad. ¿Necesito decir que cuando vuelva a enfrentar al mundo seré un hombre nuevo?

Con gran cariño y afecto,
Siempre tuyo,
U.G. Krishnamurti.



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De: x-x-loly_ta-x-x Enviado: 26/10/2003 22:10

Las noticias de que U.G. estaba vagabundeando habían viajado a la India. Así es como Mr. Bhave le escribió a Londres urgiéndole que se reuniera con Krishnamurti. Durante todos esos años Krishnamurti había estado preguntando por U.G. y su familia. Estaba personalmente interesado en saber sobre U.G. y la condición de su hijo luego del tratamiento en los Estados Unidos. U.G no estaba particularmente ansioso por encontrarse con él. Aún así le escribió. Al día siguiente Krishnamurti lo telefoneó diciéndole, 'Puedes venir. Vamos a caminar al parque Richmond y charlar sobre las cosas.'


Cuando U.G. fue allá esa tarde, comenzó a llover copiosamente. En vez de salir a caminar, se sentaron cerca de la chimenea y hablaron. U.G. le contó que la recuperación de su hijo había sido asombrosa. Ya podía caminar. '¿Qué estás haciendo aquí?' preguntó Krishnamurti. 'No te ves bien. ¿Por qué no vuelves a India?' U.G le contestó, 'Estoy a la deriva aquí en Londres. No tengo nada que hacer y no quiero volver a la India. Mi familia tratará de reconectarse conmigo, lo cual no deseo. He terminado con ellos.' Entonces Krishnamurti le dijo, 'Si tu familia trata de verte, diles que no estás disponible.' Su respuesta divirtió a U.G. Se sonrió y le preguntó a Krishnamurti, '¿Has tenido alguna vez familia?' Krishnamurti ignoró la pregunta.

Estuvieron allí en silencio por algún tiempo. De pronto Krishnamurti preguntó, '¿Por qué estas tratando de desapegarte de tu familia?' U.G. lo miró. Evidentemente Krishnamurti no comprendía lo que estaba sucediendo muy dentro de él. 'No estoy tratando de desapegarme. Tú no puedes entenderme,' le dijo. '¿Podemos ver el asunto de por qué no está apegado a su familia, señor?' Krishnamurti persistió. Eso fue demasiado para U.G. 'Lo siento,' dijo, 'No vine aquí para discutir mis asuntos de familia contigo. Citando un proverbio Telugu, tú pareces tener el mismo remedio para los que les pega un rayo y para los que se ahogan con arroz. No estoy aquí para buscar tu ayuda.' Antes de irse, Krishnamurti lo persuadió para que asistiera a las doce charlas que estaba dando en Wimbledon.

Renuente, U.G. asistió a las primeras tres charlas. Al final de cada charla Krishnamurti se acercaba a U.G. y tomando su mano le preguntaba, '¿Cómo estuvo? ¿Lo ha ayudado, señor?' U.G. contestaba que no había prestado atención. 'Mahesh, en realidad, me aburría a muerte con lo mismo de siempre,' me dijo. Esa fue su última visita a Krishnamurti.

La siguiente es la última carta que U.G. le escribió, el 30 de Diciembre de 1961, a su mujer, terminando su relación:


Hoy cuando volví aquí recibí tu carta del 11 de Septiembre.

Es muy obvio que fallé en hacer que abras los ojos y en hacer que entiendas la realidad de la situación. Me duele escuchar, de vez en cuando, sobre tus intentos de suicidio. Pero mi desapego de ti y mi aceptación pasiva de tus acciones es un hecho sólido. No es apatía. No hay ni un rastro de apatía en mí. La atadura de las relaciones de familia ha simplemente desaparecido.

He pensado mucho sobre este asunto. Sabes que no soy la clase de persona que se deja persuadir en estos asuntos y no actúo impulsivamente. Deja que el matrimonio se termine. Ninguno de los dos puede soportar ver sufrir al otro. Quedémonos mejor con los recuerdos del pasado. Tal vez tú no tengas, quizás, unos recuerdos muy dulces para vivir con ellos. Sí, yo estoy tan quebrado mentalmente como lo estás tú, pero en mí se manifiesta distinto. En el pasado, te habría golpeado y te habría insultado. Todo eso se ha terminado. Si sientes la agonía que dices que sientes, puedo perfectamente entender sus sentimientos. Sé que me amas profundamente. Y yo también te tengo mucho cariño a pesar de las constantes peleas y discusiones. Pero esta 'reparación del ala rota' te destruirá. No puedes basar tu vida tan solo en el sentimiento y esa no puede ser la base de ningún matrimonio.

Nos conocemos desde hace dieciocho años. Es imposible olvidar los lazos de esos dieciocho años. Los viejos hábitos y los recuerdos tienen una extraña habilidad para sobrevivir. Nunca te podré olvidar, y sé que nada va a igualar en intensidad mis sentimientos hacia ti. Cuando nos conocimos me gustaste mucho. Esa impresión continuará, inalterada por nada que haya pasado desde entonces. Por la naturaleza de las cosas, no podría ser diferente. El lazo entre los dos es una 'sutil fuerza interior', la cual según el poeta sánscrito es la esencia del amor. No es 'sentimiento erótico'. ¿Qué le sucedió a 'la sensación que sientes cuando tienes un sentimiento que nunca has sentido antes'? No sabría decirlo. Pero ahora estamos al final de la soga. Lágrimas y tormentos pueden haber sido tu parte, pero continuar con las palabras de odio y rencor, por más justificadas que puedan estar, no nos lleva a ninguna parte. Esa actitud rencorosa sostenida por mucho tiempo no es deseable ni útil. La ira es un corrosivo terrible. Puede parecer ventajoso usar las cartas agresivas como arma, lo cual es la munición principal en el arsenal de tu familia, y puede traerte un alivio temporáneo, pero a la larga son nuestros hijos los que sufrirán.

No podemos culpar a nadie por el desastre que hemos hecho en las vidas de los pequeños. Puede que haya sembrado una cosecha de miseria para nuestros hijos, y sé que se me reclamará que he dejado a mis propios hijos en la confusión, con nada que esperar en la vida más que tristeza. No encuentro ninguna razón para hacer las cosas aún más miserables de lo que han sido. Tu terca negativa a admitir los hechos de nuestra situación también es responsable por lo angustiosa de nuestra situación.

¿Por qué no puedo, por más voluntad que ponga, entender lo que es tan obvio para ti? Bueno, de todas formas, mejor dejo que las cosas sigan su curso, antes que volver al pasado. Puesto que tenemos exactamente lo que pedimos, ni más ni menos, no hay lugar para ninguna explicación de mi parte por la forma en que las cosas han sucedido. Cada uno teje su propio destino. Si nuestros hijos van a recibir golpes de la mano del destino, yo siento que no soy completamente responsable. Ellos son tanto hijos tuyos como lo son míos. No te permitas pensar que te he dejado destituida. Tienes tu propio nombre, tus títulos y tus propiedades. Por qué actué como actué y aún sigo haciéndolo es difícil de entender. Pero mis acciones se cuelgan frente al espejo de mi propia peculiar interpretación, ellas demuestran una lógica propia. Por lo que sé, la vida podría no seguir ninguna lógica. Esté o no en lo correcto, eso no cambia en nada lo doloroso de la situación. Pero no hay nada que yo pueda hacer para cambiar el curso de los eventos.


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De: x-x-loly_ta-x-x Enviado: 26/10/2003 22:12

Una cosa más. Posponer un problema por supuesto no lo resuelve. Existe una salida de un matrimonio infeliz. Cuando un socio rompe la ley del compromiso, el derecho le concede al otro romper el lazo. La mujer no es el esclavo atado del marido sino su compañera, y como un socio igualitario es tan libre como el esposo para elegir su propia forma de vida. Puesto que el nuevo Código Hindú prevé el divorcio, ¿por qué no buscas algunas pruebas ya sea para el divorcio o para la separación legal? Eso nos ahorraría mucha angustia mental a los dos. No pienses ni por un momento que te estoy pidiendo que hagas algo que yo mismo no haría. Pero, personalmente, no me importa ni de un modo ni de otro.

No tengo razones para volver a la India. Sé feliz y sigue feliz. Te deseo lo mejor.

U.G.



U.G. nunca volvió a saber de ella.

No sé si haya algo con el número siete y los ciclos de múltiplos del siete, pero la vida de casado de U.G. duró veintiún años, más allá de que no hayan vivido juntos todos esos años.

La esposa de U.G. murió en 1963.

Nadie sabía en dónde estaba U.G. en esa época. Uno de sus primos que vivía en Inglaterra por ese entonces le mandó una carta a un amigo de U.G. en Londres informándole sobre la muerte de su esposa. Su amigo no sabía en donde estaría o qué estaría haciendo U.G. Seis meses después, cuando U.G. lo visitó, su amigo le entregó la carta. Él no vio ninguna reacción en el rostro de U.G. cuando leyó la carta. Le preguntó, '¿Qué dice la carta?' U.G. contestó, 'Dice que mi esposa murió seis meses atrás.' Eso es todo lo que le dijo a su amigo. Pero le escribió una carta a sus hijos expresándoles su pésame por la pérdida. La hija menor le escribió de vuelta contándole sobre los últimos años de su madre luego de romper con U.G.

La esposa de U.G. había caído en un profundo estado de melancolía y depresión y habían tenido que hospitalizarla. Recibió tratamientos con electroshock. Salió del hospital a las pocas semanas de tratamiento y murió en un accidente al resbalar y quebrarse el cuello.

U.G. no volvió a la India. Perdió contacto con sus hijos. En 1967, cuando volvió luego de casi catorce años, sus hijas estaban casadas y tenían sus propios hijos.

Cuando pienso en los hijos de U.G. me acuerdo particularmente de Vasant Kumar. Ese nombre me trae recuerdos de quizás los días más intensos vividos junto a U.G., en aquel verano de 1982 en Bombay. Vasant era uno de los más famosos editores de la India. Recuerdo su rostro muy vividamente. Era un muchacho apuesto, suave, dulce, y callado. Yo estaba allí cuando una tarde se quejaba con U.G. sobre su dolor de espalda. Ninguno de nosotros se imaginaba que unos pocos días después moriría de sarcoma (cáncer galopante). Tenía solo treinta y dos años. U.G. estaba en Londres cuando recibió un telegrama que decía que Vasant tenía cáncer. Su reacción, según dicen, no fue ni remotamente la de un padre. Se mostró 'anormalmente' despreocupado. Nuestros amigos en Bangalore insistieron en que U.G. debería permanecer el resto de su tiempo en India con su hijo en Bombay.

El vuelo de U.G. a Bombay llegó casi de noche. Yo estaba esperándolo para llevarlo directamente con Vasant que estaba en el hospital. '¿Cómo está tu recién nacido?' preguntó U.G. calurosamente a penas me vio. Busqué en su rostro algún signo de ansiedad. Pero U.G. se veía normal -- absolutamente normal. Estoy seguro de que no fingía. Camino al hospital de la ciudad dijo, 'Así que el acecho de la muerte comenzó. Solo espero que el cáncer no se disperse al cerebro.'

En sus últimos días, Vasant recibió la visita de U.G. a diario. U.G. fue una mezcla rara entre un amigo y un enfermero. Para complicar más las cosas, Valentine se enfermó de repente. Contrajo tuberculosis. Ella también tuvo que ser hospitalizada. U.G. y yo nos la pasábamos entre los dos hospitales en cada extremo de la ciudad.

'¿Cómo puede ser U.G. un iluminado? Se está comportando como cualquier padre ordinario. Mira la forma en que se la pasa cerca del hospital todo el tiempo...' No importaba lo que U.G. hiciera en esa situación, la gente lo criticaba. Su calma al recibir la noticia había enfurecido a la gente en Bangalore. 'Está siendo malvado, sin corazón. Debería estar con su hijo que se está muriendo. ¿Qué clase de jivanmukta es este?' gritaban. Cuando ponía toda su atención y afecto en su hijo, ellos decían, 'Es solo un tipo común y corriente.' Como sea, las habladurías no lo afectaron.

'Ha muerto,' dijo U.G. por teléfono con tono de 'así son las cosas'. Me pidió que me reuniera con él en el hospital para arreglar el asunto del funeral. Sabíamos que el fin de Vasant estaba cerca. Uno de mis amigos esperaba que U.G. hiciera un milagro. Mientras caminábamos al hospital después de enterarnos de la noticia, mi amigo creía que incluso entonces U.G. traería de vuelta a su hijo. Lo que realmente sucedió en el hospital nos tomó totalmente por sorpresa. U.G. quería que el cuerpo fuera removido y cremado inmediatamente sin ceremonias. El hospital no entregaría el cuerpo hasta que las facturas estuvieran pagas. Eran las 6 a.m. y todos nuestros recursos juntos no llegaban ni cerca del monto requerido.

U.G. se rió y dijo, 'Puedes olvidarte de tus sentimientos y solemnidades sobre la muerte. Al final todo vuelve a ser cuestión de dinero.' Nosotros estábamos shockeados. Todos encontramos su conducta muy poco decorosa dada la situación. El milagro esperado no ocurrió. Estábamos sorprendidos con U.G. No había ni un trazo de emoción en él. Simplemente se ocupó de las formalidades legales que requería la cremación y dejó la escena.

Mientras miraba el cuerpo reducido a cenizas, pasó por mi mente lo que U.G. había dicho antes: 'Si la tecnología médica no puede salvar a este muchacho de morir de cáncer, ningún poder en el mundo puede ayudarlo. Si alguno de ustedes siente que el avatar Sai Baba que está ahora en la ciudad puede salvarlo, busquen su ayuda por todos los medios. Él no puede hacer nada.' Los amigos de Vasant sí visitaron a Sai Baba. Vasant murió justo al día siguiente.

Yo estaba destruido por la muerte de Vasant. Fue la base de una película que hice unos años después. El film se llamó Sarash. Ganó el Premio de la Crítica en Moscú en 1985.

Fue durante uno de nuestros viajes a la oficina del abogado en el centro de Bombay, en donde se estaban arreglando los asuntos de Vasant, cuando le hice a U.G. la pregunta incómoda: '¿Te arrepientes de algo, tienes algún remordimiento por haber hecho lo que le hiciste a tus hijos y esposa?' 'No,' contestó. 'Dime, U.G., si tuvieras que vivir tu vida de nuevo, ¿qué harías?' Su respuesta: 'Si tuviera que volver a vivir mi vida toda de nuevo, las cosas no sería diferentes. Las experiencias de los demás, mucho menos las propias experiencias, no nos ayudan a cambiar nada en absoluto. Si fuera así, todas nuestras vidas serían color de rosa.'



 
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